domingo, 21 de enero de 2024

Maestro (2023)

A veces me pregunto si es culpa mía que, por lo general, el cine ya no me llene ni llame mi atención como antes. Es posible que así sea, no lo descarto debido a mis más de cuatro décadas de ver películas a diario, aunque todavía haya excepciones que logran arrancarme emociones. No es el caso de Maestro (2023), ni del personaje principal, ni de la historia tal y como me la plantea. No me interesan, al menos no como la expone Bradley Cooper. Su mirada y su narrativa no despiertan mi interés, al contrario, lo diluyen como ya me sucedió en su versión de Ha nacido una estrella (A Star Is Born, 2018). Tampoco sus alardes me llaman. El blanco y negro sustituye al color que inicia Maestro —y al que regresará avanzado el metraje y los años— para alejarse del presente y crear un pasado de ensueño en el que el romance y la música son latidos que dan vida al film de Cooper. Tal ensoñación se basa en la juventud —momento que invita a soñar y perseguir los sueños— de Leonard Bernstein, director de orquesta, compositor y el famoso autor de partituras de musicales tan exitosos como Un día en Nueva York y West Side Story, que fueron llevados a la escena de Broadway por Jerome Robbins. Creador e intérprete, músico y enamorado, Bernstein echa de menos a su mujer, pero en ese pasado mostrado en la pantalla, y que ocupa el primer y más feliz tercio de la película, la ilusión de los primeros momentos de su vida común es proporcional a la de la película. Pero Maestro es, a mi parecer y en mi aburrimiento delante de la pantalla, forma elegante que se cansa de sí misma en su búsqueda de la inventiva que posibilite a Cooper, más que su lucimiento como actor, el lucimiento visual de la historia que cuenta. Busca crear, o eso me parece, una biopic musical melodramática que gire en torno a Bernstein, a su relación con Felicia (Carey Mulligan) y a su pasión por la música que compone o dirige; mas nada de lo que veo y escucho me transmite; entonces comprendo que me establezco en la incomunicación, en el vacío entre la pantalla y mis sentidos que intervienen, o deberían intervenir en el proceso de sentir la película…



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