Los proscritos (1917)
El cine sueco del periodo silente fue un referente clave en la evolución cinematográfica gracias a dos realizadores como Mauritz Stiller y Victor Sjöström; ambos demostraron su talento narrativo en el desarrollo de historias que no han perdido ni un ápice de interés a pesar de los años transcurridos desde sus filmaciones. Los proscritos (Berg-Ejvind och hans hustru, 1917) es uno de esos films que se disfruta desde su inicio, cuando los rótulos ubican la historia en Islandia, en una época de pobreza e injusticia que obliga a muchos individuos a delinquir para poder sobrevivir, convirtiéndose de esa manera en fueras de la ley como Berg-Ejvind, el personaje principal de la historia que Sjöström dividió en siete actos en los que la naturaleza humana y la física se funden en un espacio cinematográfico de montaña, amor, nieve, hambre y culpabilidad, que juegan un papel fundamental en el desarrollo de los hechos que depararán el romance y la unión de los dos personajes principales. La aparición de un desconocido que dice llamarse Kári (Victor Sjöström) en la hacienda de Halla (Edith Erastoff), joven y acaudalada viuda, inicia una relación que no tarda en convertirse en el amor que entorpece las intenciones de Björn (Nils Aréhn), el aguacil que desea casarse con la viuda de su hermano para acrecentar su fortuna. La segunda parte del film descubre que Kári es el fugitivo Berg-Ejvind, acusación que niega y que le enfrenta a Björn, quien sufre la humillación de la derrota y del rechazo de Halla. El siguiente fragmento desarrolla el flashback que desvela el delito cometido por Berg-Ejvind, pues éste confiesa a la mujer que ama que se vio obligado a delinquir como consecuencia del frío y del hambre que atormentaban a su familia. Berg-Ejvind cuenta como se presentó en la casa del pastor para rogarle que retardase el cobro de los pagos, pero su petición fue rechazada, lo cual provocó que robase una oveja que sirvió de alimento para los suyos. La pobreza y la injusticia fueron las causas que convirtieron a una persona honrada en un ladrón hambriento que sólo pretendía llevarse un bocado a la boca; Halla así lo comprende y se reafirma en sus sentimientos hacia Kári, abandonando su vida acomodada y huyendo con su amado, hecho que se expone en la cuarta parte, donde ambos escapan de sus perseguidores gracias a la ayuda de Arnes (John Ekman). Durante cinco años la vida de la pareja trascurre sin mostrarse en la pantalla, pero esa omisión no impide comprender que su amor se ha fortalecido hasta fructificar en esa niña que se descubre en el quinto acto de Los proscritos (Berg-Ejvind och hans hustru). La familia, al igual que otros muchos fugitivos, se ha asentado en las montañas, sin embargo viven aislados hasta que se presenta Arnes, ahora convertido en un perseguido por esa ley que parece no entender de justicia. La sexta y séptima parte confirman la tragedia que envuelve a Halla y a Berg-Ejvind, pues Arnes siente como la envidia, provocada por su soledad, crece en su interior al contemplar la felicidad que comparte la pareja. Su deseo por Halla se hace fuerte, amenazante, intenso, pero ella le rechaza al borde de un precipicio que parece presagiar la desgracia que se produce poco después, cuando Björn y siete acompañantes les descubren y les fuerza a una nueva huida, siempre dominada por la presencia atroz de la nieve, el hambre y la muerte.
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