Basada en la obra homónima de Leonardo Sciascia, El día de la lechuza (Il giorno della civetta) recrea de manera convincente un mundo en el que capitán Bellodi es un intruso. Damiani Damiano muestra un universo dominado por unos hombres de respeto que controlan cuanto acontece en su isla, donde a una orden suya la vida de este forastero no valdría nada. Sin embargo, don Mariano no desea atraer la atención sobre él, así que utiliza métodos más "legales" para entorpecer un caso a quien a nadie, salvo al policía, interesa resolver. El asesinato de un hombre propicia una investigación que no avanza, porque las normas que rigen la zona son muy distintas a las que Bellodi conoce. Este oficial de policía es joven, falto de experiencia, contratiempo que suple con el esfuerzo por realizar un buen trabajo, algo que no logra porque se golpea una y otra vez contra un muro de silencio. Sin embargo, sospecha que Rosa (Claudia Cardinale) pueda poseer información vital que le desvelaría parte importante de los hechos, pero, igual que los demás, se niega a colaborar. El día de la lechuza es una película que se centra en un lugar concreto, Sicilia, y la situación que se vive en isla. El silencio, el miedo y la corrupción moran en sus tierras y en unas gentes dominadas por un hombre a quien todos respetan. Don Mariano (Lee J.Cobb) comprueba como el capitán Bellodi (Franco Nero) no ceja en su empeño por resolver un crimen (un ajuste de cuentas) que lleva su firma. Para impedir que la labor policial se lleve a cabo, el capo debe ejercer su influencia y su poder, ganado mediante actos criminales que le han aupado a un lugar privilegiado dentro de la sociedad siciliana. Don Mariano domina la política, la economía y a las personas. La ley del silencio impera por toda la geografía, como si se tratase de una costumbre arraigada en una tradición que advierte a los habitantes del riesgo que corren si rompen esta norma no escrita. Bellodi desconoce esta situación, su convicción en lo que hace y en la justicia le conducen a creer que podrá ejercer su cometido, sin embargo, Sicilia no es como el resto del país, en ella existe otro tipo de normas, las que impone don Mariano. El capitán encuentra en Rosa la oportunidad que busca para encerrar a los asesinos, y mediante el engaño consigue que ésta hable. Así pues, conoce al autor o autores del ajusticiamiento, y lo que es más importante, conoce al "juez" que lo ha ordenado. Este conocimiento no arregla nada, necesita pruebas, testigos o algo que presentar para poder acusar a su sospechoso. Pero nada cambia, nadie mueve un sólo dedo, las personas se esconden, temerosas por sus vidas. La insistencia del capitán Bellodi acarrea un peligro que se cierne sobre él, al tiempo que va comprendiendo que no puede ganar, porque él no es la autoridad, no representa a la justicia, al menos no a la que se desarrolla en la isla.
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