jueves, 30 de agosto de 2012

Azcona, un guionista imprescindible


La frase de Rafael Azcona <<escribo guiones porque me resulta más fácil que escribir novelas
>> no define su sobrado talento para escribir películas, ya que a día de hoy no cabe la menor duda de que este guionista riojano fue uno de los grandes escritores cinematográficos de la segunda mitad del siglo XX. Muchos de sus guiones, escritos en solitario o en colaboración, se convirtieron en excelentes títulos que le proporcionaron el reconocimiento nacional e internacional y los premios Nacional de Cinematografía en 1982, el Ennio Flaiano al mejor guionista extranjero en 1983 y la Medalla de Oro de las Bellas Artes, que le fue concedida en 1994, entre otros galardones que de alguna manera premiaban su capacidad inventiva, satírica y reflexiva, de las más ricas y singulares que ha dado el cine español. <<Para no endosarle a nadie la responsabilidad de mis defectos, en lugar de hablar de influencias hablemos de lecturas, o mejor dicho, de relecturas y para no ponernos pesados limitémoslas a Cervantes, Baroja, Kafka>>1. Limitaciones sin apenas límites las escogidas por este guionista imprescindible, colaborador habitual de Luis García Berlanga, Marco Ferreri, Carlos Saura o José Luis García Sánchez, que realizó trabajos irónicos, ácidos y mordaces, repletos de humor negro, de amargas reflexiones y de inolvidables personajes que, tras su imagen esperpéntica, mostraban su humanidad, pero también sus miserias, su mezquindad y su patetismo, cuando no la insolidaridad que les rodea y la imposibilidad que les golpea hasta (casi o sin casi) destruirlos. Nacido en Logroño en 1926, se trasladó a Madrid en 1951 para desarrollarse como poeta, aunque, sin apenas dinero para mantenerse, no tardó en cambiar las rimas por el humor satírico con el que describía las relaciones del hombre consigo mismo, con la sociedad, con la familia o con la mujer. En la capital española entabló amistad con Antonio Mingote y Álvaro de Laiglesia, quien le ofreció trabajo en La Codorniz. <<En La Codorniz nos reuníamos una vez al mes para comer, pero a quienes traté fuera de la revista fue a Antonio Mingote, a quien nunca le agradeceré bastante el haberme salvado de la poesía—, a Tono —una persona que te alegraba el día si te lo cruzabas por la calle—, a Enrique Herreros —que me llevaba en sidecar dando tumbos por los baches de Madrid— y ocasionalmente a Chumy y a Munoa —con los que me reí mucho—>>2. Aparte de relaciones, risas y buen humor, en la famosa revista cómica, hervidero de humoristas indispensables en la modernización del humorismo español, Azcona encontró su oportunidad. Allí publicó por primera vez en 1952 y allí creó la exitosa tira El repelente niño Vicente. Antes de adentrarse en el mundo del cine, del que poco conocía, también escribió varias novelas; una de ellas, Los muertos no se tocan, nene, llamó la atención de Marco Ferreri, por aquel entonces en España vendiendo objetivos de cámaras y con la intención de producir alguna película, pero sin dinero en los bolsillos. Animado ante la idea de llevarla a la pantalla, el milanés se puso en contacto con el riojano, que se dejó seducir por el carácter y el sentido del humor de aquel desconocido italiano. Iniciaron la adaptación de la obra, pero, debido a la censura, no pudo salir adelante. A pesar de la contrariedad, el encuentro no resultó estéril, ya que a partir de entonces hubo más risas, aprendizaje por ambas partes, complicidad y una decena de películas que, entre lo cómico y lo patético, encierran una amarga reflexión sobre la condición humana y sobre el individuo frente a la destrucción de su individualidad. <<Aprendimos juntos el oficio y se creó una relación derivada del hecho que él nunca había escrito un guión ni yo tampoco. Empezamos a escribir guiones y, de todos modos, Azcona funcionaba como un estimulante con el cual puedo hablar de un modo más... Azcona!>>3, recordaba Ferreri los orígenes de su fructífera relación con el guionista, de la cual nacieron dos títulos clave de la cinematografía española: El pisito y El cochecito, el primero basado en la novela homónima del creador logroñés y el segundo en su relato Paralítico. De regreso a Italia, el realizador transalpino no tardó en llamar a su amigo y la asociación continuó en La abeja reina, La gran comilona o No tocar a la mujer blanca. Según palabras del guionista, fue el director italiano quien le enseñó cómo enfocar la escritura de un guión cinematográfico; lo que Azcona no dijo fue que él poseía un talento natural para ello, quizá por que le interesaba menos el reconocimiento que el describir el mundo que observaba a su alrededor a través de situaciones que modifican a sus personajes. En 1959 se produjo su encuentro profesional más sonado, aquel que le unió a Luis García Berlanga, cuando ambos escribieron Se vende un tranvía, que iba a ser el primer episodio de un proyecto televisivo que no cristalizó. Todo lo contrario sucedió con su relación, que sí cristalizó en dos obras maestras del humor negro, Plácido El verdugo, en Tamaño naturalla trilogía Nacional o en La vaquilla. Salvo Tamaño natural, la mayoría de las comedias de Berlanga y Azcona apostaron por un cine coral y caótico, ajeno a cualquier tipo de moralina, que desde la sátira y el esperpento concede el protagonismo a ilusos que persiguen ambiciones tan insignificantes como sus existencias dentro de la sociedad que los zarandea y potencia su picaresca, su egoísmo, su incomunicación y su derrota existencial. Carlos Saura, para quien colaboró en seis guiones, Pedro Masó en cinco ocasiones, José Luis García Sánchez en trece, o Fernando Trueba en tres, fueron otros realizadores con los que Azcona colaboró de manera asidua en algún momento de su carrera, sin embargo el guión que quizá mejor defina su mirada lo dirigió Juan EstelrichEl anacoreta incidía una vez más en la soledad, en la incomunicación y en el fracaso vital del hombre atrapado en su intención de apartarse de un entorno que no le convence pero con el que siempre mantiene contacto, a pesar de llevar once años encerrado en el cuarto de aseo de su casa. Para finalizar, cabe recordar su colaboración con José Luis Cuerda en El bosque animado, La lengua de las mariposas y Los girasoles ciegos, cuyos guiones le reportaron tres Goya al mejor guión, premio que también le fue concedido por ¡Ay, Carmela!, Belle Époque y Tirano Banderas, en la que adaptó la novela homónima de Ramón María de Valle-Inclán.


