sábado, 29 de octubre de 2022

El día que el payaso lloró (1972)


En la que iba a ser su primera película “seria”, Jerry Lewis no abandonaba su papel de “payaso”, sino que se servía de él para enfatizar la sinrazón que rodea y en la que cae su personaje, un clown que había vivido tiempos mejores y que en el presente del film es una vieja gloria olvidada. Ese personaje, Helmut Dorrs, que mal vive de sus recuerdos de esplendor, es encerrado en un campo de concentración nazi donde su indiferencia inicial, ante el sufrimiento de los prisioneros y víctimas, da paso a su contacto con los niños de campo, en quienes encuentra su público y a quienes conduce entretenidos hacia las cámaras de gas. Tanto los carceleros como los presos ven en ello la solución que evite el llanto y el miedo infantil, obviamente por cuestiones diferentes: los primeros por mantener el orden y los segundos por amor. En este aspecto, la situación de mantener la inocencia infantil alejada de la realidad, Lewis se adelantaba en más de dos décadas al Roberto Benigni de La vida es bella (La vita è bella, 1997), solo que el estadounidense no pudo ver su film estrenado por un problema de producción (el productor no ponía el dinero prometido y el actor tuvo que hacerse cargo de los gastos) y el posterior litigio sobre los derechos legales que enfrentó al cómico con la productora.


En sus memorias, el cineasta estadounidense habla de ese instante y deja la puerta abierta a un posible estreno del film. Se muestra decepcionado, pero también algo optimista. No obstante, Lewis no pudo ver hecho realidad el “sueño” de estrenar El día que el payaso lloró (The Day the Clown Cried, 1972), quizá una película que reivindicaría su innegable valía en su país natal, donde era menos reconocido que en Europa. <<La idea de hacer el papel de Helmut me llenaba de pánico. Me percataba de la soledad que había en él, del miedo, de la desesperación que yacía en los más profundo de su alma. Me daba cuenta de que esa interpretación no sería un asunto banal, sino el gran reto artístico de mi carrera profesional.>> Años después, expresaría que no deseaba que fuese estrenada, pero en 2015, dos años antes de su fallecimiento, donó a la Biblioteca del Congreso una copia del film, con la condición de que no fuese estrenado hasta 2025. Lo que podrá verse entonces es todavía una incógnita para la gran mayoría. Aunque haya tenido algún pase íntimo y haya circulado un montaje de una media hora, se trata de un film fantasma del que se conoce el argumento, cuyo guion original se debe a Joan O’Brien y Charles Denton —al parecer, ambos estaban decepcionados con lo que pudieron ver del film, incluso negándose a su estreno. Como apunté arriba, la historia de Helmut Doors y de El día que el payaso lloró se desarrollan en la Alemania nazi, en un campo de exterminio donde los judíos son despojados de su identidad y de su vida. Para sus carceleros, apenas son animales que conducir al matadero, pero utilizan al payaso —que ha sido encerrado por burlarse de Hitler, en un local público— para que acompañe a los niños y los mantenga entretenidos, confiados, sin sospechar que nunca regresarán a la luz.




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