martes, 18 de abril de 2023

Paulo Branco, productor europeo

<<En términos artísticos, la contribución de Paulo Branco tal vez sea incluso más fácil de apreciar. Bastaría con una relación de los cineastas con los que ha trabajado y los doscientos y pico films que, desde 1980, ha producido… Pero referido al cine portugués tal vez sea preciso decir que si la cinematografía tiene hoy una divulgación y una reputación internacional, que ha hecho que a Portugal se la vea con frecuencia, quizá un tanto ilusoriamente, como un “paraíso” del cine de autor, Paulo Branco ha desempeñado en este proceso un papel fundamental. Fue él, por ejemplo —por hablar del máximo exponente del cine portugués—, quien sacó a Manoel de Oliveira de una forzada intermitencia creadora dándole desde el principio de la década de los 80 los medios para trabajar casi a ritmo de un film por año, contribuyendo así a su consagración internacional, que de otro modo quizás no se hubiese producido. Muchos otros cineastas portugueses (de João César Monteiro a João Botelho, de Joâo Mário Grilo a Pedro Costa), que trabajaban o no exclusivamente con Paulo Branco, han visto su vida (y su carrera) facilitadas por el apoyo de Paulo Branco. No cabe duda de que dadas sus personalidades, fuertes y tenaces, todos estos cineastas habrían, de una manera u otra, hecho sus films incluso sin Paulo Branco, pero tal vez no los habrían hecho con la misma regularidad ni, sobre todo, con la misma libertad. En Portugal, país sin un mercado cinematográfico capaz de “amortizar” completamente las películas, las subvenciones estatales son una condición imprescindible para hacerlas; al defender el cine de autor, además y siempre, por lo general, frente a la contestación y los prejuicios de la opinión pública portuguesa, al facilitar la producción y promover la divulgación de este cine en el extranjero, Paulo Branco ha jugado un papel fundamental en garantizar la propia “supervivencia” del cine portugués.>>

Luis Miguel Oliveira (1)

Marguerite Duras, Wim Wenders, Alain Tanner, Andrzej Zulawski, Chantal Akerman, Raúl Ruiz, Jerzy Skolimowski, Fanny Ardant, André Téchinè, Paul Auster, Michel Piccoli o David Cronenberg son algunos de los cineastas no portugueses que trabajaron con Paulo Branco, cuya filmografía ronda los trescientos títulos y traspasa las fronteras portuguesas y francesas, los dos países donde ha desarrollado la mayor parte de su trabajo, para ser un productor europeo: <<me veo menos como productor portugués que como un productor simplemente… un productor europeo>> (2). Independiente, aunque, como todos, dependa de algo que a veces se nos escapa, su organización incluye la producción, la exportación y distribución de películas. Algunas de sus producciones son títulos fundamentales de la cinematografía europea, dentro de la cual ha alcanzado reconocimiento y recibido numerosos premios; entre ellos al mejor productor europeo en 1997 o el Premio Cineuropa en 2014. Asumido que se trata de los grandes productores que ha dado el cine en las últimas décadas, apuntar que la diferencia entre alguien como Branco, con casi medio siglo de cine a sus espaldas, y otros productores reside en que las inquietudes del lisboeta van más allá de las comerciales. <<Cuando me lancé en la producción en Inglaterra, con Spider Pictures, me di cuenta que ese sistema a la americana no deja lugar a los productores independientes. Allí, el productor se reduce a un descubridor de talento: no tiene de verdad poder de decisión. Pero la elección y la libertad son esenciales a mis ojos.>> (3) Las tiene creativas y también económicas, me refiero a las inquietudes, y artísticas propias —<<un productor nunca es un mero agente pasivo, con funciones financieras; tiene también un importante papel creativo, al servicio de los artistas, más también iniciando los productos>> (4)—, lo que a veces puede acarrear conflictos como el que mantuvo con Terry Gilliam a raíz de su entrada (y salida) en el personal y accidental proyecto del director estadounidense: El hombre que mató a Don Quijote (2018), cuyo origen data de la década de 1990. Pero hablando de otros orígenes, los cinematográficos de Branco datan de 1974, cuando en se convierte en programador en el cine Olympic. Poco después, produce su primera película: Torre Bela (Thomas Harlan, 1975), pero sería su encuentro con Manoel de Oliveira, en Francisca (1981) el que beneficia a ambos: les da proyección internacional. Desde entonces, como apunta el texto de Luis Miguel Oliveira, fue el productor habitual del gran cineasta portuense, quien dio a conocer un cine, por entonces, desconocido fuera de Portugal y hoy admirado en numerosos festivales internacionales. Pero no todo son flores. Como en todas las cinematografías, lo mejor es lo menos. Pero nada de eso resta que Branco sea uno de los productores indispensables del cine europeo.


(1) Luis Miguel Oliveira: Paulo Branco, prod(a)utor. Del productor como anacronismo. Nickelodeon, revista trimestral de cine, número 15, verano de 1999.

(2) (3) Paulo Branco, entrevistado por Bénédicte Prot, en la Berlinae 2005.

(4) Paulo Branco, entrevistado por João Rodrigues e Souza, en El Trapecio, 2023.

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