domingo, 1 de septiembre de 2024

Enemigos públicos (2009)

En Heat (1995), Michael Mann se decanta por la competición entre dos opuestos que no lo son tanto como su apariencia y situación, a uno y otro lado de la ley, indican. Son tipos entregados a su trabajo, que dejan sus relaciones sentimentales en un segundo plano, que viven entregados a lo que hacen. Dicho hacer les hace lo que son: un policía y un ladrón contundentes, inteligentes, seguros de sí, incansables en su obsesión y en su rivalidad. El duelo cobra protagonismo. En este aspecto bien podrían ser personajes de un film de Robert Aldrich, salvo que los competidores de este resultan más expeditivos, cínicos y carnales, menos acelerados y estilizados —no están diseñados para gustar, aunque algunos despierten las simpatías del público—, que los de Mann, quien en Enemigos públicos (Public Enemies, 2009) vuelve a valerse de otra pareja antagónica en un nuevo choque de egos que compiten en un juego a vida o muerte; aunque, en conjunto, el enfrentamiento entre los personajes de Johnny Deep y Christian Bale resulta menos logrado (más artificial y superficial) que el que interpretan Al Pacino y Robert De Niro en el primero de los films citados. Aparte de sus paralelismos con Heat, Enemigos públicos introduce en la competición entre antagonistas la importancia mediática cuando los medios encumbran al forajido al puesto de enemigo público número uno, lo que le sitúa en el punto de mira —y el rechazo del crimen organizado que se protege en el anonimato y las sombras—, y al agente del FBI le conceden la popularidad que J. Edgar Hoover (Billy Crudup) precisa para lograr su victoria: imponerse. Inicialmente, se observa al director del FBI ante una comisión que le deniega nuevos fondos para su agencia. Es una lucha de poder entre los representantes de la cámara y el burócrata que se convertirá en uno de los hombres más poderosos de la nación. Son los primeros tiempos del FBI y la agencia federal precisa asentarse y nada mejor para ello que publicitarse atrapando o eliminado “enemigos públicos números uno” como John Dillinger (Johnny Deep), cuya seguridad en ser intocable choca con la certeza de atraparle por parte del agente Melvin Purvis (Christian Bale), que aboga por un cambio en los métodos empleados por los federales. Estos cambian con su llegada, pues el agente asume un método contundente, similar al de los forajidos…



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