Pandora se ofrece como una nueva esperanza para Jake Sully (Sam Worthington), un ex-marine que a partir de su contacto con el planeta y con sus nativos ira descubriendo esa nueva realidad que se le presenta tras el desafortunado fallecimiento de su hermano gemelo, ha quien sustituye como miembro del equipo científico liderado por la doctora Grace (Sigourney Weaver), responsable de un proyecto que pretende acercarse a los Na'vi. Sin embargo, esa toma de contacto no se produce como desean, los indígenas recelan, no sin razón, de las gentes venidas del cielo, unos seres que han llegado con su tecnología y con su avaricia a un mundo conectado a través del equilibrio natural de todo cuanto en él existe, y que parece no preocupar demasiado a los directivos. Lo que verdaderamente interesa a la compañía es el mineral que se esconde bajo el suelo de Pandora, un mineral muy preciado y valorado que se encuentra por encima de cualquier consideración de otra índole, por ello existe un cuerpo de marines contratados, mercenarios liderados por el coronel Quaritch (Stephen Lang), un tipo intolerante, que no se detiene ni a pensar ni a descansar. Todas estas circunstancias son todavía desconocidas para Jake, quien gracias a la tecnología podrá abandonar su silla de ruedas para introducirse en el interior de una cápsula desde la que experimentará una sensación casi olvidada tras perder la movilidad en sus piernas, una carencia que el coronel promete arreglar si cumple la misión de informar de todo cuando rodea a los Na'vi. Ni al principio ni al final Avatar muestra originalidad, ya sea en su planteamiento o en su desarrollo, pero esa carencia de inventiva no lastra una película que exprime al máximo un tema recurrido y que suele ser efectivo, acercando al personaje de Jake Sully a héroes como el John Smith de Pocahontas o John Dunbar de Bailando con lobos, hombres que rechazan sus orígenes cuando comprueban la destrucción, la gran equivocación y la injusticia que cometen los suyos. Pero para que se produzca el cambio Jake tendrá que traspasar su mente al avatar, circunstancia que le permite contactar con Neytiri (Zoe Saldana), y como consecuencia se le presenta la oportunidad de conocer las costumbres y a los miembros de un pueblo que vive por y para la naturaleza. Será a partir de dicho encuentro cuando el marine descubre que existe algo más importante que sí mismo, un todo que le incluye y que poco a poco comprende y asume. Este hecho expone el aprendizaje que lleva a Jake de una niñez simbólica a una madurez alcanzada con el esfuerzo y la ayuda de Neytiri, a quien se unirá creando un vínculo indestructible que refleja la evolución del Jake marine al Jake Na'vi. Sin embargo, la ambición humana no se detiene, la paz que se muestra en los instantes de aprendizaje del guerrero deja paso al enfrentamiento que, al igual que los jesuitas de La Misión, le lleva a luchar contra los de su raza, peleando al lado de una tribu que le ha aceptado, con mayor o menor rechazo, pero que en ningún caso pone en duda que finalmente será aceptado en los corazones de su nuevo pueblo. Avatar no muestra nada nuevo en su contenido, apostando por un entretenimiento simple y un espectáculo que ofrece la oportunidad de disfrutar de un mundo natural lleno de colorido, en el que se mezclan los ingredientes necesarios para crear una épica que refleja las colonizaciones y los exterminios que éstas producen cuando las grades potencias envían a sus hombres para colonizar y controlar nuevas fronteras, unos hombres a quienes no importa ni la vida ni las costumbres locales, considerándolas prescindibles si se oponen a sus intereses. Así pues, la historia escrita y dirigida por James Cameron no innova desde un punto de vista argumental, como tampoco lo hizo Titanic, porque no se trata de arriesgar, sino de triunfar y arrasar entre el público, objetivo que alcanzó con un apabullante éxito, pero sacrificando la esencia de unos personajes en los que no existen ambigüedades y cuyos diálogos se encuentran repletos de tópicos, en algunos casos infantiles, carentes de profundidad que descubren que los buenos son buenos y los malos son mucho más malos, pero así es el cine y esa opción a la hora de plantear una aventura continúa siendo la más efectiva, o al menos la que más gusta al espectador porque, además de pasar un buen rato, no se ve en la obligación de elegir, como tampoco lo hace Jake, porque sólo existe una opción correcta. Y eso es lo que James Cameron ofreció con Avatar, dos horas y media de entretenimiento, que le permitieron desarrollar unos espectaculares efectos especiales en tres dimensiones que hicieron posible un mundo como el de Pandora, donde suceden cosas similares a las ocurridas en este planeta.
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