martes, 23 de diciembre de 2025

Primo Levi: Si esto es un hombre


<<Se debe querer sobrevivir, para contarlo, para dar testimonio>> y aun así, Primo Levi, que nunca dejó de dar testimonio sobre el infierno de los campos nazis, sabía que era imposible hacer comprender en su total dimensión aquellos días, semanas, meses, años que alcanzan su cima en el Lager, que, en sus palabras, fue <<la culminación del fascismo en Europa, su manifestación más monstruosa; pero el fascismo existía antes que Hitler y Mussolini, y ha sobrevivido, abierto o encubierto, a su derrota en la Segunda Guerra Mundial.>> La parte ilógica del ser humano nos dice tanto o más de su esencia y condición que la racional, que es la que presumimos para diferenciarnos del resto de animales. Así, con la primera justificamos los actos a los que nos cuesta encontrarles una explicación, aunque esta sea igual de humana que otras. Llamamos a esos actos criminales, inhumanos; pero todo lo hecho por el humano nos pertenece, forma parte de nuestra humanidad, la cual tiene rostros de luz y de sombra. De manera que de nada nos vale querer seleccionar lo bueno para ensalzar la especie y enviar lo negativo a lo inhumano, como si fuesen otros seres vivos los responsables. Nos pasamos la vida justificando nuestros desmanes y acusando los de otros, incapaces de declararnos culpables, de asumir que parte de nuestra condición es destructiva y criminal. Esto nos lo hace ver lo sucedido en el Lager, que fue totalmente humano, entre otros muchos momentos de nuestra historia. El Lager fue la culminación de la negación de los derechos, de las libertades, de la igualdad que la propia condición humana concede por formar parte de la especie. Fue una programación perfectamente estudiada e igualmente llevada a cabo: <<en el Lager, no hay criminales ni locos: no hay criminales porque no hay ley moral que infringir; no hay locos porque estamos programados y toda acción nuestra es, en cuanto a tiempo y lugar, sensiblemente la única posible.>> Dicha programación fue detallada tiempo antes de poner en marcha la maquinaria <<para convertirnos en animales>>. Así, despojados de todo, <<no tenemos nada nuestro>>, incluso de sus nombres, <<los personajes de estas páginas no son hombres. Su humanidad está sepultada, o ellos mismos la han sepultado, bajo la ofensa súbita o infligida a los demás.>>


Unos y otros, víctimas y victimarios, no dejaban de ser la expresión máxima de la aberración histórica en la que unos se imponían a otros. Fue la explosión más cruel, la más eficiente a la hora de destruir la condición humana: <<destruir al hombre es difícil, casi tanto como crearlo: no ha sido fácil, no ha sido breve, pero lo habéis conseguido, alemanes. Henos aquí dóciles bajo vuestras miradas: de nuestra parte nada tenéis que temer: ni actos de rebelión, ni palabras de desafío, ni siquiera una mirada que juzgue.>> Eran personas a las que se las condenaba a una muerte física, pero también a la psicológica: se les despojaba de todo, incluso de su capacidad de decir, pues qué decir en una situación en la que nadie escucharía, en la que nadie les entendería. Nuestra presunción de inteligencia quedó demostrada en el Lager, pero resultó ser una inteligencia criminal en grado sumo, de la que evitamos hablar como un hecho racional y empleamos el término irracional, inhumano o animal para referirnos a ella, pues de ese modo evitamos que nos roce, que se nos asocie. Aceptar que lo que allí se hizo fue humano es algo así como asumir lo evidente: que en el ser humano habitan rostros monstruosos. Y ahí asoma el rostro que se excusa, que se distancia, el que asome que, cuanto en la luz escapa a la comprensión humana, aquello que ocultamos en la sombra más oscura, merece el calificativo de inhumano: odio, tortura, terror, violencia,… Pero, siendo sinceros, ya no digo tan honestos como Levi, ¿qué otra especie que no sea la humana los ha practicado? ¿Y las acciones premeditadas, las preparadas hasta su último detalle, hasta su manifestación más monstruosa, en esos Lager donde fueron asesinados millones de personas? Ante lo que vivió y murió dentro y fuera de sí, Levi comprendía y sentía que debía dar testimonio. Y así lo hizo desde que regresó. También sabía que, para acercar la verdad a quienes no habían padecido la destrucción de su ser, tenía que se honesto y esa honestidad se descubre en las páginas de su Trilogía de Auschwitz, formada por Si esto es un hombre, La tregua y Los hundidos y los salvados, en la que el químico italiano apunta que <<quizás no se pueda comprender todo lo que sucedió, o no se deba comprender, porque comprender es justificar>>…


Entrecomillado de Primo Levi: Si esto es un hombre (traducción de Pilar Gómez Bedate). Austral, Barcelona, 2018.

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