martes, 11 de julio de 2023

Hemingway corresponsal de guerra

<<Al primero que encontré cuando llegué a Teruel fue a Ernest Hemingway, que se alegró enormemente de verme, sobre todo cuando comprobó que le llevaba dos botellas de whisky. Le encontré como le había visto en tantas otras ocasiones: estaba ayudando a un grupo de milicianos a situar en posición un cañón de setenta y cinco, que se empleaba para asaltos a corta distancia. Para Hemingway la guerra era eso: implicarse en cuanto discurría a su alrededor, ayudar a los soldados novatos a cargar y descargar sus armas, hablar con todo el mundo, a veces también pelearse con todos. A pesar de que era el corresponsal de prensa mejor pagado de cuantos estábamos en la guerra española, pienso que se le daba mejor la novela o el cuento que la crónica periodística, entre otras cosas porque era un perfeccionista y corregía docena de veces todo lo que escribía. Su técnica no se adaptaba a las inevitables prisas de un corresponsal de guerra.

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Hablando del Ebro, no puedo dejar de contar una anécdota que nos ocurrió a un grupo de corresponsales cuando tratábamos de cruzarlo. Queríamos entrevistar a Enrique Lister, que con su división ocupaba posiciones al otro lado del río. Subimos a una barca cuatro corresponsales de prensa. Vincent Sheehan, Herbert Matthews, Ernest Hemingway y yo. En plena travesía nos dimos cuenta de que la corriente arrastraba nuestra barca hacia los restos de un puente que había sido destruido por la aviación nacional, con riesgo de naufragar entre aquellos cascotes. Añádase a esto los aparatos nacionales, que hacían rápidas pasadas sobre nuestras cabezas, y se comprenderá que nuestra posición no era nada cómoda. El soldado que remaba no parecía tener mucha idea de lo que estaba haciendo, así que Hemingway lo apartó de un manotazo, se sentó en su lugar, empuñó los remos y comenzó a remar con furia hasta que llegamos a la otra orilla. Así era el escritor americano: ponía el corazón en todo lo que hacía, lo mismo si se trataba de enseñar a unos milicianos a emplazar una pieza de artillería que de sacar de un apuro a un grupo de incautos colegas.>> (1)

No me cabe duda de que Hemingway se veía a sí mismo como un héroe, un valiente, un gran escritor. Su yo heroico, el que se presenta voluntario en la Gran Guerra, el que vive el París de los años veinte o el cronista de la Guerra Civil Española le inspiró algunas de sus obras más populares. Ese hombre al que se refiere Henry Buckley —periodista británico y autor de uno de los primeros libros sobre la guerra española— es al tiempo real y ficticio. En él se mezcla el escritor moderno, el más valiente entre mil, el indómito, el héroe norteamericano, el pendenciero, el bebedor, el fiestero, el cronista que novela, el mito que los engloba a todos y que el propio Hemingway se encargó de fomentar… Todo un personaje este Ernest, otra cuestión sería afirmar o negar si Hemingway fue tan buen escritor como se le considera; o si se le considera tan buen escritor por influencia de su leyenda y popularidad, más que por la indudable calidad de su obra, la cual no me llena especialmente, pero eso poco importa…


(1) Henry Buckley: Vida y muerte de la República Española (traducción Ramón Buckley). Austral, Barcelona, 2013.

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