Filmografía como guionista

El pisito (Marco Ferreri, 1958)

Se vende un tranvía (Juan Estelrich, 1959) (serie de televisión)

El cochecito (Marco Ferreri, 1960)

El secreto de los hombres azules (Edmond Agabra, 1961)

El poder de la mafia (Alberto Lattuada, 1962)

Las cuatro verdades (Alessandro Blasseti, Hervé Bromberger, René Clair, Luis G. Berlanga, 1962)

La abeja reina (L'ape regina; Marco Ferreri, 1963)


Se acabó el negocio (La donna scimmia; Marco Ferreri, 1964)

Un rincón para querernos (Ignacio F.Iquino, 1964)

Controsesso (Renato Castellani, Marco Ferreri, Franco Rosi, 1964)

La esposa americana (Una moglie americana; Gian Luigi Polidoro, 1965)

Oggi, domani, dopodomani (Eduardo de Filipo, Marco Ferreri, Luciano Salce, 1965)

L'uomo dei cinque palloni (Marco Ferreri, 1965)

Marcha nupcial (Marcia nuziale; Marco Ferreri, 1966)

Qué dulce es morir así (Il fischio al naso; Ugo Tognazi, 1967)

El harén (L'harem; Marco Ferreri, 1967) (historia)

Peppermint Frappé (Carlos Saura, 1967)

La boutique (Luis G. Berlanga, 1967)

L'estate (Paolo Spinola, 1968)

Tuset Street (Jorge Grau, Luis Marquina, 1968)

La madriguera (Carlos Saura, 1969)

Los desafíos (Rafael Azcona, José Luis Egea, Víctor Erice, Claudio Guerín, 1969)

Las secretas intenciones (Antonio Eceiza, 1970)

El monumento (José María Forqué, 1970)

El jardín de las delicias (Carlos Saura, 1970)

El ojo del huracán (José María Forqué, 1971)

Homicidio al límite de la ley (Un omicidio perfetto a termine di legge; Tonino Ricci, 1971)

La cera virgen (José María Forqué, 1972)

La audiencia (L'udienza; Marco Ferreri, 1972) (historia)

En el oeste se puede hacer... amigo (Si può fare... amigo; Maurizio Lucidi, 1972)

