Los símbolos visuales que Victor Sjöström empleó en El que recibe el bofetón (He Who Gets Slapped, 1924) elevan su propuesta a obra maestra del cine mudo, aunque estos recursos tenían una función específica, la de mostrar la condición humana de Paul Beaumont, un personaje que resulta perturbador, patético y digno de compasión, en buena medida, gracias a la aportación de Lon Chaney, el hombre de los mil rostros y una de las estrella indiscutibles del periodo silente, aunque encasillado en personajes a menudo monstruosos y víctimas del desequilibrio emocional que también define al payaso Él. En esta película, el cineasta sueco expuso con brillantez la trágica existencia de un hombre que ha perdido su condición de serlo, condenado a una vida en la que ya nada le importa ni le afecta, ni siquiera cuando lo humillan en la pista del circo para disfrute de su público, sádico e irracional. Sin embargo, antes de llegar a este extremo, se muestra al Beaumont anterior a su transformación. En ese tiempo pretérito se descubre a un científico entregado a sus investigaciones y a su mujer, María (Ruth King). De tal manera, no contempla la posibilidad de que su mundo se derrumbe, como tampoco sospecha que su mecenas y supuesto amigo, el Barón Regnard (Marc McDermott), le usurpe su descubrimiento ante decenas de eminentes académicos. El científico reacciona, aunque ninguno de los presentes concede crédito a sus palabras de protesta. Risas, burlas, carcajadas, humillan a un hombre a quien se despojado de la mitad de su ser. En esas condiciones, no puede más que buscar apoyo en su otra mitad, representada en su esposa, de quien espera consuelo y en quien encuentra la pérdida absoluta de su existencia. Este instante de dolor —descubre que ella también se ha reído de él— rompe de manera definitiva su precario equilibrio emocional, porque María le dice que no es más que un payaso. Beaumont pierde la razón, su identidad y su capacidad de sentir, como refleja de manera simbólica el hecho de que en su nueva existencia asuma el anonimato que le ofrece el pronombre personal Él y su papel de clown, que le proporciona fama y bofetones dentro y fuera de la pista del circo.
martes, 28 de febrero de 2012
El que recibe el bofetón (1924)
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