martes, 22 de mayo de 2018

Cary Grant. La imagen sofisticada



Sería contrario a mi intención hablar sobre Cary Grant y hacerlo sobre su vida privada, de su difícil infancia en Inglaterra, de cómo sobrevivió durante sus primeros años en Nueva York o de costumbres y relaciones personales, que justo fueron eso, personales. Ni soy biógrafo ni encuentro el menor estímulo en divagar acerca de la intimidad ajena y, en este caso concreto, prefiero destacar su impronta en obras maestras del cine, La fiera de mi niñaSolo los ángeles tienen alasCon la muerte en los talones y tantas otras que inmortalizaron su imagen, o del deseo de mejora que empujó a Archibald Leach a ser uno de los primeros actores independientes de Hollywood, cuando esto era ir contracorriente y contra los magnates del cine hollywoodiense. Su apuesta, arriesgada por aquel entonces, le salió bien, aunque convertirse en uno de los grandes mitos de la pantalla no fue un proceso rápido.


Como su admirado Charles Chaplin, Archie Leach arribó a Nueva York formando parte de una compañía de variedades, aunque él lo hizo en 1920 y con menor protagonismo que el inolvidable creador de Luces de ciudad. La troupe había sido contratada para actuar en Estados Unidos y, tras cumplir su compromiso contractual en varias localidades del país, el grupo se disolvió y Archie decidió permanecer en la ciudad de los rascacielos. Su presente era incierto, sus opciones laborales apenas existentes y sus ingresos, mínimos, pero su atractivo físico y su elegancia acabaron por abrirle las puertas del teatro y posteriormente las del cine, cuando en 1932 la Paramount le ofreció un contrato por cuatro años. Era su oportunidad y esta trajo consigo su traslado a Hollywood, dinero y el cambio de nombre. Archie pasó a ser Cary y Leach, Grant, y como Cary Grant asumió sin quejas el intenso ritmo de trabajo exigido por el sistema de estudios.


El bagaje de su primeros tiempos fueron numerosos films que exprimían su imagen sin prestar atención a sus dotes de actor. Salvo excepciones puntuales, aquellos largometrajes solo sirvieron para asentarlo dentro de la compañía presidida por Adolph Zuckor. Su primer éxito comercial, Lady You, lo fue por el protagonismo de Mae West, aunque, para un recién llegado, esto sería lo de menos, ya que lo importante era darse a conocer entre el público y confirmar que había sido una inversión acertada para el estudio donde brillaban Gary Cooper y Fredric March. Grant apuntaba a estrella, pero todavía no lo era y tenía que conformarse con papeles insulsos o con aquellos igual de insustanciales rechazados por Cooper, cuestión que no sería del agrado de alguien convencido de aspirar a más. Un hipotético más se presentó en forma de Irving Thalberg, quien le propuso un personaje a su medida en La tragedia de la Bounty, pero ese más no sumó porque Zuckor se negó a prestarlo a MGM, quizá consciente de que la película de Frank Lloyd iba a ser un éxito de taquilla que aumentaría el caché del actor, cuyo contrato estaba a punto de expirar. La negativa del magnate resultó clave en Grant y en su decisión de precipitar su independencia y no renovar con el estudio, una decisión que generaría cierta antipatía por parte los propietarios cinematográficos y de los miembros de la Academia, pero le proporcionaba la libertad de trabajar donde y con quien quisiera. En retrospectiva, su elección no pudo ser más acertada, aunque en 1936 fue un órdago que muy pocos habrían ganado y, de no haberlo hecho, su imagen se habría perdido en el olvido.


