lunes, 13 de enero de 2020

Nacida ayer (1950)


En el ayer apenas existían más posibilidades que vivir en la ignorancia, entre creencias y supersticiones, y en la inmovilidad social; en el ahora hay más opciones, pero, pudiendo elegir, se abraza la vulgaridad y la estupidez. ¿Por qué? ¿Por ser lo más cómodo? ¿Por elegir la primera opción que se presenta? ¿Por seguir las tendencias marcadas? ¿O por que se asume vivir en una sociedad adulta, pero que, sin querer reconocerlo, todavía camina en pañales? <<Hasta que nuestros ciudadanos vean que su perfeccionamiento moral nos interesa, que deseamos instruirles en los conocimientos cuya saludable influencia hemos experimentado nosotros mismos; cuando vean que nuestro objeto no es únicamente tener súbditos tranquilos, sumisos y adecuados para servir de instrumento al Gobierno, sino que queremos colocarlos en estado de existir, pensar, juzgar, obrar por sí mismos, poder gozar de la estimación de sí mismos y de las ventajas que una independencia real, una prudente libertad y el sentimiento reflexivo de su dignidad han procurado a aquellos de entre nosotros, cuyo talento está más cultivado; hasta entonces no se convencerán de que la revolución no es simplemente el cambio de los antiguos señores por otros que ha encumbrado el capricho de la suerte, sino que es una verdadera regeneración del Estado, un cambio que tiene por base el respeto al hombre y el bien público por objeto; entonces será cuando apartando la vista de los males pasajeros ocasionados por este cambio, la fijarán en las ventajas duraderas que su posterioridad debe recoger>> (1)


Pestalozzi
habla de la educación como base de enriquecimiento individual y, desde este, de mejoras sociales. El pedagogo suizo se manifestaba de esta forma hacia finales del siglo XVIII. Hablaba de la necesidad de dotar a los hombres y las mujeres de las herramientas necesarias para emanciparse, para ser conscientes de ser, de sus derechos y de sus deberes, de su capacidad de elección y aprendizaje. Su lucha por una educación igualitaria, para todos y todas, ocupó su vida, sin embargo, y a pesar de las evidentes mejoras y transformaciones educativas, es un proceso que nunca concluye, que sufre altibajos y que debe superar las metas alcanzadas. Hoy, se habla de la ignorancia, de la incultura, del desinterés, de la falta de inquietudes o de la pérdida de valores e ideales en la sociedad actual. Se dice que las carencias son dominantes, pero, acaso, ¿no lo eran también en las que la precedieron? Por ejemplo, sin ir más lejos, un siglo atrás, en la Unión Soviética o en España —por entonces, dos países con sistemas opuestos— la mayoría de la población era analfabeta, por lo tanto maleable y sumisa frente al poder. No se planteaba su situación o, de hacerlo, lo hacía sin conocimiento. Ignoraba causas, opciones u obligaciones (más allá de aquellas que eran impuestas y se asumían sin plantearse el por qué), ignoraba complejidades y acataba lo establecido. No podía saber, ya que carecía de información y de formación, carecía de la base sobre la cual construir su <<estado de existir, pensar, juzgar, obrar por sí mismos...>> al que se refiere Pestalozzi.


Hoy, existe mayor posibilidad de formación e información, pero las habladurías señalan que esto se desperdicia y que la educación o la cultura van de mal en peor. Dicen que, como los cavernarios platónicos, hoy vivimos en la ceguera, aunque las voces que hablan y asumen ver entre las sombras quizá idealicen el pasado que comparan con el presente, quizá inconscientes, o no del todo conscientes, de las múltiples variantes que intervienen en cada época. Algunas hablan del ayer con aprecio, aunque sin apreciar que no todos los tiempos pretéritos fueron mejores, que solo fueron otros que pueden ayudar a conocer caminos ya transitados, y dejar entrever otros aún por descubrir y recorrer. Hay que mirarlos, pero mejor hacerlo como Billie Dawn (
Judy Holliday), con la curiosidad de una niña, con ansías de mejorar en su presente, sin rehuir el enfrentamiento consigo misma, con ganas de superar las limitaciones propias con las que inicia su aprendizaje, limitaciones que le llevan a decir que es <<estúpida>>, cuando, en realidad, sencillamente es una mujer que aún no ha dado el primer paso en su formación intelectual y moral.
 

