Quino: Mafalda
Ian Gibson y Quique Palomo: Cuatro poetas en guerra
Sin embargo, creo que la literatura ha salido perjudicada de esa relación a tres bandas, porque ha bajado su listón, más allá de que haya elevado la importancia de las portadas, mientras que el cine y el cómic no se han visto obligadas a dejar de usar pañales, si se acepta la idea de que ambos medios nacieron infantiles, para todos los públicos, y aunque haya habido excepciones que alcanzan madurez y magisterio, tales como las arriba nombradas o mismamente Arrugas, o que algunas viñetas, en busca de prestigio, se denominen novela gráfica, la mayoría de sus productos no dejan de gatear o de dar los mismos pasos y traspiés… Luego, llegaron los videoclips y los videojuegos, para perfeccionar la infantilización en la década de 1980. Aunque todavía faltaba el toque de gracia que significaron la redes sociales, que no dieron voz a las masas ni a la cultura, puesto que las voces son personales y la cultura algo más que negocio, sino que crearon un espacio para la inmediatez, la ausencia de pensamiento crítico, las ventas, las poses, las frases sacadas de contexto, la exhibición de la ignorancia y de la irreflexión. Eran los medios ideales para dar rienda suelta a la estupidez que llevamos dentro pero que apuntamos en otros, la que encontraba en dichas redes su espacio si no natural, sí el adecuado para su proliferación… ¿Y dónde nos sitúa esto y hacia dónde nos proyecta? Las respuestas llegarán, pero tal vez entonces no las comprendamos, porque quizá hayamos perdido la capacidad de reflexionar y de cuestionar, también la de digerir ideas en un proceso lento, emocional y racional, que depare algo más que una gota en un océano que apunta a superficie sin fondo, sin lugares abisales donde la quietud y la tranquilidad no se vean amenazadas y permitan bucear y nadar en busca de otras direcciones…
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