viernes, 10 de agosto de 2012

Un puente lejano (1976)



Los atractivos de Un puente lejano (A Bridge too Far, 1976) no se reducen a su espectacular reparto, ni a la partitura de John Addison —que había formado parte del XXX Cuerpo del Ejército durante la operación real que desarrolla el film—, sino también a una dirección más ágil y homogénea de lo que podría esperarse de una superproducción plagada de estrellas a las que contentar y dar protagonismo, así como cubrir los frentes abiertos para detallar los hechos. Richard Attenborough realizó un bélico compacto que báscula entre la épica y la crítica, entre la admiración y la compasión hacia esos soldados que marchan convencidos de su victoria, hasta que comprenden que forman parte de una carnicería evitable. Sin perder de vista la recreación histórica del momento y del hecho que expone durante más de ciento sesenta minutos, Un puente lejano se inicia explicando brevemente cómo era Europa en 1944 para poco después introducir Market Garden y así entrar de lleno en una operación militar condenada al fracaso. Hay un momento en el que se busca el cuándo se produjo el error que condujo al fracaso de Market Garden. Los generales dicen que si fue en Nimega, después de Nimega o debido a las niebla en Inglaterra que retrasó el despegue de la brigada polaca al mando del general Sosabowski (Gene Hackman), quien ya había mostrado su escepticismo y sus dudas respecto al plan del mariscal Montgomery. Pero en ese instante, que confirma sus sospechas, es quien más se acerca a la realidad, pues asume que <<no importa dónde fue. Basta el instante en el que un hombre le dice a otro ¿por qué no jugamos a la guerra? Y mueren todos>>. Las palabras de Sosabowski dicen lo que intuía y ahora se confirma, que la operación nació de aspiraciones personales y divismo, no como una necesidad militar. Ese fue el gran error, el posicionar egos por delante de objetivos posibles, más cercanos que <<un puente demasiado lejano>>, como finalmente reconocerá el general Browing (Dirk Bogarde) ante el general Urquhart (Sean Connery), después de que este haya vivido el infierno de Arnhem.



El 6 de junio de 1944 se había llevado a cabo con éxito el impresionante despliegue de tropas aliadas en Normandía, posibilitando el avance aliado por suelo francés, el cual se produjo con celeridad, al menos al inicio, pues en agosto se había liberado París y otras zonas de Francia. Sin embargo, poco después, como anuncia la voz narradora, las fuerzas aliadas se vieron obligadas a frenar su ritmo como consecuencia de la falta de suministros, entre otros factores, y el general Eisenhower (general en jefe de las fuerzas aliadas angloamericanas en Europa), obligado por las circunstancias y presiones, dio luz verde al ambicioso plan de ataque ideado por el mariscal Montgomery, un plan diseñado para acabar con la contienda ese mismo año. A grandes rasgos, la operación Market Garden consistía en el lanzamiento de miles de soldados sobre suelo holandés (Market), al tiempo que tropas terrestres (Garden) de XXX Cuerpo avanzarían rompiendo las líneas enemigas para conectar con los paracaidistas que ya habrían ocupado los principales puentes de los Países Bajos, los mismos que permitirían abrir el corredor de acceso al corazón industrial de Alemania y posteriormente a Berlín. No obstante, la teoría nada tuvo que ver con la práctica. Y esa práctica fallida la detalla Un puente lejano con 
minuciosidad, con un reparto coral (plagado de nombres y rostros conocidos) y un despliegue de medios colosal (como la fallida empresa que narra), lo que supuso una ventaja técnica a la hora de recrear las distintas fases de la operación. Su importante despliegue económico y material ayuda, pero es la capacidad de Attenborough para enlazar los hechos y los personajes la qué evita ciertas irregularidades narrativas que suelen producirse en este tipo de producciones, cuestión que se deja notar en El día más largo (The Longest Day, 1962), uno de sus referentes más cercanos, no en vano la novela en la que se basa es del mismo autor (Cornelius Ryan) y presenta aspectos similares en cuanto a su exposición. La costa de Normandía es sustituida por las bajas tierras holandesas, donde se produce el lanzamiento masivo de las tropas aerotransportadas que deben tomar los puentes de Eindhoven, Nimega y Arnhem (objetivos vitales para el éxito de un plan ambicioso que no permite el más mínimo error). Uno de los primeros problemas que se observan se presenta en la actitud de algunos de los oficiales responsables, quienes pasan por alto informes que confirman la presencia de tropas enemigas en los sectores señalados como objetivos; convencidos de que se enfrentan a un ejército de segunda, desoyen informes de la resistencia holandesa (de la que no se fían) o restan importancia a fotografías aéreas que desvelan la presencia de tanques enemigos (que califican de material inútil).


Richard Attenborough
 inició
 el film informando de la situación en la que se encuentra la contienda, así como desvela la lucha de egos entre Montgomery y Patton, ambos deseosos de ser el oficial más reconocido entre los aliados, hecho que apunta que puede tratarse de una operación precipitada por ese afán de conseguir una victoria también a nivel personal. Antes de su puesta en práctica Market Garden plantea ciertas dudas en cuanto a su factibilidad, cuestión siempre patente en el general Sosabowski, cuyas palabras y silencios delatan su escepticismo con respecto a un plan que no le convence. Decenas de miles de soldados británicos, estadounidenses, irlandeses, canadienses y polacos emprenden una misión que desde el principio apunta hacia ese fracaso que Sosabowski masculla, y que se gesta en contratiempos que no se han tenido en cuenta: radios que no funcionan como consecuencia de un terreno por debajo del nivel del mar, malas condiciones meteorológicas que impiden el vuelo de los aviones con los refuerzos, errores en la elección de los lugares de salto (a demasiada distancia de los objetivos, rompiendo de ese modo el indispensable factor sorpresa), vehículos que se accidentan antes de ser utilizados, tropas que se dispersan, la lentitud en el avance terrestre o la presencia de dos divisiones panzer que castigan a las tropas británicas en Arnhem y alrededores. Así pues, fueron demasiados imprevistos los que se pasaron por alto cuando el plan se desarrollaba en un despacho donde se presumía la mayor victoria aliada tras el desembarco, pero que en el campo de batalla se convirtió en la derrota más sonada de los aliados (miles de vidas perdidas y un corredor incompleto que conducía a ninguna parte), pero que el general que ideó la operación quiso vender o hacer pasar como una gran victoria.

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