miércoles, 19 de septiembre de 2018

Bananas (1971)



Neoyorquino, probador de máquinas inútiles, inmaduro y sin éxito con las mujeres, Fielding Mellish
 (Woody Allen) se convierte en presidente de la república bananera de San Marcos y en supuesto enemigo de su país de origen a raíz de un cúmulo de circunstancias que se suceden en forma de gags más o menos divertidos, gags que reafirmaban el tono paródico expuesto por Woody Allen en Toma el dinero y corre (Take the Money and Run, 1969), su debut en la dirección de largometrajes. Durante su primera etapa como realizador, la intención de divertir prevalece sobre el humor más elaborado y personal que el responsable de Delitos y faltas (Crimes and Misdemeanors, 1989) empezaría a desarrollar en toda su amplitud a partir de Annie Hall (1977). El humor existencialista del Allen maduro y angustiado asoma en Bananas (1971) en forma de pequeños destellos, chapuceros y premeditados, que se dejan ver durante un film que se recrea en la parodia de situaciones y en la vis cómica del cineasta, guionista y actor. Esta falta de elaboración, consciente por parte del cineasta neoyorquino, provoca los altibajos de una película que, entretenida, se inicia y cierra con la hilarante y deportiva retransmisión televisiva en directo de dos eventos: la muerte del presidente de San Marcos y la noche de bodas de Fielding y Nancy (Louise Lasser). Entremedias, Bananas puede verse como una comedia sin mayor pretensión que la de divertir a toda costa, burlándose de una situación geopolítica consecuencia de la guerra fría, o bien puede interpretarse como una continuación lógica en la maduración y evolución de un realizador que no tardaría en abandonar el tono de sus primeras producciones para afianzar y profundizar en las constantes temáticas y personales que cobrarían mayor peso en La noche de Boris Grushenko (Love and Death, 1976). Pero si hablamos de evolución habría que regresar al protagonista y quizá preguntarse ¿cómo un hombre sin confianza en sí mismo y sin apenas valía se convierte en el dictador de una república bananera? La respuesta es tan sencilla como decir que se convierte en líder de la República de San Marcos por la atracción que Nancy, una joven activista, liberal y feminista, ejerce sobre él. A decir verdad, a Fielding la política y los derechos civiles le traen sin cuidado, le preocupa más el sexo y llamar la atención de una muchacha a quien no llena y que no tarda en romper la relación. De modo que, contrariado por el rechazo y convencido de que posee la fuerza que ella le niega, Fielding pone rumbo a la isla donde sin pretenderlo se convierte en uno de los guerrilleros que luchan contra el general Emilio Molina Vargas (Carlos Montalbán), imagen paródica del general Batista, al lado de los insurrectos comandados por Espósito (Jacobo Morales), álter ego cómico de Castro, que, borracho de poder, es sustituido por el desorientado héroe revolucionario.

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