El título Nacida Ayer (Born Yesterday, 1950) alude a la edad intelectual de la protagonista, pues Billie es como una recién nacida, vacía de pensamientos complejos y con todo su espacio mental por llenar, con palabras, conceptos reales y abstractos que supondrán su acceso a las reflexiones e ideas complejas. Hasta su encuentro con Paul Verral (William Holden) nunca ha pensado en nada, salvo en las joyas o en los abrigos de pieles que le regala Harry Brock (Broderick Crowford), con quien llega a Washington sin saber qué asuntos les llevan a la capital. Se trata de un comportamiento egocentrista y su pensamiento se basa en asociaciones e ideas simples. A partir de su relación con el escritor, se produce el cambio, aunque en un primer momento este conlleva la desorientación consecuente a cualquier transformación. Esa nueva situación que no logra comprender, provoca que Billie empiece a plantearse aspectos que habría pasado por alto; quiere conocer y busca respuestas, sea en el diccionario, en los libros o en las palabras de su maestro-guía. De la ignorancia-felicidad accede al conocimiento-duda, y este nuevo estado le posibilita la vía hacia la emancipación, pero también provoca el fin de la fantasía de la felicidad, a pesar del final feliz y convencional, al gusto de la industria y del público mayoritario, con el que George Cukor cierra la primera adaptación a la pantalla de la obra teatral de Garson Kanin.


La relación profesional de Cukor con Kanin y Ruth Roman modernizó el cine del primero, lo dotó de mordiente, de ironía y discurso; de hecho, a partir de La costilla de Adán (Adam's Rib, 1949) las comedias del realizador de Historias de Filadelfia (The Philadelphia Story, 1940) destacan por la lucidez con la que aborda aspectos contemporáneos, como la situación de la mujer dentro de la sociedad estadounidense. Pero, más que una comedia en la que apenas se emplea el clásico plano-contraplano, los personajes actúan dentro del mismo encuadre, o de la sutil inserción de temas como la corrupción política, los sobornos, las estafas empresariales o la violencia de género, Nacida ayer es la defensa del conocimiento como parte imprescindible del ser humano libre (hasta donde pueda o le dejen) y democrático. La liberación del individuo, en este caso de Billie, implica comprender y asumir deberes y derechos, e implica actuar en consecuencia; la nacida ayer actuará ante y en las diferentes circunstancias que en un primer momento desconoce, o no siente curiosidad por conocer: prefiere beber, jugar a las cartas, cantar las canciones que escucha en la radio o firma los papeles que le entrega el abogado (Howard St. John) y lo hace feliz, porque tiene cuanto desea, puesto que en ese instante no es un ser libre, es una posesión de Harry; es el reflejo de lo que este quiere. Dicha situación termina no de inmediato, sino siguiendo diferentes etapas: rodea las palabras que no entiende, emplea el diccionario para buscar o recorre los distintos lugares donde toma contacto con las ideas democráticas, que aún ignora cómo interpretar, aunque, finalmente, ante la agresión recibida, comprende. Sabe que es alguien y no algo, sabe que puede y debe y, por tanto, da el paso hacia su independencia y madurez, a pesar de que la exigencia de una conclusión romántica le lleve a un final conservador, pero en el que no olvida señalar que si no sabe y quiere saber, <<búsquelo en el diccionario>>.



1.Pestalozzi. Vida y obras. Colección Clásicos CEPE, Madrid, 1992

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