lunes, 22 de enero de 2024

Arde Mississippi (1988)


1964, tres jóvenes activistas de Derechos Civiles desaparecen en un condado de Mississippi y dos agentes del FBI, en apariencia y en experiencias apuestos, son enviados a investigar el paradero. A grandes rasgos este sería el argumento de Arde Mississippi (Mississippi Burning, 1988), una de las mejores películas del británico Alan Parker, realizador cuyo periodo de mayor esplendor abarca títulos tan populares como El expreso de medianoche (Midnight Express, 1978), Fama (Fame, 1980), El corazón del ángel (Angel Heart,1986), Los Commitments (The Commitments, 1991) o este drama policial y racial que se inspira en la investigación real y cuyo guion corrió a cargo de Chris Gerolmo. Desde la llegada a la pequeña localidad, la pareja de federales protagonista sospecha que los activistas han sido asesinados por supremacistas y racistas blancos, crimen que Parker expone en el prólogo, previo a los títulos de crédito iniciales. Los siguientes minutos los dedica a presentar a los dos agentes; establecidas las diferentes personalidades, aprovecha los siguientes instantes de la película para completar el cuadro. Lo hace en la oficina del sheriff y en una cafetería donde, sin todavía entrar en materia, el film apunta la segregación y el racismo, así como uno de los motivos que lo provoca: el miedo, el cual genera sospecha, rechazo, distancia, odio, avaricia, violencia, criminalidad, fanatismo, desequilibrio, asesinatos. El personaje de Gene Hackman, natural del estado de la magnolia, lo sabe y lo apunta cuando habla de su padre y de aquello que hizo y le dijo, algo así como que “si no eres mejor que un negro, no eres nada”. Esas palabras parecen explicar que se trata de miedo a ser lo último, a verse despojado de su lugar tradicional, el de una tradición iniciada por los colonos blancos que llegaron a América —apenas siendo más que parias sin hogar— y quisieron ser los amos de cuanto vieron, algunos con su sudor, otros con el ajeno; cuando, hasta entonces, habían sido analbafetos, siervos, soldados de fortuna, predicadores, criminales, fugitivos, aventureros,...


Los hijos de los hijos de los hijos viven el la tradición, se aferran a ella, la defienden, viven en el sinsentido de temer verse sin alguien por abajo; miedo a encontrarse en lo más bajo de una sociedad de grandes diferencias socioeconómicas y culturales, lo cual genera el odio racial e irracional. Esa idea miedosa y racista relega a negros, judíos, hispanos y a otras minorías a una posición donde se las somete y controla; convencidos los fanáticos blancos de estar salvando su tradición anglosajona y protestante de lo que consideran amenazas a su orden. Si Mississippi arde es por el miedo a que algo cambie, a la integración y la igualdad legal y real, el miedo que se escuda en la ignorancia y el resentimiento que provoca el violento fanatismo en unos y las miradas de sospecha en otros, en todo caso insiste en la atenta vigilancia que se descubre en la cafetería donde todos los blancos observan a Willem Dafoe acercarse a la zona reservada para los negros. En 1964 todavía estaban a años luz de lograr la igualdad real y legal prometida de forma general en la Declaración de Independencia y, ya de modo particular y explícito, en la abolición de la esclavitud. Habían pasado casi un siglo desde entonces hasta que el escritor James Baldwin escribió la realidad que él observó y vivió: <<los negros son despreciados en el Norte y vigilados en el Sur, y sufren atrozmente en una y otra parte. Ni el blanco del Sur ni el del Norte son capaces de mirar al negro simplemente como a un hombre.>> Lo ven con una cultura diferente, lo consideran inferior, de modo distinto a la mujer representada en el personaje de Frances McDormand, sometida al marido, a la tradición que también las convierte en víctimas del orden defendido por los fanáticos que los agentes investiga y a los que tendrán que enfrentarse usando métodos que les aparta de la legalidad. En aquel Mississippi ardiente de 1964 algo estaba cambiando y muchos no querían que cambiase por motivos tan dispares como por el miedo a lo que vendría y a la negativa del propio cambio, por lo que todos vigilan expectantes y los miembros del clan dispuestos a la violencia para evitar que se cumpla el derecho a que los negros, los judíos, los hispanos, los católicos, los comunistas, los asiáticos, las mujeres, los árabes, los marcianos sean sus iguales; se niegan a que tengan los mismos derechos, privilegios y oportunidades, algo a lo que el blanco anglosajón y protestante radical sureño no está dispuesto en ese estado que presume de ser jardín de magnolias y donde la pareja de agentes descubre un infierno de odio…



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