Uno de los pasajeros del autobús no expresa ninguna emoción, tan sólo se fija en el arma que hay encima del asiento del conductor. Cuando se apodera de ella es sorprendido por el chófer, a quien dispara y mata sin la menor atisbo de duda. Este peligroso individuo responde al nombre de Gunther Wyckoff (Marshall Thompson), un convicto que se ha fugado del hospital psiquiátrico donde se encontraba recluido por un crimen cometido tres años atrás. Su objetivo es encontrar al doctor que le evaluó en el pasado, sin embargo no lo encuentra en su domicilio. A la espera de poder hablar con él, se oculta en un bar, allí pretende pasar desapercibido, pero un televisor se convierte en el detonante de los sucesos que vendrán a continuación. La noticia del asesinato y la foto del asesino se muestran en la pantalla, de modo que uno de los camareros le reconoce y acude al teléfono para dar parte a la policía. Gunther le sorprende con el auricular en la mano y dispara sin la menor muestra de emoción. Como consecuencia del dramático suceso retiene al resto de clientes como rehenes, y.solo los liberará si el doctor se presenta en el local antes de veinticinco minutos, pasado ese tiempo los ejecutará.
Gunther no duda en asesinar, para él está justificado; al principio, su rostro no refleja ningún tipo de emoción, sólo cuando su trauma empieza a cobrar fuerza se descubre que no juzga sus actos como lo hacen los demás, pues él los justifica inventando una historia que se cree sin dudar de su veracidad. El doctor (que trabaja para la policía) es consciente de ello, y pide al agente al mando que le permita intervenir, pero el policía le prohíbe que se acerque al bar. Mientras tanto la situación se intensifica, las personas que se encuentran retenidas temen por sus vidas, asimismo la policía no encuentra otro método que el de entrar a la fuerza, sin cumplir las peticiones de Gunther.
La irrupción de un nuevo medio, como la televisión, cobra fuerza al ser el detonante de la violencia que se desata en el local. La noticia llega a cualquier rincón donde haya un aparato receptor y, para desgracia de las víctimas, en el local acaban de instalar uno.
Dial 1119 es una excelente producción que se ciñe a los cánones de la serie B, muy bajo presupuesto, una duración que apenas supera la hora, actores y director, Gerald Mayer, semidesconocidos para el gran público o secundarios en producciones de mayor presupuesto, así como pocos días de rodaje y en apenas un solo espacio; dentro del cual se desarrolla la práctica totalidad de esta película que suple su carencia de medios con una loable labor por parte de sus responsables.
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