Con setenta años cumplidos, Clint Eastwood ironizó sobre la edad como falso impedimento para realizar aquello que se persigue; habría que decir que el reconocimiento unánime de la crítica le llegó cuando ya pasaba de los sesenta, con el estrenó de Sin perdón, a la que seguirían otros títulos tan destacados como Un mundo perfecto, Million Dollar Baby, Cartas desde Iwo Jima o Gran Torino. Así pues, su propia experiencia demuestra que la edad no es relevante mientras se tengan ganas, salud, ilusión, experiencia y capacidades para alcanzar aquello que se persigue, algo que reafirmó en esta entretenida mezcla de comedia y aventura espacial, que revindica la valía de cuatro antiguos pilotos que se rencuentran para sacar las castañas del fuego al hombre que rompió su sueño de viajar al espacio. Space Cowboys no fue la primera película en la que Clint Eastwood interpretó a un piloto, con anterioridad ya lo había hecho en Tarántula (Jack Arnold, 1955), La escuadrilla Lafallette (William A.Wellman, 1958) y Firefox, dirigida por él mismo, pero al contrario que sucedía en aquella, en Space Cowboys la acción se encuentra supeditada al desarrollo del personal punto de vista defendido por el director-actor a lo largo del metraje. Para que esto fuese posible, el protagonismo recae en un cuarteto de supuestos desahuciados, debido a su avanzada edad, pero ellos se encargan de demostrar que la valía no consiste en ser joven, sino en el ánimo, la ilusión, las aptitudes o el empeño que se pone en aquello que se pretende. De ese modo, los héroes de Space Cowboys se convierten en indispensables mientras se revelan contra el pensamiento dominante en quienes les rodean, y que se encuentran convencidos de que la avanzada edad de los novatos les convierte en inservibles. No obstante, para contradecirles, Frank (Clint Eastwood), Hawk (Tommy Lee Jones), Jerry (Donald Sutherland) y Tank (James Garner) demuestran el error que comenten quienes les juzgan por su supuesta ancianidad. Cuarenta años atrás ellos también fueron jóvenes, apasionados, llenos de vitalidad y de ilusiones. Por aquel entonces formaban el mejor equipo de pilotos de pruebas de las fuerzas aéreas, pero las decisiones y la mala fortuna les impidió alcanzar el sueño que cuatro décadas después vuelve a llamar a sus puertas. En el presente nadie apuesta por ellos, salvo ellos mismos, conscientes de que, a parte de arrugas, sobrepeso y problemas en la vista, mantienen intactas sus personalidades y su deseo por atravesar la atmósfera. Ni que decir tiene que los cowboys superan todas las trabas con las que se encuentran a su regreso a la NASA, la organización para la que deben realizar la misión de reparar un viejo satélite de comunicaciones soviético, que resulta ser un arma de destrucción masiva cargada de cabezas nucleares que serán lanzadas a la Tierra si la máquina no recupera su órbita. No obstante, esta circunstancia todavía es desconocida para estos outsiders que se niegan a claudicar ante el pensamiento generalizado, como demuestra la constante de Jerry de ligar con cuantas mujeres se cruzan en su camino, el afán de superación o las peleas que mantienen Hawk y Frank. Además de la defensa a ultranza de la valía del individuo más allá de su fecha de nacimiento, se descubre la amistad que les une, sobre todo la de Hawk y Frank, siempre discutiendo, incluso en ese presente en el que tienen la oportunidad de alcanzar aquello que se les negó cuando Bob Garson (James Cromwell) les sustituyó por un chimpancé. La animadversión existente entre Frank y Bob, ahora convertido en uno de los dirigentes de la agencia espacial, es innegable, aunque el segundo debe aceptar la propuesta del primero porque éste es el único que conoce el sistema del satélite, que inexplicablemente cayó en manos de los soviéticos. Sin tiempo para preparar a otro equipo, se descubre al viejo cuarteto iniciando su puesta a punto, durante la cual se producen los momentos más irónicos y cómicos de la película. A partir del lanzamiento, la historia entra dentro del campo de la aventura espacial, y como tal expone los apuros de la tripulación ante una misión que se descontrola y exige el sacrificio de los veteranos, mientras se observa la falta de aptitudes de los dos jóvenes que les acompañan (uno cae herido y el otro provoca el desastre que se cierne sobre ellos).
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