miércoles, 18 de noviembre de 2020

Una relación en estado vegetativo


Flor está tumbada sobre la cama de su habitación, iluminada por una luz mortecina y leyendo Madre noche. Col se encuentra en la sala de estar, sin apenas pestañear ante la pantalla de televisión, pero su mirada no se detiene en las imágenes. Se congela en algún punto al que no tengo acceso. Quizá piense en el frío que le rodea, en la médium o en la pasión de antes.

—¿Para qué, si el tiempo de piedra, papel, tijera pasó a mejor vida? —le pregunta al televisor. —Ahora solo nos queda el <<buenos días>>, al levantarnos; el qué tal el trabajo, al regresar a casa; el no tengo ganas de jugar, ni yo lo necesito; o el ¿sabes que a B o a C le ha sucedido esto o aquello? No lo asume. Se niega el reconocer que no piensa en mí con la emoción de antes; de hecho, la mía camina hacia la puerta de salida y amenaza con dar portazo.

El canal emite una película en blanco y negro en la que se habla de un mismo crimen desde perspectivas distintas, que se contradicen en mentiras, intereses e interpretaciones subjetivas; en el decir esto y el ocultar aquello. ¿Es así su vida? ¿La de todos? ¿Medias verdades y mentiras que ocultan deseos, miedos, contradicciones y frustraciones? ¿Pero medias mentiras y verdades que definen nuestras relaciones y a nosotros mismos, haciéndonos ser un todo incompleto? ¿Qué sé yo, si no soy más que un rompehuesos? No dudaría en irrumpir en su soledad y hacerles una demostración. Es lo único que me han ensañado, a dar palizas y a pasar horas, días y años observando a otros, quizá deseando ser ellos o deseando nunca serlo. Carezco de respuestas y no pretendo profundizar y buscar soluciones, como tampoco lo intenta él en su relación con Flor. Se queda ahí, susurrando a imágenes que no le pueden ni ver ni escuchar, aunque yo sí puedo, pero decido prestar atención a la pantalla. Alguien del más allá habla por mediación de un alguien vivo. Descarto esa posibilidad. No quiero escuchar a los muertos, quizá tampoco a los vivos, aunque comprendo el porqué de la presencia de ultratumba en la película.


—Ahora siempre me responde intentando mostrar o imponer su superioridad, que por otro lado me trae sin cuidado, puesto que todos y nadie son superiores a mí. Pero no quiero discutir —murmura Col al tribunal del film—. Una réplica solo me conduciría a un lío mayor y a un enfrentamiento en el que tendría que cerrar el pico y escuchar, o cacarear y dar picotazos, y ya no habría vuelta atrás.


Quizá Col viva en un mundo distinto al de Flor, con otros quizás e idiomas que difieran, donde las palabras se vuelvan incomprensibles o su mutua incomprensión busque cuerpo en palabras que solo cobraran forma en sus mentes. Ella también susurra en su habitación, las existencias están repletas de susurros que al tiempo quieren y no quieren ser oídos. Ella dice que está harta, que necesita escapar de su compañía. Y concluye su suspiro con un <<lo nuestro desiste, cuando en otro tiempo, tal vez ayer, era insistente>>.


La película finaliza y me entran varias dudas, entre ellas si me escucharán aplaudir. ¿Somos fantasmas? ¿Qué nos separa y qué nos une? ¿La mentira? ¿Quién nos condena y nos libera? Siento la necesidad de la cercanía y del calor de mundos más próximos. Puede que Col sienta algo parecido, si no, ¿por qué acude a la cama donde Flor cierra las tapas de Madre noche?



He tenido acceso a unas grabaciones de varios meses atrás, que completan los archivos que copié en el inexistente estudio de Alx. <<Flor me ha pedido que siga a Col>>. En un aparte, escribió <<Justifica su petición en la sospechaba de que la engañaba con otra u otro>>. Eso no lo sabía y eso era lo que le pedía a su amiga que descubriese. Para sorpresa de la investigadora, el sospechoso de infidelidad se presentó algunas jornadas después; y exactamente, pero en sentido inverso, pretendía lo mismo. Quería que siguiera a Flor porque sospechaba que lo engañaba con otra u otro. Aquello resultaba surrealista para Alx, y por ello prefirió no buscarle sentido. Así que, palmeando la espalda de su amigo, le repitió lo que ya le había dicho a Flor:

—¿Sabes cuál es el lema invisible de mi empresa? Conocer es al tiempo una bendición y una putada. Y tomando prestada la frase de aquel, no seré yo quien os bendiga u os putee. 

Por separado, cada miembro de la pareja continuó insistiendo, pero los resultados no dieron más fruto que el <<nos vemos el día de mi cumpleaños, mejete o majeta (según fuera el caso)>>. En la soledad y en presencia de un cenicero, la detective reflexionó sobre aquellos dos encuentros y concluyó que sus amigos le estaban gastando una broma, pero aún duda si de buen o mal gusto.

Por aquel entonces, Alx tenía el encargo de encontrar un perro extraviado, que había desaparecido mientras su dueño orinaba en el mismo árbol donde poco antes su fiel amigo canino había hecho lo propio. Siguiendo aquella pista mojada en su momento y ya seca en aquel otro, como quien no quiere la cosa, la detective descubrió a Col en compañía de una mujer que no era ninguna Flor. Determinó que su edad era similar a la de alguien. Su figura, elegante, o quizá debería decir discreta —así lo apuntó en su informe—, y de paso seguro sobre altos tacones, pero no tanto como puedan estar calculando. Observó que caminaban rozándose la mano, lo cual era indicio de algo, pero, consciente de que todo puede ser indicio de algo o de nada, y de que las apariencias no son pruebas concluyentes, y que lo que parecer ser puede llevar al dilema del príncipe danés, decidió evitar conclusiones precipitadas y entretenerse con la edición malaya de una novela de Pío Baroja.

<<El arte es un mullido lecho para los que nos sentimos vagos de profesión. Cuando uno comprende esta verdad, se proclama a sí mismo solemnemente artista, escritor o pintor, músico o poeta.
Luego, los demás, empezando por la familia y por los amigos, no aceptan casi nunca esta solemne proclamación individual que les parece subterfugio, un buen pretexto para no trabajar.
Pasado el tiempo, si el vago por casualidad resultara un artista estimable, la vagancia no se toma en cuenta, es, en algunos casos, una belleza más, un gracioso lunar; en cambio, si el supuesto artista no produce nada que valga la pena, entonces su vagancia se pone al descubierto y se convierte ante los ojos de sus conocidos en algo criminal, desagradable y repelente.
En esto, como en todo, el éxito establece la ley>>


Inspector ~. Extracto de la vigilancia de Col y Flor; y reconstrucción de parte de los archivos quemados de Alx

P. D: Descubrí que Madre noche es un libro de Kurt Vonnegut y también que Alx no sabe malayo, ni tiene diccionario, por lo es probable que aparezcan errores en la traducción del fragmento de La vida es ansí.

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