El alcoholismo en el cine aparece como la consecuencia de buscar en el alcohol la vía de escape al dolor, a la aflicción o a las vidas atormentadas de los protagonistas. Pero no siempre. En ocasiones, se introduce como medio de placer y, en menor medida, por ejemplo en Barfly (Barbet Schroeder, 1987), como un fin en sí mismo: beber por beber, sin remordimiento ni intención de dejarlo. En Días de vino y rosas (Days of Wine and Roses, Blake Edwards, 1962), el alcohol tampoco es una ruta de huida para los protagonistas, puesto que empiezan su idilio alcohólico por el gusto de potenciar la ilusión que perpetúe los cortos días de vino y rosas que, copa a copa, se transforman en el hábito que depara la adicción destructiva que se observa en la pantalla. El alcohol y el alcoholismo también están presentes en la cotidianidad del protagonista de Su peor enemigo (The Small Back Room, 1949), cuya autocompasión le lleva a la botella y a alejarse de Susan (Kathleen Byron), la única persona con quien puede ser él mismo, y la única a quien muestra su tormento. Sammy Rice (David Farrar) es un ser perdido que sufre el conflicto de amar y de no poder hacerlo; pero, sobre todo, vive aislado en la lástima que siente, la pena y la rabia, sea por su pie perdido o por un tiempo de guerra que no le ofrece la menor oportunidad para el optimismo —la misión que le encargan tampoco ayuda, pues debe investigar y desactivar artefactos explosivos alemanes, aunque, finalmente, le brinde la redención. El sentimiento de autocompasión le genera impotencia y angustia. Le imposibilita. No se trata de su cojera, si no de su pensamiento, de la amargura y la negación a superar su situación y rehacer su vida, o encontrar un camino que le permita volver a ella. Esto es lo que interesa a Michael Powell y Emeric Pressburger, directores, productores y guionistas de The Small Back Room, la desorientación y la desesperación de un hombre que ignora cómo salir del abismo donde se encuentra atrapado. En este aspecto, Rice es similar al actor interpretado por Fredric March en Ha nacido una estrella (A Star Is Born, William A. Wellman, 1937) —también al de James Mason en la versión de George Cukor— y al guionista a quien da vida Ray Milland en Días sin huella (The Lost Weekend, Billy Wilder, 1945), todos ellos autodestructivos por autocompasión, quizá por cobardía, como le dice Susan a Rice en uno de los instantes de intimidad que comparten, aunque la escena se desarrolla en un lugar público.
miércoles, 15 de diciembre de 2021
Su peor enemigo (The Small Back Room, 1949)
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario