Calabuch es el lugar ideal para el profesor Jorge Serra Hamilton (Edmund Gwenn), eminente científico atómico que se ha escapado tras comprender el sentido de su trabajo y de su vida. Hamilton ha llegado a esa pequeña población costera donde todos parecen hacer lo que les gusta, tomándose su tiempo para pasar el rato con los amigos o discutir entre ellos, pero siempre mostrando esa camaradería que forma parte de la vida diaria del pueblo. El nuevo mundo en el que se encuentra le permite conocer y ser aceptado por individuos que nada saben de cohetes y a quienes poco importa la bomba atómica, pues lo único que parece importarles es la vida y la amistad que también ofrecen a quien llamarán tío Jorge, nombre con el que se conocerá al sabio tras una pequeña mentira de Langosta (Franco Fabrizzi), su primer amigo en Calabuch. Junto a Langosta compartirá alojamiento en la cárcel de don Matias (Juan Calvo), un viejo gruñón que no puede evitar mostrar un corazón de oro, permitiendo que la celda se convierta en una especie de habitación de hotel para esos dos amigos que salen y entran a su antojo. Cuando Jorge aparece de la nada en Calabuch descubre que sus habitantes se encuentran preparando la fiesta patronal, una romería en la que habrá una procesión, una peculiar corrida de toros a manos de un torero ambulante llamado Cucherito (José Luis Ozores) y, como punto final, una lluvia de fuegos artificiales que forma parte de un concurso que los habitantes del pueblo, más en concreto Andrés (Nicolás Perchicot), nunca han ganado. Sin poseer la acidez crítica de otras de sus comedias, Luis García Berlanga dio rienda suelta a unos personajes curiosos, simpáticos y entrañables, gentes que representaban a la perfección a las distintas fuerzas vivas que se encontrarían en los pueblos de la época, individuos como Matías, la autoridad militar, Don Félix (Félix Fernández), la autoridad eclesiástica, o don Ramón (José Isbert), el encargado del faro; éstos y muchos otros permitirán que Hamilton encuentre la paz y la amistad a la que, posiblemente, nunca haya tenido acceso, dada su condición de sabio en posesión de secretos atómicos. Así pues, a tío Jorge se le presenta la oportunidad de unas vacaciones que pretende prolongar indefinidamente, pues queda claro que su intención sería la de quedarse en Calabuch y ser uno más entre sus amigos. Como persona agradecida, este entrañable y simpático científico pretende ayudar aquí y allá, a aquellos a quien observa con problemas, como sería el caso de Juan (Mario Berriatúa) y de Teresa (María Vico), la hija de Matías, ambos enamorados, pero cuyo enlace no puede celebrarse porque no poseen los medios necesarios para mantener un hogar o el caso del pirotécnico del pueblo, Andrés, a quien ayuda a construir un enorme cohete con el que Calabuch podría ganar el concurso, cuestión de suma importancia, dada la rivalidad con otras poblaciones vecinas. El universo de Calabuch presenta a un pequeño entorno cotidiano donde, a pesar de la alegría que parece reinar, también existen problemas como la soledad que se descubre en la profesora (Valentina Cortese), quien en silencio se encuentra enamorada de Langosta, una especie de caradura de buen corazón que se dedica a cualquier cosa que se le presenta, desde contrabandista de tabaco y alcohol a proyeccionista cinematográfico en el pequeño cine de Calabuch. Este joven no puede evitar sentir un apego especial hacia el viejo, a quien intentará defender cuando se descubre su paradero, como también lo hará el resto de la población. La movilización de los habitantes de Calabuch es total, todos quieren al tío Jorge, es uno de ellos y por eso se encuentran dispuestos a enfrentarse a una poderosa flota que se encuentra a pocos kilómetros de la costa; eso sí, la defensa cuenta con una gran estrategia y un gran arsenal: cuatro fusiles, unas cuantas lanzas romanas y una pistola bastante estropeada, pero eso no es lo que importa, sino la amistad y el cariño que todos siente hacia un hombre que nunca antes había vivido una vida tan plena y feliz, rodeada de personajes que no esconden su afecto y su humanidad.
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