domingo, 3 de junio de 2012

A pleno sol (1959)


Los personajes de A pleno sol (Plein soleil, 1959) poco o nada tienen que ver con las personalidades que se descubren en los protagonistas de la novela de Patricia Highsmith en la que se inspira (El talento de Mr. Ripley). En la película de René Clément, Tom Ripley (Alain Delon) no muestra el desequilibrio contradictorio siempre presente en el Tom literario, un individuo ambiguo en cuanto a sus sentimientos hacia Dickie, personaje que en la película se conoce como Philippe Greenleaf (Maurice Ronet), quien, a diferencia de su alter ego narrativo, descubre desde el primer momento sus emociones hacia Marge (Marie Laforêt). Estas diferencias confieren personalidad propia a A pleno sol, que arranca con Tom y Philippe disfrutando de un día de juerga en Roma. A primera vista parece que su amistad es una realidad gestada tiempo atrás, sin embargo, cuando, por casualidad, se encuentran con Freddie (Bill Kearns), se descubre que Philippe sigue la corriente a Tom porque le divierte. René Clément y su guionista, Paul Gégauff, prescindieron de la parte que precede a la llegada de Tom Ripley a Italia, cuestión que no merma el interés del film, y sí parece aumentar la intriga que empieza a gestarse cuando se descubre que Tom tiene la intención de convencer a Philippe para que regrese a San Francisco, y así poder cobrar los cinco mil dólares prometidos por el señor Greenloaf (personaje de la novela que nunca aparece en la pantalla). Tom concede al dinero una importancia siempre presente, cuestión que Philippe descubre durante el viaje de placer en el "Marge" (nueva muestra de sus sentimientos hacia la muchacha). Los tres personajes principales se encuentran aislados del resto del mundo en el interior del velero donde se observan sus personalidades, relaciones o intenciones. Philippe presiona a Tom porque hay algo de él que no le gusta, quizá su condición social o el su afán por imitarle; mientras, Marge le defiende y le acepa como a un amigo, al tiempo que se muestra incapaz de descubrir el peligroso juego que se desarrolla entre sus acompañantes.


La insolación sufrida por Tom, consecuencia de la broma pesada de Philippe, no influye en sus intenciones (lo que está a punto de hacer ya lo habría pensado con anterioridad, de ahí que se quede con el pendiente de la desconocida con quien tropiezan durante su estancia inicial en Roma), pero sí le convence para provocar la discusión entre Marge y Philippe, cuya resolución le permite quedarse a solas con su supuesto amigo. Philippe aprovecha la intimidad que ofrece el mar para preguntar a Tom cómo piensa deshacerse de él para quedarse con su dinero, consciente de que su acompañante pretende robarle. Ripley ni piensa ni responde, sólo actúa en consecuencia al plan urdido con anterioridad, por eso no sorprende que tome el cuchillo y lo hunda en el cuerpo de Philippe. Deshacerse del cadáver no plantea dificultades para un asesino que lo envuelve con una una tela que arroja al agua en compañía del ancla que debe impedir que el peso salga a flote. Sin el menor indicio de remordimiento, Tom regresa al pueblo y convence a Marge de que Philippe se ha marchado a Roma en busca de una soledad que le permita reflexionar sobre su relación con ella. Tom se desenvuelve a la perfección en su papel de asesino frío y calculador, en todo momento sabe lo que se trae entre manos; se queda con la máquina de escribir de Phillipe, imita su voz, toma su identidad o ensaya su firma para poder retirar ese dinero que le proporcionaría la vida que siempre ha deseado. Cuando Tom regresa a Roma se hace pasar por Philippe, pero las coincidencias están a punto de dar al traste con sus intenciones, sobre todo cuando Freddie se presenta repentinamente en su apartamento, alquilado bajo el nombre de Philippe Greenloaf, y le descubre, hecho que obliga a Ripley a matar de nuevo. El contacto con Marge es constante, Tom parece buscarlo, como si conseguir a Marge le acercase más a ser Philippe, lo que conllevaría alcanzar el estatus que persigue; en ningún momento la chica se plantea que Tom le mienta respecto a la suerte corrida por Philippe, pues al contrario que la Marge de la novela, la cinematográfica considera que Ripley es un amigo fiable, cuestión que ella misma confiesa en varias ocasiones. A pleno sol (Plein soleil) es un magnífico ejemplo de como realizar un film que se aleja de su fuente literaria, de la que sólo toma los elementos precisos para crear una narrativa propia que no compite con aquella, porque lo que René Clément pretendería sería muy distinto a la intención de Patricia Highsmith, hecho que se reafirma al final del film.

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