En ese instante en el que los protagonistas caminan, en el caso del personaje de Matheson por una ciudad muerta, que, en realidad, está naciendo a una nueva era, ya solo existe la cercanía de la inexistencia humana, aunque en el libro de McCarthy hay una clara diferencia: existe una esperanza de continuidad en el muchacho; pues, mientras la pareja continúe en movimiento por esa carretera, cabe la posibilidad vital que se le niega al mundo futuro planteado por Matheson en el que los vampiros son los nuevos amos y señores. Pero también me vino a la mente y se entrecruzaba con la novela de McCarthy porque en ambas falta una filosofía o, mejor dicho, una moraleja que responda interrogantes. Pero ¿qué respuestas esperamos obtener de la destrucción de nuestro mundo, de la autodestrucción de nuestra especie? Incluso, ¿cuáles serían las preguntas, si ya nadie quedaría que conociese las adecuadas? Me dije que esto no era del todo malo, más bien lo contrario, puesto que ese supuesto vacío se abría a que uno mismo lo llenase no como padre e hijo intentan reponer su carrito y sus mochilas con cuanto servible encuentre a lo largo de un camino arrasado, solitario, pero amenazador y repleto de peligros. Es trabajo del lector el quedarse en la superficie, en el asfalto trazado para quienes prefieran la comodidad, o salir de ella y adentrarse en las complejidades y opciones que han llevado hasta ese momento en el que se inicia la novela: un futuro que, tal cual se presenta en las líneas, no será el nuestro, pero que acerca una de sus posibilidades… En todo caso, en ese futuro desesperado, desolado, casi deshumanizado, hay el amor de un padre por su hijo, en quien el adulto ve la razón para sobrevivir y matar, si fuese preciso, porque en el muchacho está la única posibilidad de prolongar el futuro humano. Pero ¿qué piensa el chico de su entorno, que no tiene recuerdos de otro tipo de vida que la que lleva junto a su padre? ¿Es capaz de encontrar una explicación para la desolación en la que viven, aparte del miedo que le produce, el único aspecto del mundo que ha conocido? Su pensamiento aún es incapaz de abstraerse y reflexionar complejidades, pero probablemente ya comprenda que nació en un mundo muerto, aunque tal vez ignore que la única esperanza de la humanidad siempre ha estado en la continuidad y evolución de la especie…
miércoles, 24 de septiembre de 2025
La carretera, entre McCarthy y Matheson
Leyendo La carretera, publicada en 2006, la memoria no me dejaba en paz: una y otra vez me devolvía a primera línea a Richard Matheson y su novela Soy leyenda (editada en 1954), la cual leí diez o quince años antes que la también postapocalíptica de Cormac McCarthy. Por momentos, también regresaba La torre oscura, aunque esta saga escrita por Stephen King la aparté en seguida y la aparqué en su sitio, en alguna parte de mi mente en la que va perdiendo cuerpo. ¿Por qué Matheson me ronda tanto?, me pregunté, sabiendo que la respuesta estaba en mi inconsciente, que me lo traía una y otra vez porque supuse que algo en mi cabeza se empeñaba en la idea de que los dos títulos compartían aspectos comunes más allá de su inscripción genérica y su situación postapocalítica. Ambos me invitan a reflexiones que no me sugirieron los libros de King, me dije antes de pensar que el autor de Carrie era un escritor que, aunque esta saga me entretuvo lo suyo, sus obras no me aportan tanto como a sus incondicionales, que son millones. El páramo de La torre oscura, su miscelánea y sus líneas narrativas, su mirada al western, son dignas de elogio, pero La carretera y Soy leyenda me llevan a transitar la desolación, el pesimismo y la muerte de la humanidad (tal como se había conocido hasta que se produce el instante que lo cambia todo) en compañía de solitarios que no son héroes ni antihéroes, ni pistoleros ni magos, solo tipos que pueden ser cualquiera, un viudo, un padre, pudo haber sido una madre, un niño, y cuya meta no es alcanzar un lugar, aunque padre e hijo se dirijan hacia el sur, sino sobrevivir en el mundo donde antes la existencia era posible. Pero la supervivencia no lo es todo, puesto que si solo se tratase de eso, ¿no sería ya el fin de la humanidad?
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