Como tantas obras tempranas, Travesía del horizonte, escrita entre julio de 1971 y septiembre de 1972, cuando Javier Marías vivía sus primeros veinte años, es al tiempo ambiciosa y superficial, ya que no voy a decir que fallida, puesto que no descartó que el fallo que encuentro en ella y el desinterés que me genera lo sea de mi lectura y de mi interpretación, que la encuentra aburrida y llena de estereotipos. Aunque ni la ambición (necesaria para un creador) ni la superficialidad del relato y de sus pobladores —de la que ya no quedaría rastro en Corazón tan blanco, publicada dos décadas después— restan al espacio creativo y narrativo del escritor, que reúne influencias juveniles, tal vez para imitarlas, superarlas o madurarlas, en busca de su propia voz. El resultado se ofrece al lector en forma de novela dentro de una novela, la cual, a su vez, contiene otros relatos, como sería la carta en la que Esmond Handl le cuenta a su amigo Víctor Arledge lo que Bayham dijo sobre su secuestro. Esta concentración de historias, que a nosotros los lectores nos relata un hombre que acude a la lectura del manuscrito, permite a Marias introducir, parodiar y homenajear estilos tan reconocibles en la literatura de aventuras como puedan serlo el de Joseph Conrad, cuyos personajes parecían estar más vivos y en posesión de una vida interior de la que carecen los de Marias en esta novela, o el detectivesco de Arthur Conan Doyle, que asoman prácticamente desde el inicio; e incluso el de Robert Louis Stevenson sobrevuela ese horizonte que complementa la travesía para hacerla inalcanzable. La influencia de Conrad cobra mayor presencia cuando la lectura del manuscrito describa el viaje marítimo, la expedición del Tallahasse a la Antártida que sirve de excusa para poner en marcha el juego propuesto por el escritor, aunque no se detenga en la vida marinera, tan del interés del autor británico-polaco. Del creador de Sherlock Holmes asume la superficialidad psicológica de los personajes, aparte del recurso de introducir historias dentro de la historia del narrador, a quien inicialmente no le interesa ni la lectura del manuscrito ni el misterio que parece encerrar; lo cual puedo entender perfectamente…
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