sábado, 22 de febrero de 2025

Leyendas de pasión (1994)

El fondo musical compuesto por James Horner, el título, el paisaje natural de Montana fotografiado por John Troll y su equipo, la voz en off del anciano que recuerda la historia, de la que en su mayor parte ni siquiera es testigo, son algunos de los recursos empleados por Edward Zwick para agudizar la evocación que pretende para la historia narrada en Leyendas de pasión (Leyends of the Fall, 1994), una historia mil veces vista, que juega cartas similares a las de Memorias de África (Out of Africa, Sidney Pollack, 1985), pero haciéndolo todavía peor, más insistente, sensiblero y cursi que Pollack. Esa insistencia resta, cansa, apunta el bostezo que me sorprende cinco minutos después de iniciado el metraje, a pesar de que se supone que dichos recursos están ahí para emocionarme, manipularme y conducirme junto al resto del público al estado de complicidad que nos conecte con personajes que, en mi subjetivo, siento sin sangre e igualo a los muñecos de los que me valía de niño aquellas tardes de lluvia en la que no podía salir a la calle y dejarme llevar por la libertad infantil que implicaba la improvisación, correr, jugar, pelearse, ensuciarse, olvidarse de tener que regresar a casa y escuchar la censura tras la aventura primaveral o estival... Nada de eso se observa en Leyendas de pasión, ni en el amor ni en la guerra por la que se pasea durante unos minutos, ni en el distanciamiento entre hermanos ni en cualquier otra idea que Zwick pretenda expresar en pantalla o fuera de ella. Ni idea tengo de la novela de Jim Harrison en la que se basa el film, de modo que no puedo atribuirle la insustancialidad de una película que, si hay una palabra que la defina, es desapasionada, contradiciendo el título con el que se estrenó en España. Promete pasión, pero esta no se descubre por ninguna parte, ni siquiera en la idea superficial de un romance, de una familia o del distanciamiento entre hermanos en un entorno donde el coronel Ludlow (Anthony Hopkins), sus hijos, Alfred (Aidan Quinn), Tristan (Brad Pitt) y Samuel (Henry Thomas), y Susannah (Julia Ormond) ni son leyendas ni apasionados, sencillamente son estereotipos que, si nos alejamos de los caramelos, aburren incluso a ellos mismos…



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