Pero su imagen sobrevivió, no aquella de sus primeros años en Hollywood, sino la más sofisticada, urbana y cómica que cobró forma por primera vez en La pícara puritana, una película en la que no deseaba continuar trabajando, debido a sus discrepancias con el realizador Leo McCarey. El actor incluso pidió a Harry Cohn que le eximiera de sus responsabilidades contractuales, pero a Cohn no le gustaban los llantos y rechazó la petición. Gracias al rudo carácter del dueño de Columbia Pictures, y a la acertada dirección de McCarey, el lado cómico del actor brilló por primera vez en todo su esplendor. Aquella imagen sofisticada del galán cómico resultó un soplo de aire fresco para su carrera, también para la comedia ligera a la que añadió inolvidables personajes en La fiera de mi niña, Vivir para gozarLuna nuevaHistorias de FiladelfiaArsénico por compasión. Sus colaboraciones con McCareyHawks, CukorStevens, en Gunga Din y Serenata nostálgica, fueron claves para convertirlo en una de las estrellas masculinas más importantes de Hollywood. Pero su director preferido lo encontró en Alfred Hitchcock. El realizador británico dotó de ambigüedad y de cierta opacidad a la imagen del actor, aunque sin traspasar los límites que podrían dañar la idea que el público esperaba y exigía de sus personajes. Con Hitchcock rodó Sospecha, EncadenadosAtrapa a un ladrón y Con la muerte en los talones, para quien escribe, la cumbre de su carrera artística. Su interpretación de aquel héroe a la fuerza fue simplemente magistral, como también lo fue el recorrido geográfico y psicológico durante el cual asume el reto y la desorientación generados por la compleja y peligrosa posibilidad de ser dos hombres: el real y aquel que todos (él incluido) desean que sea, quizá un guiño irónico de Hitchcock hacia a sí mismo y hacia el actor que le representaba en la pantalla.


Hacia finales de la década de 1950,
Grant cosechó el mayor éxito comercial de su carrera, Operación Pacífico, se asoció con el director Stanley Donen para crear su propia productora y también empezó a pensar en el retiro, algo que ya había hecho con anterioridad. Pero ahora se trataba de algo más serio, pues era consciente de que su imagen de conquistador estaba amenazada por un rival que nadie puede vencer. El tiempo había pasado, sus compañeras de reparto eran mucho menores que él, sus prioridades empezaban a ser otras y así, después de treinta y cuatro años dedicados al cine, asumió que Apartamento para tres sería su última película. Grant se despedía dejando tras de sí una de las carreras más exitosas de Hollywood y a uno de los personajes más admirados, ya que Cary Grant era la imagen tras la que existía Archibald, era una de las estrellas preferidas por el público. Como comentó Joseph L. Mankiewicz en una entrevista: <<Cary Grant es una de las estrellas que el público quiere ver como Gary Grant>>; es decir, era el personaje a quien sus contemporáneos admiraba en la pantalla, ya fuese desplazándose de norte a noroeste, construyendo la casa de sus sueños, rivalizando con Katharine Hepburn, dejándose seducir por Grace Kelly o empujando a Ingrid Bergman a un indeseado y peligroso matrimonio. 


Filmografía

Esta es la noche (This Is the Night; Frank Tuttle, 1932)

Pecadora sin careta (Sinners in the Sun; Alexander Hall, 1932)

Tuya para siempre (Merryly We Go to Hell; Dorothy Arzner, 1932)

Entre la espada y la pared (The Devil and the Deep; Marion Gering, 1932)

La venus rubia (Blonde Venus; Josef von Sternberg, 1932)

Sábado de juerga (Hot Saturday; William A. Seiter, 1932)

Madame Butterfly (Marion Gering, 1932)

Lady Lou (She Done Him Wrong; Lowell Sherman, 1933)

La mujer acusada (Woman Accused; Paul Sloane, 1933)

El águila y el halcón (The Eagle and The Hawk; Stuart Walker, 1933)

Casino del mar (Gambling Ship; Louis Gaisner y Max Marcin, 1933)

No soy ningún ángel (I'm No Angel; Wesley Ruggles, 1933)

Alicia en el país de las maravillas (Alice in Wonderland; Norman Z. McLeod, 1933)

Princesa por un mes (Thirty-Day Princess; Marion Gering, 1934)

Born to Be Bad (Lowell Sherman, 1934)

El templo de las hermosas (Kiss and Make-Up; Harian Thompson, 1934)

¡Atención, señores! (Ladies Should Listen; Frank Tuttle, 1934)

Mi marido se casa (Enter Madame; Elliott Nugent, 1935)

Alas en la noche (Wing in the Dark; James Flood, 1935)

