La primera producción de animación generada por ordenador realizada por Dreamworks, productora fundada en 1994 por David Geffen, Jeffrey Katzenberg y Steven Spielberg, intentó contentar tanto al público infantil como al adulto. A este último iba dirigida la presentación de la hormiga protagonista, que toma algunos rasgos psíquicos de los personajes creados por el actor, director y guionista que le prestó la voz (Woody Allen). Z se descubre exponiendo sus dudas existenciales durante una sesión de psicoanálisis que no le resuelve la crisis existencial generada por su rechazo a la sociedad a la que pertenece, en cuyo seno la individualidad y el libre albedrío brillan por su ausencia. A pesar de su timidez, Z no es una hormiga como otra cualquiera que se deje pisotear, ya que se encuentra convencida de ser un individuo pensante con conciencia de serlo, aunque este punto está mal visto dentro del orden establecido en la colonia de la que forma parte. Como un miembro más del grupo se encuentra condenado a aceptar su insignificancia y su condición, establecida desde su nacimiento, pero se resiste a ello, de tal modo que se revela, y se erige en el único individuo del hormiguero que da un paso para cambiar su existencia; algo que hace cuando conoce a la princesa Bala (el otro personaje que tampoco parece aceptar su cotidianidad), y ésta le invita a bailar sin saber que acabarán imitando los movimientos de Uma Thurman y John Travolta en Pulp Fiction (Quentin Tarantino, 1994) o viviendo una aventura más allá de las galerías subterráneas en las que viven. Antz se encuentra plagada de guiños cinematográficos, como sería el baile o la arenga del general Mandible, que, emulando al Patton de Franklyn J.Schaffner, se gana la admiración de las masas oyentes. De hecho estos guiños irían destinados a los adultos, sin embargo, el objetivo de llegar a éstos se quedó en un intento forzado, siendo la parte destinada al espectador infantil la que mejor funciona. Pero de eso se trata, de una película que entretiene a los más pequeños al ofrecer a las hormigas características humanas, y a Z el rol de héroe cómico, cuyos actos le convierten en el salvador de una colonia amenazada por la ambición del general, deseoso por instaurar un nuevo orden (más elitista y fascista que el anterior), en el que no habrá lugar para aquellos considerados no aptos para formar parte del mismo. El éxito de Mandible depende de un plan que se pone en marcha con la eliminación de las fuerzas leales a la hormiga reina, aunque su visión se ve entorpecida por la incómoda presencia de ese aparentemente insignificante obrero que, en su negativa a perder su individualidad, provoca que en la colonia se respire un aire de revuelta que amenaza con dar al traste con la alienación reinante y con el totalitarismo pretendido por el militar.
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