Alejándose de lo expuesto por Philip K. Dick en Sueñan los androides con ovejas mecánicas, Ridley Scott (y los guionistas David Webb Peoples y Hampton Fancher) recrea su ciudad de Los Ángeles, en 2019, con un ojo puesto en Metrópolis (1927), para evolucionar la concepción estética de la ciencia ficción cinematográfica, siguiendo el camino iniciado por Fritz Lang cuando contempló Manhattan desde el barco y se gestó la idea conceptual primigenia de su mítica película futurista. En ambas destacan sus escenografías para el recuerdo, gracias a sus ambientaciones y a las sensaciones que transmiten; en el film de Scott destaca la armonía alcanzada por la partitura de Vangelis, la iluminación de Jordan Cronenweth, la decoración de Syd Mead, la dirección artística de David Syder y los efectos visuales que corrieron a cargo de Douglas Trumbull, el artífice de esa otra joya del género titulada Naves misteriosas (Silent Running, 1972). La oscuridad reina en esa ciudad futurista, también en los protagonistas, cuyas tinieblas omnipresentes reflejan existencias encadenadas y condicionadas por un presenta-futuro incierto en el que las dudas, el pesimismo, la publicidad, el aislamiento y la muerte dominan sobre la luz, que se niega a aparecer, porque no es la atmósfera adecuada para el mundo desesperanzado y esclavo por el que transita el blade runner protagonista y los replicantes antagonistas, o viceversa…
La voz en off (suprimida en el montaje de 1991) acompaña a Deckard en su transitar por un mundo futuro, oscuro, lluvioso e inquietante; dicha voz se convierte en su conciencia y en su memoria, y le revela como un antihéroe plagado de dudas y contradicciones. Descubre en los replicantes a seres capaces de comprender, de sentir y de querer. Dudan, temen, aman, …comparten las mismas emociones que los humanos; sienten aflicción ante la muerte de sus compañeros, tienen problemas de envejecimiento, circunstancia que se traduce en un profundo temor a un final inevitable, que saben establecido y que sienten prematuro. Su regreso a La Tierra se debe a esa ansiedad provocada por la necesidad de encontrar respuestas a las dudas que se acumulan y que no se resuelven. ¿Quién soy? ¿Adónde voy? ¿Cuánto me queda? ¿Por qué he de morir? Son algunas preguntas que Roy plantea a su creador en una escena memorable. Este no humano muestra su humanidad en varias ocasiones, una de ellas se produce tras la muerte de su compañera (Darryl Hannah). El deseo de venganza se apodera de él, y ese sentimiento le obliga a enfrentarse a Deckard. Ni Roy es malo ni Deckard es bueno, sería muy simplista calificar su encuentro como una lucha entre dos polos opuestos, ambos son seres similares que poseen pensamientos y emociones tanto positivas como negativas, simplemente son dos personas, a pesar de que a Roy se le niegue tal reconocimiento. Es toda una experiencia vivir con miedo, eso es lo que significa ser esclavo, le dice el replicante al blade runner en su final antológico, en el que desvele su ser, el que ha pasado toda su existencia en la esclavitud y buscando respuestas a preguntas a las que, finalmente, solo le conducen a una conclusión lógica, que le acerca el significado de la muerte: el olvido.
No hay comentarios:
Publicar un comentario