domingo, 4 de marzo de 2012

El día más largo (1962)


Ignoro la verdadera importancia de los personajes en los hechos, pero la que fuese solo resulta una mínima parte de un todo que escapaba al conocimiento de la mayoría y al control de todos. Hay historiadores que son más divulgadores y cuentacuentos que investigadores porque se dirigen a un público mayoritario, compuesto de lectores, oyentes y espectadores a los que les gustan los cuentos; y cada época necesita los suyos. Los mitos venden más que las personas de carne y hueso, las que tienen fallos y necesidades humanas. En fin, ¿quién puede decir cómo fueron en realidad tipos como Alejandro o César? ¿Plutarco? ¿El propio Julio? El tiempo, los intereses y la fantasía humana hacen que el mito venza al ser real. En los libros que he leído sobre el día D, queda claro que la cosa no resultó ni tan épica ni tan “fácil” como lo pintan películas como Salvar al soldado Ryan (Saving Private Ryan, Steven Spielberg, 1998), cuyo desembarco en Normandía es un alarde de pirotecnia cinematográfica que busca y crea espectáculo audiovisual, mas que recrear la irracionalidad, la locura, el terror, los errores de cálculo o la desorientación del momento, aspectos que quizá vendiesen menos que la lluvia de balas y explosiones que, cabe decirlo, Spielberg filma de manera portentosa; o mismamente El día más largo (The Longest Day, 1962), que sería un acercamiento que pretende fidelidad, pero cuyo desfile de divos, estrellas y actores conocidos juega en contra de la propia historia que pretende contar a partir de lo expuesto por Cornelius Ryan en su libro homónimo; ya que parece que se está más a la espera de descubrir un rostro conocido que en disposición de reflexionar y tal vez comprender las muchas partes de un todo que se nos escapa y que se inicia mucho antes del 6 de junio de 1944, cuando la operación Overlord por fin puede llevarse a cabo, pero con la incertidumbre de si será un éxito o un fracaso militar para los aliados…


El productor Darryl F. Zanuck, uno de los productores más importantes del Hollywood clásico y mandamás, durante décadas, de la 20th Century Fox, contó con un presupuesto de diez millones de dólares para rodar una superproducción que plasmase desde una perspectiva realista el día del desembarco de las tropas aliadas en Normandía; para ello se decidió por enfocar la historia desde los puntos de vista de los implicados, pero necesitaba algo más que realzase la grandeza de la producción que se proponía llevar a cabo, y eso lo logró al juntar en el mismo film a decenas de rostros conocidos de las diversas nacionalidades implicadas en los hechos que se exponen en El día más largo. Un desfile de estrellas como John Wayne, Henry Fonda o Robert Mitchum, entre los americanos; Peter Lawford, Richard Burton o Sean Connery, por parte británica, Curt Jürgens, Peter van Eyck o Gert Froëbe, entre los alemanes o Bourvil, Jean Servais o Arletty en la resistencia francesa, proporcionaron una masiva expectación entorno a un film que prometía más de lo que en realidad ofrece, pues la intención de abarcar un hecho tan colosal como el que se describe, resulta una tarea casi imposible, más aún si se enfoca desde un aspecto generalizado que no logra transmitir las sensaciones que busca para ofrecer una historia de tal envergadura. No obstante, el film intenta ser un acercamiento aproximado a los hechos que se inician el día anterior a la invasión, cuando nadie sabe qué va a suceder. 


Los aliados llevan meses esperando el Día D, aguardan impacientes a que el general Eisenhower (Henry Grace) dé la orden para iniciar la reconquista de Francia. El alto mando alemán, liderado por el mariscal Rommel (Werner Hinz), es consciente de que se puede producir una invasión en cualquier momento, pero no se plantean que el punto escogido sea Normandia, y menos aún con condiciones meteorológicas adversas, pues lo más lógico sería que el desembarco se produjese en la zona del canal bajo unas condiciones atmosféricas propicias. Dicha creencia sería uno de los principales errores cometidos por el ejército de ocupación, como también lo sería la falta de organización en el momento de producirse la ofensiva aliada. 6 de junio de 1944, Día D; de los tres millones de soldados que componen la ofensiva, los primeros en ponerse en marcha son los cuerpos de paracaidistas estadounidenses y las brigadas aerotransportadas británicas que deben tomar el puente de Pegaso; sin olvidar la vital participación de la resistencia francesa, que corta las comunicaciones terrestres. Para que el esfuerzo obtenga recompensa, el resto de las tropas aliadas deben tomar las playas y avanzar hacia el interior, hasta alcanzar las posiciones estratégicas que han capturado, con gran sacrificio, los hombres del teniente coronel Vanderwoort (John Wayne) y los soldados británicos bajo el mando del mayor Howard (Richard Todd). La situación se complica en las playas, miles de soldados aliados son retenidos por los alemanes que defienden la costa; muchos caen, mientras otros no pueden más que permanecer bloqueados a la espera de caer como el resto de sus compañeros. Necesitan realizar un último esfuerzo, un último sacrificio que les permita abandonar unas playas donde yacen miles de sus compañeros, y ahí surge el general Norman Cota (Robert Mitchum), alentando a sus hombres para que den ese paso hacia la liberación de Francia, que sería clave para poner fin al régimen de terror que asolaba a Europa.


La historia de El día más largo, adaptación cinematográfica de la narrada por Ryan en su súper ventas, consigue a medias su doble objetivo, representar los hechos y transmitir las sensaciones en los diversos frentes abiertos. Existe cierta tendencia a crear cierta heroicidad en los personajes, que para eso tienen a Wayne pululando por ahí. El suyo no es el único personaje que, a pesar de representar a personas implicadas en los hechos, parecen forzados o hechos a su medida. El mayor acierto reside en pretender mostrar todas las partes implicadas, que va desde la alegría de los franceses, cuando reciben la noticia mediante mensajes codificados, a la falta de coordinación de un ejército alemán que se ve sorprendido, sin saber reaccionar a tiempo, pasando por las ansiedades que dominan a los soldados aliados, conscientes de que cada misión es básica para el desarrollo de un plan que debe ser ejecutado a la perfección si se pretende alcanzar el éxito. Ken Annakin, Andrew Marton y Bernhard Wicki (Gerd Oswald y el propio Darryl F. Zanuck dirigieron algunas escenas) fueron los directores encargados de enfocar los hechos de los tres ejércitos que se enfrentan en El día más largo (The longest day), una producción que sería imitada en su forma por películas como La batalla de las Ardenas (The battle of the Bulge), La batalla de Inglaterra (The battle of Britain), Tora! Tora! Tora!, La batalla de Midway (Midway) o Un puente lejano (A bridge too far), producciones que también repetirían los aciertos y errores de esta, en mayor o en menor medida.

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