martes, 17 de mayo de 2011

Cantando bajo la lluvia (1952)


A pesar de no sentir predilección por el musical, reconozco que existen algunos musicales que traspasan el género y se convierten en imprescindibles para cualquier aficionado al cine. Cantando bajo la lluvia (Singin' in the Rain, 1952) es una de esas joyas que, más allá de gustos y predilecciones, es una obra cumbre del cine clásico americano. Sus números musicales, aparte de ser geniales, sirven para que la historia avance, algo que no sucede en musicales menores donde las coreografías lastran la trama o viceversa. El dúo formado por Stanley Donen y Gene Kelly (también formaron equipo en otras producciones) realizó una perfecta combinación de comedia, romanticismo y números musicales que durante el metraje del film resaltan el esplendor de la época dorada de Hollywood. La escena de Gene Kelly cantando y bailando bajo la lluvia, en una noche pasada por agua, oscura y lluviosa, de alegría desbordante y de felicidad plena, forma parte de la cultura cinematográfica. Este número representa la felicidad del enamorado de la vida, su idea de que todo saldrá bien y de que la existencia es maravillosa, y que ni la mayor tormenta podrá arrebatarle la emoción que transmite a través de su voz y de su baile. Son pasos, ritmos, palabras, acordes... que alejan a la lluvia de la tristeza o de la melancolía que habitualmente representa o a la que se asocia. El agua y la noche, arropadas por la luz y el brillo solar de una farola, logran transmitir la alegría que siente el personaje. Es su sensación de dicha, de la alegre plenitud que se extiende por toda la película y nos alcanza y envuelve, acentuada por la elección colores vivos de la fotografía y por números musicales como el interpretado por Donald O'Connor, "Haz reír" es soberbio y continúa la línea de divertimento propuesta por Donen y Kelly. Y soberbia también resulta la aparición de Cyd Charisse en la coreografía más larga del film.

Cantando bajo la lluvia muestra el mundo del cine (desde una perspectiva positiva), su magia y sus sueños, en los que todo es posible cuando Don (Gene Kelly) conduce a Kathy (Debbie Reynolds) a un plató oscuro, vacío, y lo transforma, gracias a la luz y a otros efectos, en un paisaje idílico que aprovecha para confesar sus sentimientos. Por otro lado, se muestra el aspecto humano que, aparte de los actores, se representa en varios miembros del equipo (que tampoco pretenden ser reales): un productor (Millard Mitchell) que desea llevar a buen puerto la inversión, el compositor musical (que no es otro que Cosmo, el amigo de Don Lockwood) o los dobles (antes de triunfar, Lockwood realizaba todo tipo de escenas peligrosas, que se nos muestran a través de un simpático flash-back, así mismo, Kathy debe ser la voz de Lamont). También hay tiempo para las proyecciones de prueba, en las que se evalúa la buena o mala aceptación del trabajo realizado, así como para otros muchos pequeños detalles que sirven para acercar aquello que no se ve, pero que se necesita para llevar cualquier producción a buen puerto. Cabe destacar el humor con el que toca un tema que afectó a numerosas estrellas del cine mudo, y que no fue otro que la llegada del sonoro. Muchos de estos actores y actrices vieron como sus carreras artísticas tocaron a su fin o se vieron reducidas a personajes de menor entidad. La voz y la dicción se convirtieron en elementos vitales y selectivos, que produjeron cambios importantes, tanto en la elección de los actores como en las carreras de algunos directores. No es de extrañar pues, que la primera película hablada de Lockwood y Lamont (Jean Hagen) resulte ridícula, sus defectos sonoros son escandalosos, el guión es simplón y sus actuaciones no se distinguen de las anteriores, salvo que con el sonido sus carencias se hacen (más) patentes. Don es consciente de que si no hace algo, su carrera podría peligrar. La idea surge cuando los tres amigos: Don, Kathy y Cosmo (Donald O'Connor) se encuentran reunidos y deciden convertir "El caballero duelista" en un musical. En ese momento otro famoso número musical ocupa la pantalla "Good Morning", número en el que Debbie Reynolds acabó sangrando por los pies, tras múltiples repeticiones, ya que Gene Kelly no estaba conforme con el resultado, y de malos modos se lo hizo saber. Según cuenta la actriz, el rodaje de Cantando bajo la lluvia fue uno de los momentos más duros de su vida, aunque, vistos los resultados, también se puede decir que es la película por la que pasó a la historia.


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