jueves, 2 de mayo de 2024

El secreto de Convict Lake (1951)

La historia filmada por Michael Gordon, quien poco después de rodar El secreto de Convict Lake (The Secret of Convict Lake, 1951) sería represaliado al negarse a testificar ante el comité de Actividades Antiestadounidenses, se desarrolla en 1871 y se inicia en las montañas que separan Nevada de California con la explicación de la fuga masiva del correccional de Carson City. Pero solo se observan unos pocos hombres en la distancia. ¿Dónde está el resto? La voz del narrador cuenta que, de los veintinueve, solo seis logran dejar atrás a sus perseguidores. De los prófugos, uno muere congelado antes de que sus compañeros abandonen las montañas nevadas que, por peligrosas, convencen a los representantes de la Ley para regresar. Creen que los evadidos no podrán sobrevivir y temen adentrarse por un paraje que comprenden sin retorno. En todo caso, la trama de El secreto de Convict Lake no presta atención a los perseguidores, sino a los perseguidos y a siete mujeres a quienes el film atrapa en el lago Monte Diablo, a donde los cinco supervivientes llegan tras superar el paso de la montaña. Allí, la atmósfera se ennegrece y su negrura se convierte en parte fundamental del film, que, en su mezcla de géneros, se viste de western, dinero y venganza son dos motores genéricos en el cine del oeste, y se adorna con pinceladas de cine negro y de suspense, alcanzando un tono que se adecua a lo realizado hasta entonces por Gordon, cuya obra previa se decantaba por el film noirLa araña (The Web, 1947) y Vive hoy para mañana (An Act of Murder, 1948) son dos atractivos ejemplos.…

Los delincuentes y las mujeres se ven obligados a compartir ese espacio acotado, por la naturaleza y por la psicología de los personajes, hasta que la tormenta cese y la calma abra el camino para que los primeros alcancen la libertad. Pero nada es tan sencillo, ni resulta ser lo que aparenta, puesto que no están allí por casualidad; al menos Jim (Glenn Ford), el fugado que busca al hombre que le acusó falsamente. Las piezas están sobre el tablero. Hay conflicto y sospechas entre los fugitivos y, por supuesto, entre estos y las mujeres. Gordon, en su primer western, con la ayuda de la ubicación geográfica, de la fotografía en blanco y negro de Leo Tover, del fondo musical de Sol Kaplan y de las condiciones meteorológicas, logra enrarecer el ambiente y, por momentos, crear una atmósfera malsana. Aísla el lugar, que no logra resultar del todo claustrofóbico y amenazador, pues el misterio y la tensión disminuyen al darse a conocer las naturalezas de los distintos personajes. Principalmente, lo que prevalece e interesa son el romance, la relación entre opuestos y la idea de que, tarde o temprano, el conflicto estallará y dará paso a la violencia. En la ubicación aislada y en parte del planteamiento de Gordon noto cierto paralelismo con el desarrollado por William A. Wellman en la magnífica Cielo Amarillo (Yellow Sky, 1948), pero, más allá de situar la acción en un espacio reducido y en la constante amenaza entre los antagonistas, las similitudes desaparecen. Son dos películas que difieren, Wellman apuesta por hacer de su poblado fantasma un personaje más de la psicología y la tensión de la película, mientras que Gordon entra en un territorio menos espectral, más carnal y terrenal. En su conjunto, y gracias a la presencia de Ethel Barrymore, Gene Tierney, Ann Dvorak, así como el antagonismo entre Glenn Ford y Zachary Scott, El secreto de Convict Lake funciona sin pretender ser más de lo que es: una propuesta que transita veloz y superficial por un espacio que, oscuro, frío, acotado, juega a favor de la amenaza y de la atracción que prevalecen en su apenas hora y veinte minutos de duración.



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