domingo, 28 de diciembre de 2025

Fragmentos de nada: brumas de invierno

El amanecer trae un nuevo despertar que quizá depare la sensación de ser el mismo de ayer y de mañana. Pero el frío de hoy resulta distinto, te atrapa al borde de las aguas del Tambre, el río que dio nombre y origen a la casa Trastámara que poco bien hizo a su tierra natal. Pero el de hoy no te deja helado, no sientes la ausencia de calor en la piel que arropas bajo cuatro capas que atrapan el aire que tu anatomía calienta para acomodarlo a tu temperatura ideal. Caminas, das pasos desacostumbrados, pero acompasados, por un sendero que te invita a desorientarte. Te pierdes y haces alto no para buscarte, sino para celebrar que has encontrado lo inesperado, incluso que te has encontrado a ti al otro lado. Mas no pocas veces permaneces silente y te descubres pensando en la belleza que te acompaña, la que te rodea, la que existe en contraste. Acercarse a la naturaleza invernal, te envuelve, nadie en la distancia, sin sonidos ni colores primaverales; tú y la persona a la que acompañas por un espacio físico cuya diversidad se exhibe y se oculta ante ti, entre la luz solar que luce en un pequeño claro y las múltiples sombras proyectadas por árboles que han sido testigos de cien mil amaneceres y de la insignificancia humana. Formas parte del silencio que enfatiza en su mutismo el sonido de la corriente fluvial que acompaña a las cuatro pisadas humanas que se hunden en un terreno húmedo, blando, más bien viscoso, que nada tiene que ver con el duro asfalto que caminarán al atardecer. A tu alrededor te sorprende el esplendor de su armonía visual, sonora, limpia, ajena a vuestra presencia, que se empequeñece en conjunto, pero que se agudiza cuando te piensas parte de un todo que eres incapaz de precisar, de abarcar. En no pocas ocasiones, tus ojos vuelven espectral la belleza, por efecto de la miopía que camina el estrecho sendero guiado por su mirada borrosa que pierde un sinfín de matices, mas imagina otros que se escapan a la realidad física, la cual, en vano, intentáis atrapar y retener en un imposible congelar el instante. ¿Prefieres soñar la realidad o buscas hacer tus sueños reales? ¿Cómo distinguirlos? ¿No los matarías y te matarías, al querer hacer de la ensoñación realidad? ¿Quién puede hacer de un segundo su eternidad? ¿Quién la atrapa en un suspiro condenado a desaparecer? Acaso, ¿somos parte del tiempo o sus prisioneros? Pero las respuestas no te importan, has sido testigo y parte de esta imagen tuya que acaba por difuminarse y desaparecer entre las brumas de invierno, tras las cuales las formas y tú mismo ya seréis otros…

No hay comentarios:

Publicar un comentario