La huida (1972)
Durante los títulos de crédito iniciales se desvela el estado de ánimo de un hombre que no aguanta más su encierro en la prisión, Doc McCoy (Steve McQueen) necesita salir y sentirse libre, aunque para ello deba pedirle a Carol (Ali McGraw), su esposa, que acuda a Jack Beynon (Ben Johnson) para que éste influya sobre la decisión de la junta de revisión de la condicional. Los favores no son gratuitos, Doc tiene claro este punto, sabe que Beynon le pedirá algo a cambio, pero ¿qué puede hacer? ¿volverse loco allí dentro? Tras su puesta en libertad a Doc McCoy se le presentan dos problemas inmediatos, el primero de índole personal (retomar su relación matrimonial después de años en prisión) y el segundo más profesional (no desea seguir haciendo trabajos al margen de la ley) relacionado con su influyente y corrupto libertador, un hombre que le exige que planee el golpe a un banco en un pequeño pueblo de Texas. Como hombre inteligente, Doc duda, pero no puede más que aceptar las condiciones de Beynon; así pues, se calla, algo que no sería raro en un tipo de pocas palabras, efectivo y que siempre pretende asumir el control de cuanto hace, sin embargo, le imponen la presencia de Rudy (Al Lattieri) y Frank Jackson (Bo Hopkins), dos individuos de los que desconfía. Doc y Carol inician los preparativos de un atraco perfecto que se tuerce en el instante en el que Frank mata al vigilante; pero será Rudy, guiado por su ambición, quien les traiciona. McCoy actúa con rapidez, sin dudas, descargando su arma sobre Rudy, para impidir que éste les elimine igual que poco antes hizo con Frank. Convencidos de la muerte de Rudy, se reúnen en el despacho de Beynon, donde Doc descubre que su mujer se ha convertido en la amante del mafioso, y que pretenden deshacerse de él; ésto se expone con gran rapidez, pero con una precisión que permite comprender la sorpresa (desengaño) de Doc y la sensación de impotencia que domina a Carol, quien en el último momento mata a Beynon, dejando clara cuales son sus preferencias. La huida les separa, la desconfianza y los reproches que marcan a Doc le impiden asumir que su esposa, a pesar de ocultarle su traición, todavía le ama y que le ha elegido a él.
La acción de La huida (The Getaway, 1972) resulta contundente y expeditiva, y posee el atractivo visual de las mejores películas de Sam Peckinpah, desarrollando un movimiento trepidante y violento alrededor de la relación entre Doc y Carol, pero también enfrentando a dos personalidades tan opuestas como las de Rudy y McCoy. La relación matrimonial se opone a la violencia ostentosa que se descubre en Rudy, un delincuente que necesita demostrar su fuerza y su poderío, cuestión que se observa cuando decide secuestrar al veterinario que ha curado su herida y a la esposa de éste, una mujer que siente atracción por el lado salvaje y grotesco de un asesino que ridiculiza constantemente a su marido. Mientras Fran Clinton (Sally Struthers) se siente atraída por el secuestrador, Harold Clinton (Jack Dobson) no puede más que observar, impotente y humillado, como su mujer se entrega a un criminal a quien sólo le importa atrapar a Carol y a Doc. Pocos fueron los que apostaron por un film de encargo basado en una novela de Jim Thompson, adaptada por Walter Hill y rodada, desde su estilo personal, por Sam Peckinpah, una película que se convertiría en un clásico de la década de 1970, y que contó con tres actores que dotaron de credibilidad a sus personajes, como se comprueba en la impotencia, rabia contenida y dudas que Steve McQueen transmite sin llegar a exteriorizarlas verbalmente, en el rostro de Ali McGraw cuando aguarda en la estación a la espera de un marido que no sabe si regresará o la excesiva brutalidad que domina al personaje interpretado por Al Lattieri.
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