Plataformas de streaming como Netflix se han ido asentando en la cotidianidad de los hogares para ofrecer a sus abonados películas y series de producción propia, algunas de relleno y otras tan atractivas como Mindhunter (2017). La propuesta de Joe Penhall es un interesante acercamiento a las mentes criminales desde una perspectiva realista y sobria que, por momentos, recuerda a lo expuesto por David Fincher en Zodiac (2007). Las similitudes con el film de Fincher no son coincidencia, sino conscientes, debido a la presencia del cineasta en cuatro de los diez capítulos que adaptan el libro de John E. Douglas, exagente del FBI, y Mark Olshaker. En Zodiac, Fincher detalló con acertada precisión la crónica de un fracaso sin final posible, sin más acción que las conversaciones que asoman por las imágenes que nos descubren la imposibilidad y la desorientación de los policías y de los periodistas que investigan el caso del asesino del zodiaco. En Mindhunter (2017) una desorientación similar preocupa a Holden Ford (Jonathan Groff) y le obliga a dar el paso adelante en su intención de comprender la mente de los criminales que inicialmente califica de secuenciales. Para conseguirlo se decanta por conversar, quizá porque escuchando aquí y allá, a profesores como él, a Debbie (Hannah Gross), que le ayuda a liberarse de prejuicios y a abrir la mente, a Bill Tench (Holt McCallany), su veterano compañero y su antítesis, a la doctora Wendy Carr (Anna Torv), una experta en psicología que irá adquiriendo mayor presencia a partir del tercer capítulo, o a criminales como Ed Kemper (Cameron Britton), el primer asesino secuencial que entrevista, pueda arrojar luz sobre la oscuridad en la que se adentra en compañía de Bill. Ambientada en la segunda mitad de la década de 1970, Mindhunter se desarrolla sin prisa para mostrarnos los orígenes de la psicología criminal moderna, una psicología puesta en práctica por los agentes de producciones como El silencio de los corderos (The Silence of the Lambs; Jonathan Demme, 1990) o, de regreso a Fincher, de sus thrillers que presentan psicópatas que podrían formar parte de la lista de entrevistados de Ford y Tench. Al igual que el personaje interpretado por Morgan Freeman en Seven (1995), los agentes de la serie son más teóricos que hombres de acción, aún así, la presentación del primero se produce durante la negociación de rehenes que asume sin éxito, al menos así lo cree, ya que en ese instante descubre su total incomprensión del comportamiento del secuestrador y el por qué de su inesperado suicidio. A partir de su encuentro con Bill, Holden abandona las aulas y accede al terreno, recorriendo el país ayudando a agentes locales y, sobre todo, iniciando sus entrevistas con psicópatas como Kemper, su primer paso hacia la comprensión y la primera piedra de la metodología que pretende desarrollar en la recién creada Unidad de Ciencias del Comportamiento del FBI. El trabajo afecta de forma directa a las vidas personales del trío de investigadores (Bill, Holden y Wendy), generando en ellos diferentes reacciones, aunque principalmente los capítulos se centran en la transformación del joven agente, en cómo su curiosidad inicial da paso a alguien que cree conocer y controlar aspectos que escapan a su comprensión y que inevitablemente le cobrarán factura a lo largo de la crónica detallada en Mindhunter, durante la cual, además de por su curiosidad innata, Holden se distingue por su ruptura dentro del ambiente policial al que pertenece, un ámbito que, censurando palabras y acciones, no comprende la importancia de los por qués que la Unidad busca responder.
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