<<Tú, Vania, eres una persona inteligente por demás -dijo con torpe lengua Gólubiev según trataba de localizar la cerradura al tacto-. A primera vista pareces tonto de remate, pero bien analizado, la tuya es una inteligencia de ministro. No tendrías que ser soldado raso; tú vales para mandar una compañía. Y, si me apuras, hasta un batallón>>.
Voinóvich, Vladimir. Vida e insólitas aventuras del soldado Iván Chonkin.
No solo Iván Chonkin parece <<tonto de remate>>, todos los personajes lo parecen y todos lo son, pues esa simpleza que los iguala es la base de la caricatura pretendida por Voinóvich en su excelente sátira. Quizá si el escritor hubiese sido tan simple como sus personajes, o al menos tan miedoso como algunos de ellos, no habría caído en desgracia. Pero el autor tenía su pensamiento y este se manifestaba en sus obras, en sus cartas de protesta o en su amistad con otros escritores e intelectuales igual de descontentos con el régimen que se plantearía mandarlo al "lugar adecuado", aunque, para evitar posibles protestas de la comunidad internacional, finalmente optó por quitarle la nacionalidad y empujarlo al exilio. Manteniéndose fiel a lo expuesto por Voinóvich, Jiri Menzel realizó su adaptación cinematográfica desde el respeto al original literario, un respeto que se toma su libertad al final de un film cuyo ritmo decae por momentos. Aún así, es divertida y, en ocasiones, grotesca, porque, emulando Voinóvich, Menzel emplea la sátira y el humor para denunciar el miedo, la ignorancia, la estupidez, el estado policial y la burocracia sobre las que se sostiene el totalitarismo caricaturizado. Sin embargo, la sátira se desequilibra conforme avanzan las imágenes que nos muestran al soldado Chonkin (Gennadiy Nazarov) en el koljós, a donde sus superiores lo han enviado para vigilar un viejo e inservible avión del ejército rojo. La estancia del protagonista en la aldea permite el recorrido por un espacio donde la incompetencia y la desorientación forman parte del paisaje que habitan los Góluviev (Vladimir Ilin), el presidente de la aldea y aficionado a la bebida, el delegado político (Valeriy Zolotukhin), incapaz de tomar decisiones porque teme ser censurado (condenado) por sus superiores, el agricultor (Aleksey Zharkov) con aspiraciones filosóficas y científicas que, al ver su obra devorada por la vaca de Niura, no duda en delatar a su nuevo vecino o Niura (Zoya Buryak), quien, esperanzada y entregada, ha aceptado al soldado en su casa y en su cama. La llegada de Vania no transforma el espacio, de hecho, hasta que se encuentra envuelto en una situación que no comprende, él no hace nada, salvo vigilar el aparato inservible o gozar de las comodidades que, sin ser muchas, le proporciona el hogar de la joven con quien mantiene una fogosa relación carnal. El pensamiento del soldado resulta simple en grado sumo, lo cual lo incapacita para entender su situación e interpretar los hechos que se desarrollan avanzados los minutos. No obstante, su torpeza no desentona con la del resto de personajes que asoman por la pantalla, pues ninguno muestra más luces que Chonkin: comenten errores inexplicables, como la confusión del capitán Miliaga (Sergei Garmash) cuando es atrapado por los soldados de su propio ejército, o necesitan que otros les indiquen el camino a seguir, acostumbrados a no pensar, a no reflexionar y a negarse a tomar decisiones por temor a acabar en el "lugar adecuado".
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