lunes, 17 de abril de 2023

Lao Tsé y el sabio

<<Cuando en el mundo,

todos reconocen la belleza como belleza,

así queda constituida la fealdad.

Cuando sobre el mundo,

todos reconocen porqué lo bueno es bueno,

así queda constituida la maldad.

Porque “Ser” y “No Ser” se desarrollan recíprocamente.

Lo fácil y lo difícil se complementan el uno con el otro.

Lo largo y lo corto se desarrollan mutuamente.

Alto y bajo van unidos.

El sentido y el sonido se hallan unidos armónicamente.

El antes y el después se siguen mutuamente,

por eso el sabio:

Descansa en la obra sin actuar.

Instruye sin hablar.

Aunque todas las cosas se desarrollen,

por sí mismas, sin su intervención.

Él no crea ni posee nada,

ni se impone, ni conserva nada.

Deja la obra concluida,

pero no espera recompensa.

Y no vanagloriándose

nunca queda excluido ni se la pueden quitar.>>*

La tradición dice que Lao Tsé vivió en el siglo VI antes de Cristo, en China, tierra originaria de la filosofía (junto Grecia e India) y del I Ching, o Libro de las mutaciones, quizá el libro más antiguo de la humanidad. Se calcula que su origen es del siglo XXVI a. C, de la época del mitológico emperador Fu Xi, a quien el mito atribuye la invención de la escritura. Pero volviendo al filósofo y a su obra, no se conoce nada acerca de la persona, salvo referencias legendarias que le atribuyen sabiduría y cabello encanecido desde su nacimiento. Algunas leyendas cuentan que fue hijo de mujer y de la Luz, que a los ochenta años abandonó su cargo de funcionario en la biblioteca imperial, donde se produjo su encuentro con el joven Confucio (Kung-Fu-Tse) —a quien aconsejó suprimir <<vuestra arrogancia y vuestra ambición, vuestra obsequiosidad y vuestra lascivia>>—, y se marchó a la montaña, donde hizo vida de ermitaño. Otras dicen que emigró a algún lugar solitario, lejos de China, pero antes de atravesar la Gran Muralla, rumbo a Occidente, conoció a un centinela a quien entregó parte de su sabiduría, la cual quedó recogida en el Tao Te King. Incluso podría no haber existido y que su doctrina filosófica hubiese sido el pensamiento de otro o que fuese recopilada en el siglo III a. C. De cualquier forma, aceptemos Lao Tsé (“Viejo Maestro”) como nombre propio de un hombre concreto, que vivió entre los siglos VI y V a. C., y atribuyámosle el Tao Te King, obra laica y de las más lúcidas que se han escrito.

Dividida en dos partes (con un total de ochenta y un poemas y aforismos): el Tao, el Camino, y el Te, la Virtud, también se conoce como El libro del Camino y la Virtud. En apariencia, sencilla, la filosofía taoísta de Lao Tsé es de una riqueza serena, lúcida, camina hacia el conocimiento desde la quietud, fluyendo entre el Ser y el No Ser, entre el Yin y el Yang, sucediéndose, más que en contrarios, en complementarios; pues, aunque sean opuestos, se necesitan para existir. Siendo exactos, en este caso la inexactitud es la exactitud, el Tao no puede definirse, como apunta en el libro <<El Tao que puede ser llamado Tao no es el verdadero Tao>>. Entonces ¿qué es el Tao o como reconocerlo? Como todo Camino, el Tao se vive, su meta es lo inalcanzable, uno se hace parte de él. Es la naturaleza y lo espiritual; es el flujo universal, el camino de lo posible a lo real y del mundo a lo eterno, es el vacío que lo contiene todo, es el recorrido de contrarios en su armonía, la de que uno sigue al otro como se suceden las estaciones. El sabio que siente el Tao prescinde de la palabra y de las ambiciones de poder y riqueza (<<no crea ni posee nada), busca el silencio interior y camina la naturaleza, el equilibrio y la virtud. En la segunda parte, El Te, Lao Tsé se dirige a los gobernantes, a quienes recomienda el pacifismo, condena la violencia, y una política liberal, la menor intervención posible en la cotidianidad de los pueblos…


<<Las palabras que son verdad no son gratas.

Las palabras que son bellas no son verdad.

Quien es inteligente no discute.

Quien es sabio no es erudito.

Quien es erudito no es sabio.

El sabio no acumula posesiones.

Cuanto más hace por los demás, más tiene.

Cuanto más da a los demás, más posee.

El Tao del Cielo, consiste en favorecer, y no en perjudicar.

El Tao del sabio siempre actúa y no contiende.>>*


*Entrecomillado de Lao Tsé: Tao Te King (traducción Benjamin Briggent). Plutón Ediciones, Barcelona, 2010.

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