domingo, 11 de marzo de 2018

Los archivos del Pentágono (2017)


<<Fue mi decisión personal ir adelante con los papeles del Pentágono, que era esencialmente una historia que Robert McNamara había encargado a alguien que escribiera sobre los orígenes y las causas de la guerra de Vietnam, y ellos decían que era información secreta y de seguridad nacional. Este fue un momento muy delicado para nosotros, porque estábamos en el proceso de convertirnos en empresa pública y nuestras acciones estaban aún en manos de las casas de inversión, pero no habían sido vendidas>>. Extraídas de la
entrevista que el diario El País publicó en su edición impresa del tres de agosto de 1994, estas palabras de Katherine Graham resumen parte de lo planteado por Steven Spielberg veintitrés años después en Los archivos del Pentágono (The Post, 2017). En aquel momento de la década de 1990, el realizador continuaba recibiendo elogios por La lista de Schindler (Schindler's List, 1993) y poco (o ningún) conocimiento tendría de la experiencia vivida por Graham, al menos no con la profundidad que tuvo después de leer el guión de Liz Hannah y Josh Singer, el cual atrapó su atención y avivó su necesidad de realizar un film que hablando de aquel hecho también lo hiciera del presente, de desinformación, de proliferación de noticias falsas, de frases descontextualizadas, de un centenar de caracteres que buscan el impacto inmediato, de sensacionalismo irreflexivo que cala allí donde la ausencia crítica se iguala a la falta de sensibilidad de un público al que manipula sin apenas esfuerzo.


En plena posproducción de 
Ready Player One (2017) y con varios colaboradores habituales buscando localizaciones para su siguiente proyecto, Spielberg reunió a su equipo, entre ellos al director del fotografía Janusz Kaminski, al montador Michael Kahn y a John Williams, e inició el rodaje de The Post, dando como resultado una de sus películas calificadas serias, aunque no por llevar esta etiqueta dejen de ser entretenidas, pues la narrativa del cineasta se basa en el entretenimiento, aunque en estos casos sin perder de vista la realidad histórica. Sus películas serias se decantan por la reflexión, por mirar hacia el pasado y algunas como Munich (2005) o Los archivos del Pentágono lo hacen para mostrar paralelismos del entonces con la época de filmación. Ambientada en 1971, Spielberg apuesta por la narrativa clásica, efectiva y esclarecedora, que contacta al público con la realidad de aquel momento para defender la libertad de prensa y expresión. Pero The Post no solo gira en torno a la defensa de la primera enmienda y al derecho a la información, <<la prensa debe servir a los gobernados y no a los gobernantes>>, también habla de la situación de la mujer en general, aunque individualizada en la figura de Katherine Graham (Meryl Streep) y el ninguneo que sufre dentro de un entorno masculino que parece obviar su presencia.


Partiendo de estas dos circunstancias, 
Spielberg se posiciona y no disimula la simpatía que siente hacia sus dos protagonistas: Ben Bradlee (Tom Hanks), el director del Post a quien Jason Robards ya había encarnado en Todos los hombres del presidente (All the President's Men; Alan J. Pakula, 1976), que lucha por la libertad de prensa, y Kay Graham, que además de luchar por lo mismo da un paso adelante para revindicar su posición al frente del periódico que preside sin que nadie parezca tenerla en cuenta, así como su valor y su valía dentro de una sociedad machista en la que las mujeres se retiran de la mesa cuando sus maridos inician conversaciones que para ellas parecen estar vetadas. Ambas situaciones se observan en la película, la primera cuando Katherine entra en la sala de juntas del Washington Post, donde es la única mujer, aunque para quienes comparten el espacio no deja de ser alguien invisible, y la segunda en la cena tras la cual McNamara (Bruce Greenwood) informa a la protagonista que al día siguiente saldrá un artículo nada favorecedor sobre él. La inseguridad parece hacer mella en Katherine Graham cuando se enfrenta al entorno masculino, aunque esta sensación desaparece cuando resuelve el dilema que se le plantea, una decisión compleja en la que debe elegir entre la inamovilidad (que presumiblemente permitiría la supervivencia de su empresa) o el derecho a la libertad de prensa recogido en la constitución estadounidense, el mismo derecho que Ben intenta defender a pesar de los riesgos y el mismo que la administración Nixon intenta pisotear tras ver publicados los artículos del New York Times que sacan a relucir el estudio que, filtrado por Daniel Ellsberg (Matthew Rhys) a los medios, desvela dos décadas de mentiras administrativas relacionadas con Vietnam.

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