La última avanzada (The Last Outpost; Charles Barton, Louis Gasnier, 1935)

La gran aventura de Silvia (Sylvia Scarlett; George Cukor, 1936)

Big Brown Eyes (Raoul Walsh, 1936)

Suzy (George Fitzmaurice, 1936)

Wedding Present (Richard Wallace, 1936)

Preludio de amor (When You're in Love; Robert Riskin, 1937)

The Amazing Quest of Ernest Bliss (Alfred Zeisler, 1937)

Una pareja invisible (Topper; Norman Z. McLeod, 1937)

El ídolo de Nueva York (The Toast of New York; Rowland V. Lee, 1937)

La pícara puritana (The Awful Truth; Leo McCarey, 1937)

La fiera de mi niña (Bringing Up Baby; Howard Hawks, 1938)


Vivir para gozar (Holiday; George Cukor, 1938)

Gunga Din (George Stevens, 1938)

Solo los ángeles tienen alas (Only Angels Have Wings; Howard Hawks, 1939)

Dos mujeres y un amor (In Name Only; John Cromwell, 1940)

Luna nueva (His Girl Friday; Howard Hawks, 1940)

Mi mujer favorita (My Favorite Wife; Garson Kanin, 1941)

Los Howards de Virginia (The Howards of Virginia; Frank Lloyd, 1941)

Historias de Filadelfia (The Philadelphia Story; George Cukor, 1941)

Serenata nostálgica (Penny Serenade; George Stevens, 1941)

Sospecha (Suspicion; Alfred Hitchcock, 1941)

El asunto del día (The Talk of the Town; George Stevens, 1942)

Hubo una luna de miel (Once Upon a Honeymoon; Leo McCarey, 1942)

Mr. Lucky (David Hempstead, 1943)

Destino Tokio (Destination Tokio; Delmer Daves, 1943)

Arsénico por compasión (Arsenic and Old Lace; Frank Capra, 1944)


El eterno pretendiente (Once Upon a Time; Alexander Hall, 1944)

Un corazón solitario (None But the Lonely Heart; Clifford Oddets, 1944)

Noche y Día (Night and Day; Michael Curtiz, 1946)

Sucedió en el tren (Without Reservation; Mervyn LeRoy, 1946)

Encadenados (Notorious; Alfred Hitchcock, 1946)

El solterón y la menor (The Bachelor and the Babby-Soxer; Irving Reiss, 1947)

La mujer del obispo (The Bishop's Wife; Henry Koster, 1947)

Los Blandings ya tienen casa (Mr. Blandings Builds His Dream House; H. C. Potter, 1948)


En busca de marido (Every Girl Should Be Married; Don Hartman, 1948)

La novia era él (I Was a Male War Bride; Howard Hawks, 1949)

Crisis (Richard Brooks, 1950)

Murmullos en la ciudad (People Will Talk; Joseph L. Mankiewicz, 1951)

Hogar, dulce hogar (Room for One More; Norman Taurog, 1952)

Me siento rejuvenecer (Monkey Business; Howard Hawks, 1952)

La mujer soñada (Dream Wife; Sidney Sheldon, 1953)

Atrapa a un ladrón (To Catch a Thief; Alfred Hitchcock, 1955)

Orgullo y pasión (The Pride and The Passion; Stanley Kramer, 1957)

Tú y yo (An Affair to Remember; Leo McCarey, 1957)


Bésalas por mí (Kiss Them for Me; Stanley Donen, 1957)

Indiscreta (Indiscret; Stanley Donen, 1958)

Cintia (Houseboat; Melville Shavelson, 1958)

Con la muerte en los talones (North by Northwest; Alfred Hitchcock, 1959)


Operación Pacífico (Operation Peticoat; Blake Edwards, 1959)

Página en blanco (The Grass Is Greener; Stanley Donen, 1960)

Suave como visión (That Touch of Mink; Delbert Mann, 1962)

Charada (Charade; Stanley Donen, 1963)


Operación Whisky (Father Goose; Ralph Nelson, 1964)


Apartamento para tres (Walk, Don't Run; Charles Walters, 1966)

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