miércoles, 14 de diciembre de 2022

Seriales: Jasset, Perret y Feuillade


Hay tantos nombres que unir a los de los Lumière, Alice Guy, Georges Méliès, Ferdinand Zecca, Edwin S. Porter, Segundo de Chomón, Filoteo Alberini, David Wark Griffith… que ahora solo referiré otros tres pioneros claves en el devenir del cinematógrafo: Victorin Jasset, Léonce Perret y Louis Feuillade, imprescindibles en el nacimiento de los populares seriales de aventuras e intriga que conquistaron al público francés a lo largo de la década de 1910. En esta “serie negra”, que mezclaba cine de aventuras, policíaco y criminal, los tres ilusionistas cinematográficos probaban y avanzaban trucos visuales que les permitía dotar a la acción de sus películas la constante ilusión de movimiento; mediante el montaje, cambiando de escenarios y paisajes, sin pausa, generando sensación de ritmo y tensión; a veces, exotismo, y otras, misterio. Su maestría era su osadía, y su inventiva les permitía evolucionar este tipo de serial que se proyectaba en episodios a lo largo de varios meses. Sus propuestas entretenían y sorprendían a su público, que imagino disfrutando con las andanzas de detectives, ladrones, héroes, heroínas,… que se convirtieron en sus favoritos.


Claro que estos cineastas no eran los únicos a realizar seriales, pero sí quienes abrieron el camino que también ellos caminaron. Jasset dio un primer paso en Docteur Phantom (1910) y lo avanzó en el ciclo dedicado a Zigomar y Nick Carter (1911-1913), por lo que podría decirse que suyo fue el pistoletazo de salida para este tipo de aventuras de detectives, maestros del disfraz, vampiresas y bandas delictivas que se hicieron familiares para el público. Léonce Perret siguió su estela en Main de fer (1912-1913) y Feuillade, que en 1907 había sustituido a Alice Guy al frente de la supervisión de Gaumont, lo popularizó. En cierto modo, supero a sus colegas. Feuillade, uno de los primeros grandes genios del cine, sacó mayor partido a la acción, la dotó de un ritmo más trepidante y apuró la experimentación en las cinco aventuras independientes de su Fantomas (1913-1914). El exitoso ciclo dedicado al famoso ladrón, que recuperaría su fama en el cine sonoro con el rostro de Jean Marais, solo era una primera cima del serial en manos de este gran cineasta nacido en 1873. No tardaría en llegar a su segunda, en Los vampiros (Les Vampires, 1915-1916), serie de doce episodios anuales que fue prohibida en algunos lugares de Francia, y a la tercera en Judex (1917) y su continuación La nouvelle mission de Judex (1918); e incluso habría una cuarta: Barrabás (Barabas, 1919). Todo lo dicho, obedece a un motivo: recordar que los tres fueron indispensables en el medio que llevaron un paso adelante, un medio que ayudaron a popularizar antes de que lo popular los olvidase a ellos. Así es la vida, y así la memoria popular, que en muchos casos es desmemoria. La lucha entre el recuerdo y el olvido tiende a favor de este último, solo es el curso de nuestra historia, y, en este caso, la victoria del segundo hace de Jasset, Perret y Feuilliade cineastas “fantasma”, minoritarios para el público actual, apenas visibles, pero cuyo legado no desparece. Se ha hecho parte del propio cine, incluso para quienes ignoran que, igual que todos los olvidados, los tres existieron. Se puede apreciar en el primer Fritz Lang, “Las arañas”, en su “Mabuse” y “Los espías”; en el ciclo dedicado a Sherlock Holmes, interpretado por Basil Rathbone; en producciones de serie B como la de “El halcón” protagonizada por Tom Comway; en series televisivas; en la saga James Bond y, si apuro el devenir y las formas, en las de Misión imposible o las Marvel; o acaso tanto las producciones de Tom Cruise y las de la Disney ¿no venden a sus seguidores un serial con héroes, heroínas y rivales a batir?

Victorin Jasset

Léonce Perret

Louis Feuillade


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