Una razón para vivir y una para morir (Una ragione per vivere e una per morire; Tonino Valerii, 1972)

Ana y los lobos (Carlos Saura, 1972)

Tarot (José María Forqué, 1973)

La gran comilona (La grande bouffe; Marco Ferreri, 1973)

No tocar a la mujer blanca (Touche pas à la femme blanche; Marco Ferreri, 1974)

Fischia il sesso (Gian Luigi Polidoro, 1974)

¿Permitís, señora, que ame a vuestra hija? (Permettete signora che ami vostra figlia?; Gian Luigi Polidoro, 1974)

La prima Angélica (Carlos Saura, 1974)

La revolución matrimonial (José Antonio Nieves Conde, 1974)

Pim, pam, pum... ¡fuego! (Pedro Olea, 1975)

La adúltera (Roberto Bodegas, 1975)

El poder del deseo (Juan Antonio Bardem, 1975)

El anacoreta (Juan Estelrich, 1976)

Mi hija Hildegart (Fernando Fernán Gómez, 1977)

Adiós al macho (Ciao maschio; Marco Ferreri, 1978)

Un hombre llamado Flor de Otoño (Pedro Olea, 1978)

La escopeta nacional (Luis G. Berlanga, 1978)

La miel (Pedro Masó, 1979)

La familia, bien, gracias (Pedro Masó, 1979)

La última mujer (La dernière femme; Marco Ferreri, 1979)

El divorcio que viene (Pedro Masó, 1980)

127 millones libres de impuestos (Pedro Masó, 1981)

Puente aéreo (Pedro Masó, 1981)

Bésame, tonta (Fernando González de Canales, 1982)

Don Quijote (Maurizio Scaparro, 1983)

La corte del faraón (José Luis García Sánchez, 1984)

Hay que deshacer la casa (José Luis García Sánchez, 1986)

El año de las luces (Fernando Trueba, 1986)

El pecador impecable (Augusto Martínez Torres, 1987)

El bosque animado (José Luis Cuerda, 1987)

Pasodoble (José Luis García Sánchez, 1988)

Moros y cristianos (Luis G. Berlanga, 1988)

Los negros también comen (Ya bon les blancs; Marco Ferreri, 1988)

Soldadito español (Antonio Giménez Rico, 1988)

El vuelo de la paloma (José Luis García Sánchez, 1989)

Sangre y arena (Javier Elorrieta, 1989)

¡Ay, Carmela! (Carlos Saura, 1990)

Chechu y familia (Álvaro Sáenz de Heredia, 1992)

Belle Époque (Fernando Trueba, 1992)

Tirano Banderas (José Luis García Sánchez, 1993)

El rey del río (Manuel Gutiérrez Aragón, 1995)

El seductor (José Luis García Sánchez, 1995)

Suspiros de España (y Portugal) (José Luis García Sánchez, 1995)

Gram Slalom (Jaime Chávarri, 1996)

La celestina (Gerardo Vera, 1996)

Pintadas (Juan Estelrich, Jr., 1996) (relato)

Tranvía a la Malvarrosa (José Luis García Sánchez, 1997)

En brazos de la mujer madura (Manuel Lombardero, 1997)

Siempre hay un camino a la derecha (José Luis García Sánchez, 1997)

Una pareja perfecta (Francesc Betriu, 1998)

La niña de tus ojos (Fernando Trueba, 1998)

La lengua de las mariposas (José Luis Cuerda, 1999)

Adiós con el corazón (José Luis García Sanchéz, 2000)

El paraíso ya no es lo que era (Francesc Betriu, 2001)

Son de mar (Bigas Luna, 2001)

La marcha verde (José Luis García Sánchez, 2002)

Franky Banderas (José Luis García Sánchez, 2004)

María querida (José Luis García Sánchez, 2004)

Los girasoles ciegos (José Luis Cuerda, 2008)

L'ultimo Pulcinella (Maurizio Scaparro, 2008)


1.Rafael Azcona en Carlos Cañete y Maite Grau. Bienvenido Mr. Berlanga. Ediciones Destino, Barcelona, 1993

2.Rafael Azcona. Revista Nosferatu nº 33. Abril, 2000
3.Esteve Riambau (Coord.) Antes del Apocalipsis. El cine de Marco Ferreri. Ediciones Cátedra, Madrid, 1990

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