martes, 24 de abril de 2012

Doctor Zhivago (1965)


Años antes de producir 
Doctor Zhivago, Carlo Ponti había hecho lo propio con la adaptación de Guerra y Paz de Tolstoi, realizada por King Vidor. Tres años después haría lo mismo al producir La tempestad, adaptación de la novela La hija del capitán de Aleksandr Pushkin, dirigida por Alberto Lattuada. Ambos éxitos, sobre todo el primero, lo animaron a convencer a los estudios MGM para que apoyasen (financieramente) su idea de adaptar una novela sacada clandestinamente de Rusia y publicada por primera vez en Milán en 1957, con el título Doctor Zhivago, escrita por el poeta ruso Borís Pasternak, y cuyo protagonista es testigo de la época convulsa que le ha tocado vivir. Sin embargo los ejecutivos de la MGM no estaban por la labor de participar en un proyecto de semejante envergadura, reticencia que se resolvió cuando Ponti propuso a David Lean como director; su nombre era sinónimo de éxito debido al reconocimiento internacional alcanzado con El puente sobre el río Kwai y Lawrence de Arabia. El realizador inglés llegó a decir que la novela era una de las mejores que había leído, de modo que aceptó la propuesta y se puso en contacto con el guionista Robert Bolt. Ambos empezaron a tratar la adaptación, cuestión que les llevó más de diez meses y muchos enfados, pues el director prefería exponer la parte romántica de la historia y el guionista la política. Finalmente, en Doctor Zhivago se pueden observar ambos enfoques, lo que produciría la satisfacción de los dos responsables de la adaptación. Otra de las grandes ideas de Ponti sería la de rodar en la Unión Soviética, pero, como era de esperar, las autoridades soviéticas se negaron, no en vano habían prohibido la novela, a la que calificaban de individualista y perniciosa. Como consecuencia de este contratiempo, los exteriores e interiores se rodaron en España, Finlandia y Canadá, sin que el cambio de ubicación afectase al film, debido al minucioso cuidado del director y del equipo artístico encargado de recrear el Moscú zarista o la Rusia revolucionaría. Pero si algo queda claro de la adaptación realizada por David Lean, es que este nunca pretendió filmar el libro, sino su interpretación de la historia para crear otra distinta, aunque eso significase perder parte de la esencia del original literario. Pero ¿para qué filmar la novela? Acaso ¿no existe ya el libro? Convencido de esto, el realizador británico introdujo a su propio narrador omnisciente, Yevgraf Zhivago (Alec Guinness), que relata la historia a la joven que podría ser la hija de Lara y de su hermanastro de Yuri. Gracias al personaje de Yevgraf, a quien Lean recurriría en determinados momentos del film, la acción se traslada al entierro de la madre del pequeño Yuri, instante en el que da comienzo el texto de Pasternak. A partir de aquí, y durante sus más de tres horas de duración, el realizador desarrolló su fresco histórico-romántico de la Rusia zarista y de la revolución proletaria, que estalla como consecuencia de las diferencias sociales que dividen al país en dos clases: privilegiada y no privilegiada (división que prevalecería tras la Revolución: altos cargos del partido y el resto). A principios del siglo XX los movimientos socialistas (mencheviques y bolcheviques) pretendían el cambio revolucionario, un giro político que empieza a convertirse en real durante la Primera Guerra Mundial, cuando las tropas rusas se retiran del frente. Sería también en ese instante cuando Zhivago (Omar Sharif) y Lara (Julie Christie) hablan por primera vez, aunque ya se habían visto en el pasado por los caprichos de un destino que juega un papel vital en sus encuentros. Zhivago es el testigo presencial de los hechos, de las exigencias de los revolucionarios (las cuales cree justas), de sus métodos (no los comparte) y sus mentiras, pues no tarda en comprender la verdadera realidad de la nueva Rusia. Cuando se separa por primera vez de Lara y regresa con su esposa Tonya (Geraldine Chaplin), Yuri comprueba los cambios, su casa ya no lo es, allí habitan quince familias más, y entre ellas delegados políticos cuya misión sería la de controlar y delatar cualquier alusión contra el nuevo régimen, ¿mejora social? La aparición del hermanastro de Yuri, a quien nunca antes había visto, posibilita que el prtagonista y su familia viajen a los Urales, escapando de las posibles represalias de las nuevas autoridades, que le consideran un poeta individualista en un mundo donde la privacidad o los sentimientos individuales ya no tienen cabida (emociones innatas a Yuri o a cualquier ser humano, y que sin ellas dejarían de serlo). Pero Lean no pretendía rodar un film político, su interés residía en mostrar la parte humana de la historia, sobre todo aquella relacionada con Zhivago y su amor por dos mujeres (antes y después del nacimiento de la nueva Rusia, donde los poetas e intelectuales como él se consideran hombres peligrosos para los ideales socialistas) y Lara, cuya inocencia se pierde entre Komarovsky (Rod Steiger) y Pasha (Tom Courtenay), convertido en una fuerza represora posrevolucionaria. Como resultado, la historia de Lara, Tonya y Yuri destaca por el lirismo que desprenden los detalles, los rostros de sus personajes, la fotografía de Freddie Young y las notas musicales compuestas por Maurice Jarre, entre las cuales sobresale "el tema de Lara", que, con variaciones, se repite a lo largo de los minutos de uno de los mayores éxitos de David Lean, quien, tras saborear la gloria con El puente sobre el río Kwai, Lawrence de ArabiaDoctor Zhivago, saborearía la amargura del fracaso que significó La hija de Ryan (Ryan's Daughter, 1970), quizá su obra más compleja, poética y personal.

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