Hace tiempo leí una frase suya o que se le atribuye. Más o menos, vendría a decir que tienes que ser inteligente para interpretar una y otra vez el papel de rubia tonta y mantener la atención del público sin poseer un físico despampanante. Como no indicaba la fuente, no pude confirmar su origen, pero si me hizo pensar que Judy Holliday mantenía la atención del público sin poseer un físico extraordinario, aunque ¿para qué lo necesitaba, si ella poseía comicidad natural y elaborada, cercanía y conexión con el público, buen apetito, algunas manías y esa inteligencia que le permitió ser una inteligente rubia tonta? ¿Pero quién no tiene manías? Además, encontró en George Cukor a su mejor aliado. Él fue el cineasta que le dio su gran oportunidad y la llevó al estrellato. Con Cukor rodó cinco de los once films que componen su filmografía y también son los más recordados. Esos personajes todavía nos generan distintas impresiones y reacciones porque son mujeres que evolucionan con naturalidad a lo largo de los minutos de cada película; y así nos conquistan. Hollyday, de nombre Judy, nació para el cine en Cita en los cielos (Winged Victory, 1942), su primer papel acreditado y con diálogo, pero antes había nacido en Nueva York en 1921. Bautizada como Judith Tuvim, se dejó seducir por el arte escénico en el instituto, donde participó en varias representaciones escolares. Poco después, consiguió trabajo en la Mercury, la compañía teatral de Orson Welles, aunque su labor nada tenía que ver con la actuación. Por aquel entonces, ella se encargaba de contestar el teléfono, responsabilidad que a veces exige saber actuar y, curiosamente, el teléfono sería la herramienta de trabajo de su último personaje para el cine. La futura actriz no tardó en colgar el aparato que por entonces apenas tenía cuatro funciones básicas —despertar con su timbre, enfrentar a la familia, hablar o escuchar y a menudo ambas al mismo tiempo, mientras un cable que no daba más de sí te mantenía fijo— y unirse al grupo The Revuers y actuar en pequeños locales y clubes.
Mientras rodaba el film, actuaba en Broadway interpretando a Billie Dawn, la joven que aprende a liberarse gracias a los libros, personaje que, interpretado para el cine, fue fundamental para convertirla en una de las grandes estrellas cómicas de la década de 1950. Hasta ahora, solo he nombrado sus películas para Cukor, quizá el responsable de modelarla como actriz cinematográfica desde Cita en los cielos hasta La rubia fenómeno (It Should Happen to You, 1954), la última de sus cinco colaboraciones. Esta relación profesional fue la más fructífera de su carrera, pero no fue la única. Posteriormente, realizó otras cuatro comedias a las “órdenes” de Mark Robson, Richard Quine, en dos ocasiones, y Vincente Minnelli.
Filmografía
Greenwich Village (Walter Lang, 1944)
Something for The Boys (Lewis Seiler, 1944)
Ruth Miller, Cita en los cielos (Winged Victory; George Cukor, 1944)
Doris Attinger, La costilla de Adán (Adam’s Rib; George Cukor, 1949)
Billie Dawn, Nacida ayer (Born Yesterday; George Cukor, 1950)
Florence “Florrie” Keefer, Chica para matrimonio (The Marrying Kind; George Cukor, 1952)
Gladys Glover, La rubia fenómeno (It Should Happen to You; George Cukor, 1954)
Nina Tracey, Phffft (Mark Robson, 1954)
Laura Partridge, Un Cadillac de oro macizo (The Solid Gold Cadillac; Richard Quine, 1956)
Emily Rocco, Llenos de vida (Full of Life; Richard Quine, 1956)
Ella Peterson, Suena el teléfono (Bells Are Ringing; Vincente Minnelli, 1960)
No hay comentarios:
Publicar un comentario