martes, 22 de diciembre de 2020

Bone Tomahawk (2015)

 
El viaje a la Edad de Piedra es parte de la gracia de Bone Tomahawk (2015), otra parte del chiste reside en combinar tópicos del western con humor y algo de terror, con cierta dosis de mala leche y la violencia que asoma desde su introducción hasta su desenlace, aflorando en cualquier instante del nudo o de los tres momentos que lo componen y que se distinguen por los tres espacios donde se desarrollan: el pueblo, el exterior por donde cabalgan y caminan los cuatro buscadores, y la caverna donde se produce el enfrentamiento con el pequeño núcleo de trogloditas consumidores de carne humana blanca, y que todavía no han desarrollado la capacidad del habla, por tanto, tampoco han desarrollado la inteligencia de la que presumen los hombres que los buscan para salvar a los desaparecidos. La excusa de S. Craig Zahler para bromear un par de horas sobre la civilización, el western y la violencia la toma del grupo de cavernarios prácticamente invisibles y rudimentarios que asalta la cárcel del sheriff Hunt (Kurt Russell) para castigar a Purvis (David Arquette), el asesino que profanó su cementerio, y de paso llevarse provisiones frescas y humanas: el primer ayudante del sheriff y la doctora Samantha O’Dwyer (Lili Simmons). Resulta extraño que una tribu que aún no ha desarrollado la capacidad de relacionar significantes y significados se traslade buscando al hombre que ofendió sus creencias y costumbres, pero ahí está parte de la burla, en que los supuestos incivilizados no lo son más que los civilizados que no dudan en cortar cuellos por unas monedas o a quienes como John Brooder (Matthew Fox) no tiene el menor escrúpulo a la hora de matar indios o mexicanos. Pero la suya es la violencia de la civilización que colonizó el territorio, la que también emplea el sheriff cuando dispara en el pie del vagabundo a quien considera culpable de múltiples crímenes, aunque no tenga pruebas, solo sospechas. Ese instante y el prólogo —en el que dos hombres degüellan sin el menor miramiento a unos viajeros que duermen al raso— son las coincidencias detonantes del secuestro que pone en pie a Arthur (Patrick Wilson), el marido de la doctora, que sufre una grave lesión en una de sus piernas. Él es la parte más interesada del cuarteto de buscadores donde no se encuentran ni John Wayne ni Jeffrey Hunter, puesto que este es un grupo diferente y el tiempo y el espacio de búsqueda también difieren respecto a los de Centauros del desierto (The Searchers; John Ford, 1956). Los gustos culinarios de los indios se acercan más a los de Ravenous (Antonia Bird, 1999) que a los de tío Ethan, pero Bone Tomahawk es original a su manera, en el deambular de cuatro hombres que se guían por motivaciones distintas y que incluso nada tienen en común entre ellos, al menos en apariencia. Los momentos y los diálogos tiene un algo de irónicos, de burla, y piden la complicidad mientras se ganan a su público, quizás aquellos que comprende que se encuentran ante una representación como la del circo de pulgas del que habla el personaje de Richard Jenkins.

No hay comentarios:

Publicar un comentario