jueves, 20 de julio de 2023

Un día perfecto (2015)


1995, Los Balcanes, la guerra parece que se acaba, pero los conflictos y la lucha para recobrar una situación donde la vida pueda ser respetada continua. Los voluntarios, veteranos y novatos, de Un día perfecto (2015) viven su jornada laboral sin horarios definidos. Lo único que saben es que viven un día más de tantos que suman la extraña cotidianidad de la complejidad bélica de la que también forman parte. La vida sigue entre los escombros y las minas, los pozos inutilizados o la burocracia de los cascos azules, cuya presencia no está del todo clara o al menos el qué hacen allí, salvo querer llevar su orden administrativo, el que no tiene cabida en una zona de guerra donde los usos bélicos, la muerte, la miseria, la pérdida, pero también la fuerza de la existencia, ya son parte de Mambrú (Benicio del Toro) o B (Tim Robbins). No así para Sophie (Mélanie Thierry), la joven novata para quien todo es novedad y como tal se lo toma. Ella es el ejemplo de cómo se van descubriendo realidades que no se ven en casa a través del televisor, en la cómoda distancia de un sofá donde teorizar y hablar de ética bélica es posible. Esa distancia, que protege y aleja de la práctica diaria, en la que nada sigue valores de salón organizativo, ni protocolos ni teorías de quien no pisa zona minada, se rompe sobre el terreno, donde lo cotidiano no es el bienestar, sino todo lo contrario. El humor, la ironía, la tragedia y el drama forman parte de la realidad representada por Fernando León de Aranoa a lo largo de Un día perfecto sin necesidad de escenas bélicas ni de explosiones ni efectos que cieguen sobre el tema a tratar, una realidad que no por representada pierde veracidad, a la que accedemos guiados por ese heterogéneo grupo de voluntarios que se completa con Katya (Olga Kurylenko), la supervisora de la ONG, también recién llegada  —este personaje posibilita humanizar más si cabe a sus compañeros, ya que apunta una vida más allá del conflicto bélico, apunta la intimidad— Damir (Fedja Stukan), un intérprete local, y Nikola (Eldar Residovic), un niño que ha perdido la protección de la infancia, aquella que suele dar la presencia de los padres, una de tantas víctimas de la guerra…




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