lunes, 28 de agosto de 2023

Legítima defensa (1997)

En la década de 1990, el escritor John Grisham cosechó varios éxitos comerciales con sus novelas y las películas que inspiraron, fueron súper ventas que impusieron una moda en la literatura de consumo y en el cine: en sus adaptaciones (1) y aquellos films que siguieron su estela. Las novelas y las adaptaciones de Grisham suelen ubicarse en el medio legal. Sus protagonistas son abogados o están relacionados con el sistema judicial. La mejor de ellas, y esto es opinable, es Legítima defensa (The Rainmaker, Francis Ford Coppola, 1997), que se aleja de la intriga y el thriller que impera en, por ejemplo, La tapadera (The Firm, Sydney Pollack, 1996), primera adaptación de un libro de Grisham, también ambientada en Memphis, pero en un bufete pijo y delictivo a años luz del que lleva Púgil (Mickey Rourke). Es mejor film porque no pretende sorpresas ni sorprender con giros, piruetas y más vueltas, Coppola, también en labores de guionista, busca contar una historia que quiere cercana, y eso lo logra con la voz de Rudy (Matt Damon), compartiendo sus impresiones y reflexiones, empleando humor y dando prioridad a los personajes sobre la acción, a sus relaciones y a sus comportamientos. Finalmente, Legítima defensa es la lucha legal de David contra Goliat, pero es mucho más que eso. Es una crítica a la sanidad como negocio, no como Derecho; es la ultima aparición en la gran pantalla de la actriz Teresa Wright, es la historia de Rudy en su acceso a la vida profesional, cuando el ideal, la ética, el humanitarismo se enfrentan a la ambición económica que impera allí donde mira. Y por supuesto, es la enésima lección de Coppola de cómo hacer cine, aunque sea por encargo. La producción corrió a cargo de Michael Douglas, Fred Fuchs y Steven Reuther.

En el mundo real, Ley y Derecho no son los teóricos de la facultad, tampoco la vida es como se la imagina la mayoría de los jóvenes, cuando todavía no se ha accedido a la jungla de depredadores a la que Rudy llega con lo puesto, tras licenciarse. Pero puede considerarse afortunado: no sufre malos tratos como Kelly (Claire Danes), ya padeció los paternos cuando era niño, tampoco le amenaza la leucemia ni una muerte inminente. Además, no está solo, tiene un guía (Danny DeVito) que se convierte en su mentor y en su socio, pero lo que descubre, lo ve por sí mismo. Descubre la falta de ética en el oficio y en las aseguradoras, la ausencia de sentimiento en una profesión que semeja una competición donde la corrupción, los chanchullos, las mentiras, la obsesión por generar ingresos son cotidianas; finalmente, comprende que todo allí parece reducirse al dinero. Como joven idealista, aún sueña con vencer en el medio al que accede y en el que se ve acudiendo al hospital en busca de clientes que puedan demandar —allí conoce a Kelly, golpeada una y otra vez por un marido que la aterra—. Contra ese medio se rebela, sin acobardarse y distanciándose de la rapiña común —gracias a lo cual no se convertirá en alguien como el inolvidable abogado interpretado por Walter Matthau en En bandeja de plata (The Cookies Fortune, Billy Wilder, 1966) ni en uno de tipo gansteril como Púgil—. También el joven abogado interpretado por Cruise en La tapadera se rebela contra el medio, en realidad contra el bufete, pero lo hace cuando se ve empujado a ello, mientras que Rudy es y seguirá siendo un idealista, un caballero andante, abogado quijotesco, emocionalmente cercano a sus clientes, pues, ya desde el primer momento, comprende que defiende y trabaja para personas que precisan amparo legal frente a un mundo deshumanizado y enteramente “monetizado”. Por eso se hizo abogado para que los individuos en desventaja pudiesen tener su oportunidad legal.


(1) Adaptaciones cinematográficas de algunas novelas de John Grisham:

La tapadera (The Firm, Sydney Pollack, 1993)

El informe Pelícano (The Pelican Brief, Alan J. Pakula, 1993)

El cliente (The Client, Joel Schumacher, 1994)

Tiempo de matar (A Time to Kill, Joel Schumacher, 1996)

Cámara sellada (The Chamber, James Foley, 1996)

Legítima defensa (The Rainmaker, Francis Ford Coppola, 1997)

Conflicto de intereses (The Gingerbread Man, Robert Altman, 1998)

El jurado (Runaway Jury, Gary Fleder, 2003)

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