La prensa, incluso en sistemas que se dicen democráticos, no siempre saca a relucir la verdad ni desvela todos los hechos que afectan a la sociedad, sea esto debido a presiones externas, a incapacidad o a intereses propios; a veces calla, otras desvía la atención, pero en otras ocasiones saca a relucir hechos que se convierten en noticias que impactan hasta tal punto que hacen tambalear la opinión pública y, con dicho temblor, el presente. En 1974, Bob Woodward y Carl Bernstein publicaron su libro Todos los hombres del presidente (All the president's men) y, en sus páginas, expusieron su exhaustiva investigación sobre el conocido Escándalo Watergate. Tal había sido la repercusión mediática del caso, de los artículos que lo destaparon y del libro en el que se expuso la investigación, que esta no tardó en ser recreada en la gran pantalla. Lo hizo Alan J. Pakula en una película escrita por William Goldman, que se descubre como un ejercicio cinematográfico de intriga político-periodística en el que prima el realismo y la atmósfera de redacción periodística, que es uno de sus puntos fuertes porque le da el tono entre laboral, cotidiano y desenfadado que nos acerca la idea de la redacción de un gran periódico en plena faena. La idea motora del film es la búsqueda, la incansable entrega de los periodistas, su hambre profesional, ese al que alude el redactor al que da vida Jack Warden, el que hace que la pareja de reporteros nunca se dé por vencida. El estilo del film marcaría un punto de inflexión en el cine dedicado al periodismo de investigación; también recordaría cuál es la función de la prensa, un poder que, en su función de informar y de desvelar, incluso en la tendenciosa de orientar la opinión pública, ha de servir al público, a la sociedad, a la verdad, aunque tal servidumbre le conlleve un enfrentamiento directo con otros poderes.
La verdad de esta punta de iceberg, que destapó la más popular de las ilegalidades políticas de la historia de los Estados Unidos, se inicia el 17 de junio de 1972, cuando uno de los vigilantes nocturnos del complejo de oficinas y apartamentos Watergate descubre que el resbalón de la puerta se encuentra inutilizado por un trozo de cinta adhesiva que impide su cierre. Poco después la policía irrumpe en el edificio y detiene a cinco intrusos, uno de los cuales resulta ser un ex-agente de inteligencia y asesor de seguridad del comité de reelección del presidente republicano Richard Nixon. La detención de estos hombres es cubierta por Bob Woodward (Robert Redford), el joven periodista del Washington Post que une esfuerzos con su compañero de redacción Carl Bernstein (Dustin Hoffman) para destapar un escándalo sin parangón en la política estadounidense, el mismo que a la postre conllevaría la dimisión de Nixon el 8 de agosto de 1974.
Los primeros momentos de la investigación no parecen conducir a parte alguna. La mayoría de los medios se desentiende de una noticia en la que Bernstein y Woodward continúan trabajando, y como fruto de su constancia empiezan a encajar piezas que son corroboradas por el informador sin identidad a quien llaman "Garganta Profunda" (Hal Holbrook). Desde el primer encuentro en la sombra entre "el ronco" y Bob, la pareja de periodistas sigue la pista del dinero con el que se financió la reelección del presidente, descubriendo un gran número de irregularidades e ilegalidades. A medida que profundizan, encuentran pruebas o escuchan los testimonios de individuos asustados, ninguno de los cuales desea ver sus nombres publicados, aquello que podría pasar por un robo aislado se destapa como un sucio asunto de escuchas ilegales en el que asoman nombres cercanos a Nixon, hecho que provoca la situación de tensión que rodea a los dos reporteros del Post. La verdad se convierte en una amenaza tanto a nivel individual como profesional, aun así, Ben Bradlee interpretado por Jason Robards —excelente en su breve pero decisivo personaje—, el director del jornal, muestra un firme apoyo a sus empleados, quienes gracias a un arduo trabajo de investigación periodística, y a riesgo de sus carreras y puede que de algo más, descubren la participación en el asunto del colaborador más próximo a Nixon. De ese modo, finalmente se destapa una verdad que desvela el desvío de fondos para realizar escuchas ilegales a miembros del partido demócrata, con la intención de desprestigiar a sus líderes durante la campaña electoral; aunque se dijo que este proceder no fue de exclusividad del único presidente estadounidense que dimitió de su cargo, sí fue al único que pillaron realizándolo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario