jueves, 23 de septiembre de 2021

En la red de mi canción (1971)


Plano de la torre de las Campanas, construida sobre la original del siglo XI y concluida por Peña de Toro y Domingo de Andrade entre 1667 y 1670, y de la torre de la Carraca, levantada a imagen de la anterior un siglo después por Casas de Novoa, la cámara desciende y se sitúa sobre la piedra del Obradoiro en el mismo instante en el que una furgoneta irrumpe en la plaza a ritmo de Pois eu. Por momentos, durante instantes musicales como este, en los que suena una canción de Andrés do Barro, En la red de mi canción (1971) podría pasar por una sucesión de vídeos pop-folk gallego donde igual vemos al cantautor ferrolano en la parte trasera y descapotable de esa furgoneta que recorre rúas y plazas monumentales de Santiago de Compostela como acudiendo a la romería, a ritmo de Camiño de San Antón, donde Elena (Concha Velasco) come rosquillas de feria, típicas de las fiestas populares, y prueba el vino barrantes que, junto o ribeiro, consume parte de la concurrencia que disfruta de la jornada al son de panderetas, gaitas y muñeira; cuando no rumbo a Madrid en un vagón desde donde contemplamos el paisaje ourensano, testigo natural de la letra y música de O tren, quizá el tema más famoso de un cantante que alcanzó la gloria, vivió el éxito y concluyó sus días en el olvido. En la figura de Andrés do Barro, probablemente la mayor estrella del pop galego de la década de 1970, y en la presencia de su música y sus letras en gallego, <<porque así lo he sentido y porque quiero colaborar con todo interés y cariño a dignificar mi idioma materno, caído durante muchos años en el más cruel menosprecio>> —expresó el músico en su primer disco—, En la red de mi canción es una película única, pues es el único largometraje en el que participó. Salvo en sus canciones, su voz original fue sustituida por la de un actor de doblaje y esta sustitución resta personalidad a su personaje, ya que, al ser un doblaje neutro, le borra identidad, elimina ese el acento que, más o menos exagerado en la pronunciación, los nacidos y criados en Galicia cantamos en el habla y musical delata nuestro origen.


Por lo demás, la película de
Mariano Ozores no deja de ser una comedia que intenta aprovechar el gancho comercial de un cantante de éxito. En este caso, Andrés do Barro, cuyo éxito fue tal, que algunas de sus canciones en gallego —O tren, San Antón, Teño Saudades o Corpiño Xeitoso— alcanzaron los puestos más altos en las listas nacionales (e internacionales), con el mérito añadido de romper una barrera lingüística y cultural, al cantar sus canciones en gallego en la dictadura franquista, aunque fuese un período a las puertas del tardofranquismo. Ozores divide su atención dramática entre el romance de Elena y Andrés, y el distanciamiento generacional entre este y su padre (Alfredo Mayo); y la cómica se centra en el lucimiento de los humoristas Cassen, que asume el rol de caradura universitario que lleva doce años suspendiendo la única asignatura que le resta para licenciarse, y Antonio Ozores, que da vida a don Pepe, maquiavélico y patoso ejecutivo, cruce de Mortadelo, Clouseau y del personaje característico del actor, que intenta lograr que Andrés acepte formar parte del consejo de la empresa pesquera de su padre. Don Pepe no lo hace por generosidad, sino por intereses propios, ya que de no conseguirlo se ve sin empleo. Inicialmente, Elena persigue el mismo objetivo, por eso acepta formar parte del plan que le propone el maestro del disfraz: que enamore al joven aspirante a cantante y logre que abandone la música, su pasión, y acepte ser el heredero de la lucrativa empresa paterna. En cierto aspecto, la ficción guarda relación con la vida real, pues ambos Andrés, el real y el de celuloide, pasan por una situación de enfrentarse a lo que se espera de ellos: <<En mi familia, hay una tradición marinera muy arraigada. Tengo hermanos, padre, tíos, abuelos y bisabuelos marinos. Gente de mar, gente viajera. También emigrantes, que se fueron a América, que necesitaban cruzar el océano, no porque necesitasen salir de una casa para poder vivir. Yo estudié la carrera de marino mercante. Me quedaba una asignatura para acabarla. Un buen día me dije “¡zas!” y la dejé. No era lo mío. Quizá por eso no me hice marino de guerra. Me faltaba convicción. En mi familia el golpe no encajó muy bien. Fue un descalabro. Mi padre pensó que yo buscaba hacer el vago y el calavera. Ahora ya se ha dado cuenta de que la canción, con seriedad profesional, es importante y puede llenar una vida. Es mi vocación: componer canciones y cantarlas>> (de la entrevista publicada en Mundo Joven, 16 de enero de 1971).



2 comentarios:

  1. Esto tiene toda la pinta de ser una joya que me apunto, desde ya, en mi lista de filmes pendientes.

    Saludos.

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    1. Pues, desde ya, me apetece leer tu comentario sobre esta película en tu blog.

      Saludos.

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