viernes, 23 de diciembre de 2022

Los vampiros (1915-1916)

Obra cumbre del serial policíaco y de Louis Feuillade, Los vampiros (Les vampires, 1915-1916) se compone de diez episodios cuya suma alcanza las siete horas de crímenes y persecuciones, de fugas espectaculares, romances, secuestros, engaños, disfraces y la complicidad que Mazemette (Marcel Lévesque) establece con el público. Él es el personaje masculino del film, aunque no sea el héroe o precisamente por no serlo, resulta mucho más atractivo que Philippe Guérande (Édouard Mathé) o cualquiera de los tres villanos que, sucesivamente, lideran la organización criminal que ambos persiguen. El otro gran personaje del serial es Irma Vep (Musidora), maestra del disfraz, villana incansable, quebradero de cabeza de las autoridades y experta en fugas imposibles, sea del barco que la transporta a la prisión argelina o del último piso del edificio del que escapa por la ventana, desenrollándose la cuerda que poco antes se había enrollado a la cintura. La presencia de estos dos personajes es un grandísimo acierto, pero lo que de verdad mantiene viva la acción de este largometraje por episodios es su desenfado, su ausencia de prejuicios, el buscar superarse, aunque en ocasiones caiga en la repetición, y en ser toda una lección de entretenimiento y de posibilidades cinematográficas, sin ir más lejos, cuando Philippe y Mazemette acuden a un cine a ver un noticiario sobre el crimen que investigan. Este momento es magnífico, por la posibilidad que aventura: el noticiero que ocupa la pantalla no es una proyección, es representación de la película que presencia la pareja de investigadores. Es un primer paso y de ahí a que los personajes salgan de la pantalla, hay el que Buster Keaton dará en El moderno Sherlock Holmes (Sherlock Junior, 1924).

Rodado entre 1915 —las tres primeras entregas— y 1916, el serial da cabida a la fantasía, el crimen, el misterio, el humor, la aventura que asoma y completan cada episodio, de entre 30 y 50 minutos de duración, hasta alcanzar la resolución de su intriga, que se disfruta gracias al buen hacer de Feuillade, pionero cinematográfico que sentaba las bases del serial, el cual ha llegado hasta la actualidad en formato televisivo, en ciclos y en sagas cinematográficas. De principio a fin, Los Vampiros se centra en la lucha de Philippe y Mazemette contra la banda criminal que da título a esta película de larga duración, una de las más ambiciosas y logradas de Feuillade, lo que ya supone ser uno de los mejores seriales del cine. Su desenfado cinematográfico es uno de los mejores recursos de Feuillade, que no duda en romper la distancia con el público: por ejemplo, en el segundo episodio, escoge a Mazemette para ello. El personaje, hasta entonces ambiguo y cómico (atributo que no pierde a lo largo del serial), se dirige a nosotros para indicarnos que en el sótano hace calor, que la máscara que le cubría el rostro resulta asfixiante y que su prisionero, Philippe, debe estar pasándolo realmente mal, de modo que le quita el capuchón que le cubre el rostro y descubre a quién será su amigo. Lo libera y le salva la vida por primera vez; volverá a hacerlo a lo largo de la serie. Feuillade simpatiza con este personaje que inicialmente apunta a secundario y acaba convirtiéndose en el de mayor peso del serial, lo cual, beneficia el entretenimiento perseguido por el cineasta. Este parece divertirse, no juzga a los villanos, su propuesta no va de eso, sino de atrapar al público en un universo cinematográfico de crimen, persecuciones, fugas, engaños, rivalidades, amor a quemarropa —el que surge entre Juan José Moreno (Herrmann), jefe de la banda rival, e Irma Vep—, humor, camaradería, la que se va afianzando entre Philippe y Mazemette, y magnetismo, el que desprende Irma Vep, la escurridiza, habilidosa y peligrosa villana, mano derecha de los tres “Gran Vampiro” que sucesivamente lideran la banda. Irma asoma en la pantalla por primera vez en el tercer episodio, El criptograma rojo, y se hace con un merecido protagonismo y, ajustándonos a su pertenencia a la organización criminal “Los vampiros”, se convierte en una de las primeras vampiresas del cine, pero también es una de las más atractivas villanas del periodo silente y en influencia para futuras criminales de celuloide.




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