La segunda película de Ben Affleck como director confirmó su buen pulso para narrar historias de seres perdidos dentro de un ambiente del que no pueden salir, que les ha condicionado tanto en su conducta como en su pensamiento. The Town (ciudad de ladrones) podría observarse como una historia paralela a la narrada en Adiós pequeña, adiós, ubicando la trama también en Boston, en un barrio obrero similar al de aquella, donde los personajes guardan una estrecha relación con los mostrados en su primer largometraje; incluso se aprecia en Krista (Blake Lively) una imagen alternativa a la de Helene, la madre drogadicta de Adiós pequeña, adiós. En The Town la línea entre los buenos y malos se difumina hasta casi desaparecer, pues cada personaje se mueve por los impulsos que le dicta su interioridad, nacida de ese exterior que les condiciona y les convierte en seres solitarios aunque vivan rodeados de gente. Dentro de ese marco opresivo se descubre al grupo de cuatro amigos que se ganan la vida asaltando furgones blindados o, como al comienzo del film, atracando una sucursal bancaria de la que salen con una rehén que posteriormente se convierte en la esperanza de Doug MacRay (Ben Affleck) para cambiar de vida. Doug se siente perdido (y hastiado) dentro de ese entorno marginal del que nunca ha salido, rodeado de violencia y soledad, condenado a sufrirlas y hacerlas sufrir, como si se tratase de un gen heredado de su padre (Chris Cooper), encerrado en un correccional del que nunca saldrá. Esa desesperanza o imposibilidad se observa desde un enfoque intimista que permite comprender que tanto Doug como su amigo James (Jeremy Reiner) se encuentran dominados por un desequilibrio entre sus emociones y sus relaciones, no obstante el primero guarda cierta esperanza de cambio mientras que el segundo ha perdido cualquier ilusión por dejar de ser lo que es (quizá su actitud tenga mucho que ver con sus nueve años de condena por el asesinato que cometió para salvar la vida de Doug). La desilusión que habita en James le convierte en un individuo violento, que no pregunta a quién hay que golpear ni por qué, ya que no tiene nada que perder, salvo a Doug, más reflexivo y menos propenso al empleo de la violencia. Ambos amigos mantienen raíces comunes que les une al tiempo que les separa y les impulsa a actuar al margen de la ley, pero a raíz del secuestro de Claire (Rebecca Hall) Doug asume que ha llegado el momento de un cambio, ya que nada en ella le recuerda ni su pasado ni su presente. Sin embargo, la relación amorosa se encuentra condenada al fracaso por ese mismo entorno que parece no apto para relacionarse y que obliga al delincuente a alejarse, amenazado por la constante presencia de un agente del FBI (Jon Hamm) que no piensa detenerse hasta atraparle, aunque MacRay ya se encuentra atrapado dentro de esa soledad que le asfixia y que se ha convertido en su condena.
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