miércoles, 2 de agosto de 2023

Drugstore Cowboy (1989)

No asaltan diligencias ni trenes. Tampoco atracan bancos, pero siguen la tradición de los forajidos del lejano y del medio oeste, aunque lo suyo no sea cuestión de dinero, ni de negocios, asaltan farmacias a la captura de drogas para consumo propio. Bob (Matt Dillon) nos cuenta su aventura, que también es la de Dianne (Kelly Lynch), con quien forma una pareja atípica —que la madre del primero individualiza con un sarcástico: <<mi hijo, el ladrón drogadicto, y su mujer, la ninfómana loca>>—, su búsqueda de la felicidad prometida en una tierra de promesas incumplidas. Dianne, él y sus dos jóvenes pupilos —Rick (James Le Gros) y Nadine (Heather Graham)— se ven envueltos en líos con la policía, obligados a escapar y a esconderse, entre asalto y asalto. <<Y eso que todo lo que queríamos era colocarnos>>, recuerda el protagonista de Drugstore Cowboy (1989). Gus Van Sant no mitifica a su pareja de fuera de la ley protagonista, como sí hizo Arthur Penn en Bonnie and Clyde (1967), tampoco la juzga, ni pretende plantear el problema de las drogas dentro de una sociedad que las produce y consume legal e ilegalmente; sino que habla de la desorientación que genera a esos jóvenes vivir una “vida normal” que les narcotice, de modo que dan la espalda a esa normalidad dejándose la vida en las drogas que consumen como si no hubiese mañana, como si estas fuesen su vía de escape de la realidad de ser uno más dentro del engranaje aburrido y distante en el que Bob se descubre tras decidir desintoxicarse. La intención de Van Sant más bien ironiza, algo que confirma mediante el cowboy supersticioso y adicto interpretado por Matt Dillon, que narra su historia sobre la camilla, camino del hospital, desde la cual concluye: <<vaya ironía, toda la policía me está escoltando a la farmacia más grande de la ciudad>>, donde le atiborrarán de drogas, justo cuando estaba convencido de dejarlas. Ironiza sobre el sueño americano, mostrando el otro lado: la marginalidad que sus personajes asumen; o a la que son expulsados. Drugstore Cowboy parte de la novela de James Fogle, cuya adaptación corrió a cargo de Daniel Yost y del propio Van Sant, y se ubica inicialmente en Portland, estado de Oregón, en 1971, para conceder el protagonismo a esos forajidos cuya prioridad ya no es el dinero, sino las drogas y el colocarse, quizá en busca de una huida de la que no pueden huir; ¿acaso esto no es irónico? ¿Ese círculo que se abre y se cierra con el antihéroe camino de la farmacia más grande de la ciudad, un lugar donde le llenarán legalmente de las mismas sustancias que se dedicaba a robar?



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