miércoles, 20 de julio de 2022

Katharine Hepburn: Veneno para la taquilla, dame veneno que quiero morir


<<Durante este periodo mi carrera cayó en picado. Fue entonces cuando empezaron a ponerme la etiqueta de “veneno para la taquilla”. Los dueños de las salas independientes estaban tratando de librarse de mí, de Marlene Dietrich y de Joan Crawford. Pero al parecer, para conseguir las películas que realmente querían, estaban obligados a contratar las nuestras.

En realidad, yo les compadecía: había hecho una serie de películas muy aburridas:

Corazones rotos (Break of hearts)

La gran aventura de Silvia (Sylvia Scarlett)

Mujeres rebeldes (A Woman rebels)

Olivia (Quality Street)

Y otras buenas:

Sueños de juventud (Alice Adams), con Fred MacMurray

Damas del teatro (Stage door), con Ginger Rogers

La fiera de mi niña (Bringing up baby), con Cary Grant

Vivir para gozar (Holiday), con Cary Grant

Estas últimas eran buenas películas pero, al parecer, me había convertido en alguien a quien los empresarios evitaban a causa de las cuatro precedentes. Filmé Vivir para gozar gracias a que aceptó prestarme la RKO, que estaba ansiosa por librarse de mí y me había ofrecido hacer Mother carey’s chickens, que yo había rechazado. Hicimos un trato: yo les pagaría 75.000 dólares y ellos me dejarían hacer Vivir para gozar para Columbia. Harry Cohn, de la Columbia, me había ofrecido 150.000 dólares.

En aquel momento me convertí en líder del “veneno para la taquilla”. Los dueños de cines independientes me pusieron en la cabeza de las listas. Realmente había ido cayendo y cayendo. Terminé Vivir para gozar.

Así que Harry Cohn quedó clavado con Vivir para gozar mientras se producía toda aquella publicidad negativa. Pobre Harry. Pensó replicar con un anuncio que preguntaba: ¿Qué malo tiene Katherine Hepburn?, pero le aconsejé no hacerlo.

—¡Cuidado! Podrían decírtelo.

Entonces resolví que lo mejor que podía hacer era volver al Este y representar una comedia o cualquier otra cosa.>>*

Así cuenta Katherine Hepburn su época venenosa, en la que estaba considerada más letal para las taquillas cinematográficas que Mel Gibson y Danny Glover para los cacos que les salían al paso en los estruendosos ochenta. Pero, aparte de su letalidad comercial, la actriz también deja claro un punto importante que puede explicar, al menos en parte, la raíz del fracaso de las espléndidas La fiera de mi niña o Vivir para gozar. En Hollywood, la publicidad es parte vital del negocio y los estudios se gastan un dineral en ella; tanto que pueden lograr que un film pésimo reviente la taquilla y se considere una obra maestra, exclusivamente por su recaudación, ya que en la industria hollywoodiense hacer pasar cantidad por calidad forma parte de la fantasía del cine. No obstante, existe otra publicidad, la mala, que puede resultar ruinosa aunque sea gratis. Una de este tipo, era la que arrastraba la futura protagonista de La reina de África (The Africa Queen, John Huston, 1951) tras un par de reveses taquilleros. Como comenta Jose Luis Sáenz de Heredia al inicio de la hilarante El grano de mostaza (1962), de algo apenas visible se puede llegar a hacer una montaña y eso es lo que sucedió en torno a esta grandísima actriz que volvió al este y representó una comedia cuyo éxito resultó un antídoto de por vida, uno que la devolvió por la puerta grande al cine e hizo que los productores quisieran tener “veneno Hepburn” en sus películas.

*Hepburn, Katharine: Yo misma (traducción Susana Constante). Salvat Editores, Barcelona, 1995.

6 comentarios:

  1. Tal vez fuese veneno para la taquilla, pero para el cine entendido como arte fue una de las mejores actrices de todos los tiempos.

    Saludos.

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    1. No podría estar más de acuerdo: “fue una de las mejores actrices de todos los tiempos”

      Saludos.

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  2. Toño, qué buena idea citar párrafos de autobiografías

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    1. Aunque hay que mantener una distancia objetiva y crítica con los libros de memorias (los autores suelen favorecerse, incluso cuando no quieren), me parecen una fuente directa inestimable. En cuanto a las citas, las que me llaman la atención, me invitan a reflexionar sobre ideas, momentos y situaciones referidas por los autores; y también a confrontarlas y relacionarlas con su época y con la nuestra, y con mi propio pensamiento.

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  3. La Hepburn era andrógina, directiva, desafiante, revolucionaria, insoportable y hechizante. Y además era una enorme actriz. Solo con la mirada. Lo que está al alcance de los más abismales intérpretes...

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    1. Espléndida descripción, Francisco. Un lujo para este blog.

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