domingo, 9 de abril de 2023

Manhatta (1921)

Inspirados por el poema de Walt Whitman Mannahatta, los fotógrafos Paul Strand y Charles Sheeler, que ya era un reputado pintor, se lanzaron en busca de la poesía visual de Manhattan. Las imágenes resultantes de la aventura urbana y cinematográfica de estos dos grandes artistas, hasta entonces sin experiencia fílmica, es el acercamiento visual a la arquitectura urbana neoyorquina y al modernismo cinematográfico, al desarrollo urbanístico, a calles y rascacielos, al humo de las elevadas chimeneas de los edificios, de los trenes que llegan y parten de la Gran Manzana, de los barcos que arriban a esa ciudad multiétnica y millonaria en almas a la que Whitman canta, porque es su ciudad, la que conoce, observa y ama. La ciudad que en cierta medida le representa. El asfalto, las aceras, el hormigón, los puentes, el acero, los vehículos, las grúas de la construcción, el Hudson, los hombres y las mujeres dan forma a los versos visuales de Manhatta (1921), que riman en consonancia a la intención artística de sus autores, al objetivo de la cámara que los filma en instantes robados al tiempo, distraído en su fuga inalterable y perpetua, y al montaje posterior que transforma la realidad filmada en la poética vanguardista de una ciudad que en 1920 se abre al mundo, una ciudad que a ojos propios y extraños podría parecer contradictoria, humana y deshumanizada, joven, universal y futurista —y como tal, en su primer viaje a Nueva York, llamaría la atención de Fritz Lang y le inspiraría la estética de Metrópolis (1927)—.

Sin ser conscientes de la influencia posterior de su obra homenaje a Nueva York y a Whitman, el poeta que canta al yo y al resto, el poeta del cuerpo y el poeta del alma —presumía en uno de sus versos—, Strand y Sheeler lograron filmar la que probablemente sea la primera “sinfonía urbana”… Digo probablemente porque los orígenes del cinematógrafo se escapan y se pierden en su amplitud y en su tiempo ya vivido y perdido, en mi eterno desconocimiento de todo su conjunto y en el olvido que siempre nos acompaña como presagio de lo que seremos. Pero de lo que no tengo duda es de que Strand y Sheeler realizaron una película de planos pictóricos —la puesta de sol sobre la bahía, la llegada del transatlántico o las fachadas que se pierden en alturas— nacida de la inspiración generada por la ciudad de los rascacielos y por el poeta que se cantó a sí mismo (y a los demás) en Hojas de hierba, un autor que también liberaría versos en Federico García Lorca —supongo innecesario expresar que sin Whitman no existiría Oda a Walt Whitman, pero nunca se sabe con esto del conocimiento—, y un cortometraje pionero que precede a “sinfonías” posteriores realizadores por cineastas tan dispares como Dziga Vertov, Walter Ruttman, Robert Siodmak y Edgar G. Ulmer, Manoel de Oliveira o, más de medio siglo después, Woody Allen y las imágenes con las abre su Manhattan (1979). También ellos y otros buscarían y encontrarían en sus ciudades poesía y musicalidad visual y urbana…


“Mannahatta”, de Walt Whitman

<<Estaba pidiendo algo especifico y perfecto para mi ciudad,

Con lo cual ¡he aquí! surgió el nombre aborigen.

Ahora veo lo que hay en un nombre, una palabra, líquida, cuerda, revoltosa, musical, autosuficiente,

Veo que la palabra de mi ciudad es aquella palabra de antaño,

Porque veo esa palabra anidada en nidos de agua de bahía, espléndida,

Rica, rodeada de veleros y barcos de vapor, una isla de dieciséis millas de largo, de cimientos sólidos,

Innumerables calles atestadas, altas construcciones de hierro, esbeltas, fuertes, ligeras, espléndidamente alzándose hacia cielos despejados,

Mareas rápidas y amplias, bien amadas por mí, hacia la puesta del sol,

Las corrientes marinas que fluyen, las islas pequeñas, las islas más grandes contiguas, las cumbres, las villas,

Los innumerables mástiles, los blancos barcos de vapor, las gabarras, los transbordadores, los negros barcos de vapor bien modelados,

Las calles del centro, los negocios de los usureros, los negocios de los comerciantes de barcos y los corredores de dinero, las calles-ríos,

Inmigrantes arribando, quince o veinte mil en una semana,

Los carros que transportan mercancías, la carrera varonil de los conductores de caballos, los marineros de cara morena,

El aire de verano, el brillante sol radiante y las nubes navegantes en lo alto,

Las nieves invernales, los cascabeles de los trineos, el hielo roto en el río, subiendo o bajando con la marea alta o baja,

Los mecánicos de la ciudad, los maestros, bien educados, de hermosos rostros, mirándote directamente a los ojos,

Aceras abarrotadas, vehículos, Broadway, las mujeres, las tiendas y los espectáculos,

Un millón de personas, modales libres y soberbios, voces abiertas, hospitalidad, los jóvenes más valientes y amistosos,

¡Ciudad de aguas apresuradas y chispeantes! ¡Ciudad de torres y mástiles!

¡Ciudad anidada en bahías! ¡Mi ciudad!>>


“Mannahatta”, by Walt Whitman

<<I was asking for something specific and perfect for my city,

Whereupon lo! upsprang the aboriginal name.

Now I see what there is in a name, a word, liquid, sane, unruly, musical, self-sufficient,

I see that the word of my city is that word from of old,

Because I see that word nested in nests of water-bays, superb,

Rich, hemm'd thick all around with sailships and steamships, an island sixteen miles long, solid-founded,

Numberless crowded streets, high growths of iron, slender, strong, light, splendidly uprising toward clear skies,

Tides swift and ample, well-loved by me, toward sundown,

The flowing sea-currents, the little islands, larger adjoining islands, the heights, the villas,

The countless masts, the white shore-steamers, the lighters, the ferry-boats, the black sea-steamers well-model'd,

The down-town streets, the jobbers' houses of business, the houses of business of the ship-merchants and money-brokers, the river-streets,

Immigrants arriving, fifteen or twenty thousand in a week,

The carts hauling goods, the manly race of drivers of horses, the brown-faced sailors,

The summer air, the bright sun shining, and the sailing clouds aloft,

The winter snows, the sleigh-bells, the broken ice in the river, passing along up or down with the flood-tide or ebb-tide,

The mechanics of the city, the masters, well-form'd, beautiful-faced, looking you straight in the eyes,

Trottoirs throng'd, vehicles, Broadway, the women, the shops and shows,

A million people—manners free and superb—open voices—hospitality—the most courageous and friendly young men,

City of hurried and sparkling waters! city of spires and masts!

City nested in bays! my city!>>





2 comentarios:

  1. Muy interesate -ya te lo dije😄-. Parece insertarse en las vanguardias del ritmo de las ciudades...Pero con la inspiración Whitman, será singular.Y lo del nombre cherokee, me ha encantado.😊

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    1. Sí, así es; o es la impresión que me generan sus imágenes (cuando, mentalmente, intento ubicarlas en su momento). En cuanto al nombre, suena genial 😉

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